Cultura

Silencio, cámara, ¡novela!

Silencio, cámara, ¡novela!

El artículo de Carlos Boyero, provocador como tantos suyos, se titulaba: "Cronenberg también escribe novelas, ¿para qué?".

El texto venía a cuento del debut literario del cineasta canadiense, Consumidos (Anagrama), que para el antes crítico cinematográfico, hoy crítico omnicomprensivo, se salda con un fracaso de los que hacen afición: "Su estilo literario no es nada memorable, pero el argumento me resulta intragable, una idiotez con pretensiones. En un ejercicio heroico, me propongo llegar al final. Lo consigo acompañado de una desidia infinita. (…) No es solo el aburrimiento ante lo que desconozco. Es que la trama y los personajes son grotescos".

Otros no han sido tan destructivos, e incluso hay quien, como Viggo Mortensen, J. J. Abrams o Stephen King han elogiado la novela por ser (cito a los mencionados en el mismo orden) "absolutamente original", "¿quién, si no, podía contar una historia tan impactante y aterradora acerca del nexo entre el espíritu y la carne?", "hay que leerla".

El desahogo de Boyero se publicó el 20 de enero. Cuatro días después, el 24, Manuel Gutiérrez Aragón tomó posesión de su plaza (sillón "F") en la Real Academia Española (RAE) con un discurso titulado En busca de la escritura fílmica [ver en PDF] en el que el de Torrelavega, cineasta a la par que escritor, evocó sus inicios.

"Que el oficio de narrar historias me venía de la literatura era tan patente que cuando ingresé en la escuela de cine de Madrid todos mis compañeros, algunos de ellos cineastas en ejercicio en la actualidad, me vaticinaron que yo sería un buen guionista –y aun eso con mucha ayuda de Dios–, pero dudaban de que yo llegara a ser director de cine. Al menos un aceptable director de cine", dijo. Y, entre otros, trajo a colación este episodio de su vida profesional: "Bastante adentrado en la profesión de guionista, un buen día recibí el encargo de adaptar Los Pazos de Ulloa, la novela de doña Emilia Pardo Bazán. La realización televisiva a lo largo de cuatro capítulos correría a cargo del director Gonzalo Suárez, escritor a la vez que cineasta (…) Durante la escritura del guion pude comprobar algo superconocido en los manuales: que algunos procedimientos de la narrativa cinematográfica se encuentran ya en las técnicas de los novelistas del siglo XIX. Esa manera de pegar y cortar las emociones, de manejar las elipsis, de contar en paralelo no deja de remitirnos a lo que el cine ha hecho suyo".

Manera de explicar que parecen mundos distintos, pero no están tan distantes.

Cineastas en la Academia... de la lengua

No es Gutiérrez Aragón el único director de cine a la par que escritor que ha llegado a la Academia de la Lengua, antes que él José Luis Borau ocupó el sillón "B" desde 2008 y hasta su muerte, en 2012.

A Borau se le atribuye esta frase: "Si has logrado escribir un guión perfecto, por favor, no lo ruedes: ¡publícalo!".

"Supongo que se refiere a que el guión siempre será alterado en las distintas fases del proceso hasta que se convierte en película por lo que dejará de ser perfecto —me dice Guillermo Logar, cineasta residente en Nueva York y director de La Crítica, una revista de reflexión cinematográfica—. Creo que si se tiene un guión perfecto nadie debería intervenir en él pero dudo mucho que pueda llegar a existir tal caso. Un guión no es una novela, tiene otro objetivo muy diferente. Un buen guión debe ser el esqueleto de la película, no tiene porque ser una obra maestra".

Su interpretación coincide con la que en 2014 dio la revista LEER en un número consagrado a los "Escritores de cine" en el que también se citaba a John Huston, para quien "un buen guión puede leerse como literatura".

Pero aquí no se trata de cineastas que escriben guiones, sino de aquellos que firman novelas, o de novelistas que decidieron llegado el momento de dirigir. Javier Memba, guionista y novelista, además de periodista, se refiere a esta tribu errante como la de quienes cambiaron "su cámara por la pluma y viceversa".

