Conciertos

Unas chispas de Earth, Wind and Fire

Claude Woods, vocalista de Earth, Wind and Fire Experience.

Los asistentes al concierto de Earth, Wind & Fire Experience el pasado martes en el festival Madgarden de Madrid estaban allí por dos razones. O, mejor, por dos nombres. El de la banda de funk creada en 1969, que dio al género alguno de sus éxitos más memorables, y el de Al McKay, guitarrista del grupo hasta 1981, único miembro de la formación original en este tributo. Los mismos que llamarán al público de San Sebastián el miércoles en la inauguración de la 50ª edición del Jazzaldia, que ha elegido el poder de los vientos y falsetes de los setenta y ochenta para su primera noche. 

El revival se notaba en la edad media del público, en su mayoría, melómanos que vivieron los grandes hits de Earth, Wind and Fire (EWF) a mediados de los setenta y su progresiva desaparición de las listas de éxitos en los noventa. La ocupación (en torno al 80% a simple vista) no era mala, pero distaba de los llenos de la otra Earth, Wind and Fire, dirigida por el ideólogo de la banda Maurice White, en sus conciertos en Madrid y Barcelona en 2013.

Porque EWF tampoco se ha librado del drama más o menos público que suele acompañar a las bandas. Al McKay, coautor de hits como Sing a Song o September, que no podían faltar en la noche madrileña, abandonó el grupo por motivos personales y profesionales en los ochenta. El resto de la banda continuó funcionando con White como cemento artístico y emocional, y con la voz de Philip Bailey y el bajo Verdice White, miembros de la formación original. McKay fundó al poco su All Stars, un grupo de jóvenes músicos que bajo su batuta y figura de autoridad ejecutan de forma casi idéntica los éxitos de EWF, y que ha dado lugar al espectáculo que ahora se mueve por España. Mientras, los otros EWF giran por Estados Unidos, con Maurice White ya retirado pero aún entre bambalinas. 

La diferencia con la banda original era apreciable a la vista. Menos espectáculo (condicionado por el escenario reducido del Madgarden), menos purpurina y atuendos más holgados que en el espectacular Earth, Wind and Fire. In concert grabado en 1981: se entiende, es el signo de los tiempos. Tres vocalistas (Tim Owens, DeVere Buckett y Claude Woods) en vez de dos, desestabilizando ligeramente el equilibrio original entre la voz de White y los legendarios agudos de Bailey, que apenas rozaban los jóvenes admiradores. Y, la fundamental, ninguna kalimba a la vista, el piano africano introducido por White en la cultura popular que aparece en todos los álbumes del grupo. Al McKay, en el centro del escenario con su eterna gorra, abandonó en un par de ocasiones su rol como guitarra rítmica para marcarse algún solo y recordar que todo aquello era posible gracias a su historia profesional y su maestría. 

El sonido, eso sí, era remarcablemente similar al original. En una formación que no pretende innovar, sino preservar un legado (de alguna manera, calcificar y mantener la innovación de hace décadas), no es poca cosa. La prueba: el público, inicialmente sentado en las sillas distribuidas por la organización en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII, en la Universidad Complutense, abandonó pronto los asientos. "No hemos recorrido este largo camino desde Los Ángeles, California, para veros sentados", espetó al público uno de los vocalistas. Canciones como Shining Star, la versión de los Beatles de Got to Get You into My Life, o Brazilian Rhyme,  intercaladas con alguna balada de descanso como After The Love Has Gone, hicieron el resto. Una noche para ejercitar la nostalgia y para recordar que incluso los radicales renovadores de un género acaban siendo, finalmente, carne de tributo.

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