Literatura

Editar entre dos culturas

Editar entre dos culturas

No son los primeros, y bastará para demostrarlo con citar a un referente, Beatriz de Moura, que tampoco fue la primera.

No serán los últimos, porque siempre ha habido trasterrados y porque en este mundo mestizo y viajero su experiencia es cada día más habitual.

Pero no por ello su experiencia deja de suscitar curiosidad, más aún cuando el protagonista es un nativo no ya de otro país, sino de otro idioma, lo cual se nos antoja un obstáculo relevante si hablamos de edición en español.

Porque aquí se trata de entender la experiencia de editores foráneos, una misión para la que hemos convocado a cuatro profesionales, tres mujeres y un hombre. Les presento, por orden alfabético, a Valeria Bergalli (Minúscula); Valeria Ciompi (Alianza); Donatella Ianuzzi (Gallo Nero); Valerie Miles (que ha pasado por varios grupos, y ahora está en Granta) y Carlos Ramos (Roca).

La primera nació "en Buenos Aires, pero crecí entre Argentina, Italia y Alemania. De hecho, antes de venir a Barcelona no vivía en Argentina, sino en Italia". La segunda, "en Caserta (Italia), una pequeña ciudad con un magnífico Palacio Real construido por encargo de Carlos III a 20 km de Nápoles". Italiana del sur es también la tercera, concretamente de Matera. La cuarta es estadounidense, de Nueva York, "aunque pasé muchos años en Pennsylvania, y en Arizona". Y el único varón de esta muestra es "de Ciudad de México".

Necesariamente, la segunda pregunta es por qué vinieron a España. Bergalli aduce "motivos familiares" que son los mismos que aduce su tocaya Ciompi: "Vine a España con diez años –explica–. Mi padre se trasladó por motivos profesionales y el resto de la familia tardamos un par de años más en instalarnos definitivamente en Madrid. Mi decisión fue, una vez terminado el colegio, quedarme a vivir en Madrid: una ciudad fascinante en plena efervescencia frente a una Europa adormilada".

Una cierta fascinación se vislumbra también en la respuesta de Miles: "Estuve un verano en el 1985 investigando en la biblioteca de Las Cortes de Madrid, tenía intención de seguir mis estudios en París, pero la experiencia en España me cambió, me pareció un lugar que estaba en un momento histórico muy importante". 

Ianuzzi pertenece "a aquella generación dorada de estudiantes Erasmus que nunca volvió a vivir en su país de origen". Ramos, sin embargo, cruzó el charco cuando recibió una oferta profesional. "En el año 2000, Grupo Zeta me propuso trasladar mi residencia a Barcelona para hacerme cargo de la subdirección general de Ediciones B. Yo tenía 27 años y era una oportunidad que no podía desaprovechar, por lo tanto, no me costó prácticamente nada aceptar la oferta".

La cara

Carlos Ramos (quien, por cierto, se considera gestor del sector editorial más que editor) se desempeñaba para el Grupo Zeta en su país natal desde 1995, año en el que tuvo la oportunidad de hacer un stage de 4 meses en España. "Por lo tanto, ya tenía yo algo de conocimiento del sector del libro español. Aun así, después de trabajar durante 5 años en el sector editorial mexicano, llegar a un mercado tal vez más desarrollado y más estable me abrió un horizonte completamente distinto en lo personal. Venir a la matriz del grupo para el que me trajo a España me aportó la posibilidad de convivir con autores, agentes literarios, y eso ha sido muy grato. Recuerdo que en mi primer día de trabajo en Barcelona, me tocó una comida con Manuel Vázquez Montalbán. Guardo esa casualidad como una de las sorpresas más agradables de mi llegada".

Me interesa saber qué ventajas, si alguna, le aporta el hecho de tener (o haber tenido, al principio) una mirada fresca sobre el mundo editorial español. "Yo creo que si fui o soy capaz de tener alguna ventaja en este sentido, pasa por haber tenido la oportunidad de trabajar en ambos lados del charco y aplicar en mi día a día un criterio que sirva para pensar en global".  

Como es el único de los consultados que tenía experiencia laboral previa en el sector ("yo solo había hecho alguna que otra breve traducción", me dice Bergalli), es también el único que puede hacer una comparación. Pero sus tres colegas de trabajo y reportaje coinciden en que su condición de trasterrados les proporciona un punto de vista singular, incluso una ventaja innegable: "La mirada fresca de estar navegando siempre entre dos culturas y dos idiomas".

