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El exteniente Segura publica una segunda novela sobre los abusos en el Ejército

El ex teniente Luis Gonzalo Segura.

“Escribir este libro me ha servido para mantener la cordura”. En el último año, el exteniente Luis Gonzalo Segura ha pasado 139 días privado de libertad en el Centro Disciplinario de Colmenar Viejo, 22 de ellos en huelga de hambre en el Hospital Militar Gómez Ulla. Todo por publicar Un paso al frenteUn paso al frente (Tropo Editores). Su primera novela, sobre la corrupción en el Ejército, ha vendido 30.000 ejemplares y le ha acabado valiendo la expulsión del Ejército. No ha escarmentado. Durante su aislamiento aprovechó para esbozar un nuevo libro. Código RojoCódigo Rojo (Destino) vuelve al ámbito militar, centrándose en los abusos hacia los soldados díscolos y en los negocios tras la industria armamentística. “Es una novela en clave, con personajes reales que se introducen en la ficción. El lector tendrá que adivinar cuáles son y sacar sus conclusiones”, explica.

Segura lleva apenas dos semanas fuera del Ejército, y una de promoción. La expulsión llegó por sorpresa el 11 de junio, coincidiendo con el lanzamiento del título. E insiste, orgulloso, en que su salida no deriva del expediente administrativo abierto por el contenido del anterior libro, que se ha cerrado sin consecuencias. La rescisión del contrato (Segura estaba vinculado con las Fuerzas Armadas hasta 2023) viene por las declaraciones realizadas a los medios durante la promoción de Un paso al frente. Entre otras cosas, este Licenciado en Geografía aseguró que “la mayor parte de los militares” rechazaría intervenir en Cataluña en caso de conflicto, pese a lo que ordenaran sus mandos. Esto es lo que ha sido considerado, finalmente, una falta disciplinaria muy grave.

La trinchera de la ficción

Esta novela negra comienza, como muchas, con una muerte. La de un soldado, en extrañas circunstancias, en un cuartel. La escena del crimen, en los baños de las instalaciones, es descrita hasta el más mínimo detalle. No es casualidad. La escena se corresponde con las fotografías que se sacaron tras la muerte del cabo Pedro Corujo en Las Palmas en 1999. Aunque el suceso fue identificado como suicidio, su familia denuncia desde entonces cabos sueltos en la investigación. El pasado 20 de junio, Segura colgó una carta del padre del soldado y las imágenes del caso en su blog del periódico Público.

“La ficción es un buen vehículo de denuncia porque es difícil de censurar”, concede el autor. Así, se permite hablar de tráfico de drogas y armas, la industria militar, las turbias tramas en el Gobierno. Realidad y fabulación se mezclan. Aquí el lector encuentra un improbable caso de un torturado y crucificado. Allí, el inventario de una base de Getafe, sospechoso de ocultar un delito de corrupción, sacado punto por punto de una noticia del diario El País.

“En el anterior libro quise escribir una novela porque tenía miedo: no quería dar la cara, mi nombre. Pero volver al ensayo después de eso no me parecía bien. Un ensayo te limita”, reflexiona.Y asegura que no es el único aterrorizado: “Mi anterior libro se lee en secreto. Los soldados mandaban a sus padres a que se los firmara, o lo compraban con la tarjeta de crédito de otra persona para que no quedara registro. El mensaje que queremos enviar es que la sociedad no sabe cómo son las Fuerzas Armadas”.

Entre Gonzalo y Guillermo

El TS lleva a la Sala de lo Militar la expulsión del teniente Segura

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Segura viste pulcra y discretamente, en tonos verdes y marrones. Luce un corte de pelo reciente y un afeitado perfecto. Tiene, después de 13 años en las Fuerzas Armadas, un aire militar. En el ascensor del hotel madrileño donde tiene lugar el encuentro con la prensa, se mantiene erguido y sonriente. “¿Vas a seguir escribiendo sobre Guillermo?”. Le preguntan sobre el héroe de sus dos novelas. Asiente. “¿Es tu alter ego, no?”. “Hombre, un poco”, contesta.

Guillermo escribe un libro sobre corrupción en el Ejército. Guillermo es aislado y castigado, inicia una huelga de hambre. Guillermo se dice espiado y amenazado, sufre la presión de sus jefes y el abandono de sus compañeros. Guillermo ve cómo sus calificaciones (otorgadas por los superiores) bajan del 8,8 al 5,2, es tachado de vago, incompetente e inestable. “Si algo así puede pasar en España y en el ejército, ya no quiero ser español ni militar, no quiero ser nada”. Lo dice Guillermo.

Luis Gonzalo Segura sí quiere seguir siendo un militar español. Piensa recurrir el cese hasta llegar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. “Podría haber pedido una baja psicológica y haber cobrado una pensión de 2.400 euros al mes. Pero ese no es el objetivo. Quiero quedarme para cambiar las cosas”, asegura. Calcula que su caso tardará al menos 7 años en recorrer toda la cadena judicial (Tribunal Central, Supremo, Constitucional). La espera va a ser larga. Más allá de eso, los planes son sencillos: sellar el paro y cruzar los dedos para que el libro funcione.

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