Literatura

El zoológico de Rubén Amón

Berlusconi, en una ilustración de 'El tigre mordió a Cristo'.

El periodista Rubén Amón pensaba hacer una presentación al uso de su libro El tigre mordió a Cristo (Léeme). Una librería, una mesa, alguien que alabara el título, y unos canapés. Pero, sin saber muy bien cómo, la cosa ha acabado convirtiéndose en un espectáculo programado en el Teatro Alfil de Madrid, con una puesta en escena de la compañía Yllana. Amón lo define como un híbrido entre “la presentación de un libro, una entrevista y una revista de variedades”. El invento estará en cartel únicamente el 29 de junio, en dos sesiones (“Hemos partido de una broma, que es hacer un espectáculo irrepetible dos veces”). No estará solo: contará con el grupo de música a capella Primital Brothers, el imitador Rafa Maza y la periodista y colaboradora de infoLibre Raquel Martos como maestra de ceremonias.

El tigre mordió a Cristo (en su versión en papel) lleva una aclaración junto a su título: “(Un bestiario)”. En él residen ejemplares de Silvio Berlusconi, Gérard Depardieu, Kim Jong-Un, Mickey Rourke o Simone Veil. A todos ellos se ha acercado Amón sin (apenas) temor a ser mordido durante sus 25 años como periodista. Ha sido corresponsal en París, enviado de guerra, crítico operístico y taurino. Fue este último mundo en el que se topó con la anécdota que da nombre al relato. “Fui a entrevistar a Jesulín de Ubrique, y, en un momento de la entrevista, se escuchó: 'Mama, el tigre ha mordido a Cristo'. Cristo era el cuñado”. El tigre, por cierto, sí era un tigre.

Con ese aire de película de Berlanga, Amón hará en el Alfil (13 euros con un combinado, ya que Havana 7 organiza el evento) un repaso por figuras como Berlusconi, José María Aznar o Rourke. “La selección es bastante arbitraria, pero creo que el punto común es que son mitos en su fase crepuscular, en su agonía”, explica el periodista. Alguno corre el riesgo de ser encarnado por el imitador Rafa Maza en el transcurso de la obra. "De todos los personajes, mi favorito es Rubén. Todo el que le conozca de sus intervenciones en la radio y en televisión, sabe que su personalidad se marca en el relato", confiesa Martos.

Aznar como inspiración

La literatura como profanación

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El ex presidente del Gobierno juega un papel especialmente importante en el libro. Amón lo explica en los agradecimientos: “Aznar debía ser el primero porque este bestiario proviene de su influencia. Quiero decir que me propuse escribir este calidoscopio cuando reparé en la inabarcable vanidad de nuestro ex presidente del Gobierno”. Y lo aclara por teléfono: “Fue una reacción a las memorias de Aznar, porque me pareció que era imposible que alguien tuviera un más alto concepto de sí mismo. Si él podía hacer una autohagiografía, yo podía hacer el bestiario”.

La fauna de reyes de la selva mediática se complementa, en el libro y en el teatro, con una serie de personajes clasificados dentro dela sección “Intramuros”. Figuras “domésticas” que no son por ello menos rocambolescas. Entre ellos, el autor destaca dos: el caníbal Issei Sagawa y el guillotinador Fernand Meyssonier. El primero asesinó y devoró a una estudiante holandesa en 1981 y luego le sacó rédito al crimen publicando varios best-seller. “Hubiera preferido permanecer encarcelado o morirme”, le contó al periodista. El segundo ejerció como “auxiliar de Justicia” (así le gustaba ser llamado) entre 1947 y 1961. “Sigo pensando que la pena de muerte es legítima y necesaria en los casos de crímenes de sangre”, afirmó.

No todo van a ser casos escabrosos. Esa sección privada del bestiario recopila conocidos, amigos y familiares del autor. "Eso es un descubrimiento", dice Martos, que reconoce ser "muy fan" de Rubén Amón, "Conseguir que él te presente a personajes desconocidos. Lo escenifica de forma que parece que los estás viendo". Así que en el Alfil también se personará, gracias a los artificios del espectáculo, un tío del autor, “una de las personas más pintorescas” que recuerda. Ante tal zoológico, la aseveración no es poca cosa. Y es ahí donde El tigre mordió a Cristo encuentra su moraleja: “Las figuras domésticas encajan en el mismo bestiario extremo. La rareza es la norma”.

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