La nómina es nutrida, está cuajada de nombres relevantes: Memba menciona a Jean Cocteau, Alain Robbe-Grillet ("el novelista y cineasta por antonomasia"), Marguerite Duras, Pier Paolo Pasolini, Elia Kazan, Norman Mailer (del que volveremos a hablar, más abajo), Michael Crichton (que se decidió a "emplazar su cámara indignado ante las adaptaciones que otros cineastas han hecho de sus novelas"), Paul Auster… o, en España, José López Rubio, Edgard Neville, Francisco Regueiro, Gonzalo Suárez, Ray Loriga o Vicente Molina Foix.

Faltan algunos, por ejemplo David Trueba. Precisamente hablando de él, Daniel Bernabé (escritor, librero y redactor) dijo en su día: "Al cine se le ha supuesto siempre un concepto totalizador de la creación artística; una sola expresión capaz de conjugar fotografía, música, drama y, por supuesto, literatura. Porque antes de que las imágenes se proyecten en pantalla, antes de que la cámara capte la interpretación de los actores, antes de todo esto está la palabra".

Tras leerlo, me dirijo a él para preguntarle si es precisamente eso lo que explica que haya tantos cineastas escritores.

"Si te fijas —me responde—, cualquier persona que lee, sin querer, construye imágenes mentales de aquello que le va sugiriendo el texto. Supongo que un director de cine tiene esa doble vía más entrenada y algunos pueden saltar de la pantalla a las letras y viceversa, con mayor facilidad. La literatura y el cine son dos lenguajes diferentes ya que un libro, al menos en su concepción moderna, tiende más a bosquejar y el cine, en su forma más contemporánea, ha tornado en una explicitud constante. Sin embargo la traducción es posible, sigue estando ahí, y creo que para algunos directores puede ser una vía de experimentación y escape".

Puesta a preguntar, le pregunto por qué cree que hay ideas que acaban siendo novelas y otras que terminan proyectadas en una pantalla grande.

"En primer lugar me viene la respuesta más obvia, la de la dificultad material de rodar algo que en un libro tan sólo requiere, técnicamente, apretar el teclado en el orden correcto. Luego pienso que los efectos digitales solventan esta cuestión, con más o menos fortuna, desde hace al menos una década. ¿Quizá tiene que ver con la propia naturaleza de la idea a desarrollar? No sé".

Alberto Salcedo Ramos gana el Premio Ortega y Gasset de Periodismo

Lorca regresa al futuro

Guillermo Logar, por su parte, trae a colación a cineastas como Gus Van Sant o Ethan Cohen, desde luego a Cronenberg, directores contemporáneos que dominan el lenguaje del cine y han querido experimentar con otras formas de narración. "Me parece lógico que decidan adentrarse en un proceso más íntimo de creación que les permite alejarse de la monumental tarea de dirigir una película. Cuando escriben una novela no tienen que estar pendientes de las imposiciones de la productora ni de las discusiones con los diferentes departamentos técnicos, ni del trato con los actores. Posiblemente sea una liberación y una oportunidad para reencontrarse con su verdadero estilo. Aunque sea solo por diversión. En el caso opuesto recuerdo que Norman Mailer dirigió una película protagonizada por Ryan O'Neal e Isabella Rossellini Tough Guys Don't Dance (1987) que resultó un relativo fracaso de crítica y público. Creo que cualquiera que quiera tratar de escribir una novela o dirigir una película debe entender la diferencia entre los dos medios".

Por terminar de algún modo, porque los artículos, como las novelas, necesitan un punto y final, vuelvo a Bernabé para interesarme por su escritor y director favorito. Y como para demostrar que, en efecto, el camino de ida y vuelta entre la cámara y la pluma está muy transitado, me regala un nombre que aún no ha aparecido por aquí: Werner Herzog. "Su diario, Conquista de lo inútil, escrito a la par que rodaba Fitzcarraldo, me sorprendió por su elevada calidad literaria. Es un ejercicio interesantísimo poder tener esta doble vertiente de acceso a la obra de alguien, ya que se encuentran similitudes, traducciones, entre la forma de rodar y escribir, en este caso un gusto por los detalles, desde lo sublime a lo sórdido, exquisito".

Ahora sí, The End.

Más sobre este tema
stats