Es al menos lo que afirma Ciompi. Bergalli duda: "No sé si hubo una 'mirada fresca' y tampoco sé si estuvo relacionada solo con mi origen extranjero. Si la hubo, quizá me permitió la osadía de considerar el entusiasmo, la pasión por el oficio, como un motor legítimo –e igual de importante que otros– para poner en marcha, en 1999, el proyecto editorial de Minúscula. Y probablemente también evitó que considerara el tamaño de la editorial (que se correspondía con los limitados recursos disponibles) un obstáculo para construir un catálogo ambicioso desde el punto de vista literario. Eso aquí no era demasiado frecuente entonces. A eso añadiría el hecho de que, al empezar, apostamos por campos de la narrativa entonces no tan transitados y organizamos nuestro catálogo de una forma poco habitual para la época (me refiero, en particular, a los criterios que subyacen a nuestras colecciones)".

La experiencia de la editora de Minúscula encuentra eco en la de Gallo Nero, quien aunque venía de una intensa experiencia lectora en sus años universitarios en Florencia, se inició en la edición una vez instalada en España. Y si hace un tiempo "el panorama editorial italiano era mucho más maduro y veterano" que el español, considera que en los últimos quince años se han igualado mucho, en gran parte gracias a la labor de editoriales pequeñas como la suya que han logrado llenar importantes lagunas. "Evidentemente me sorprendió el hecho de que en España no estuvieran publicados determinados títulos que en Italia gozaban ya de larga vida en múltiples ediciones de bolsillo. Así que como editora el hecho de haber tenido acceso a un amplia selección en italiano se convirtió en una clara fuente de inspiración".

¿La cruz?

Hasta ahora han contado lo que de bueno tiene su particular condición. Lógicamente, me interesa saber si hay también algo malo.

Ramos es taxativo: no sufre, ni ha sufrido, ningún inconveniente por el hecho de no haber nacido aquí. "Ninguno en absoluto. Fui muy bien recibido personal y profesionalmente, perdí la sensación de ser un extranjero hace muchos años, tanto mi familia como yo estamos completamente arraigados en España".

La directora editorial de Alianza apunta, si acaso, uno "mínimo": "No haber trabajado nunca en mi lengua materna. Y al tratarse de dos idiomas tan próximos, cuando empecé a ejercer como periodista cultural, tuve que dejar un poco a un lado la escritura en italiano para evitar 'contaminaciones'".

No obstante lo cual… ¡benditas contaminaciones! "Cuando te mueves en varios idiomas aprendes a ser consciente de las diferencias y aprecias la riqueza y matices de cada lengua. El español, en la amplitud de sus registros en las distintas áreas geográficas y países en que se habla, es de una contundencia y belleza que a veces te desarma".

La lengua es también un factor importante para Ianuzzi porque, si bien su castellano es perfecto, lo habla como si fuera su lengua madre, lo cierto es que no lo es, por lo que "me veo obligada a relegar la responsabilidad lingüística de mis libros a terceros. Más que de sufrimiento hablaría de frustración".

Miles llegó desde más lejos, desde el inglés. "Es complicado y sobre todo en un ambiente como Barcelona donde hay que también hablar catalán. Pero los idiomas aportan nuevas maneras de ver y de pensar y cuantos más, mejor".

Seis domina Bergalli, un caso excepcional. "Crecí trilingüe (una de esas lenguas fue el castellano) y luego aprendí tres idiomas más. Me atrevo a decir que sin eso no sería editora, y seguramente no tendría el mismo interés por la traducción. Lo considero mi pequeño gran capital". Es su tesoro, por eso la responsable de Minúscula insiste en que su catálogo sería otro "si yo –por circunstancias primero familiares y después de estudios– no hubiese tenido la oportunidad de crecer entre países y aprender varios idiomas, entre otras cosas".

Es una aseveración que Ciompi suscribe cuando le pregunto si cree que ha aportado algo distinto por el hecho de haber nacido fuera de España. "Ser especialmente sensible a la calidad de las traducciones, el interés –por otra parte consolidado desde siempre en Alianza– por la cultura clásica y humanística, y cierta capacidad, muy mediterránea, de afrontar con humor incluso las dificultades". También Ianuzzi: "En el modo de trabajar ha habido pocas aportaciones pero sí las ha habido en mi catálogo y no solo por algunos autores italianos que he publicado sino también por muchos de los extranjeros. El hecho de poder construir el catálogo leyendo posibles títulos en tu lengua madre seguramente es una ventaja".

Valerie Miles enumera las que considera son sus aportaciones. "John Cheever, Richard Yates, Granta –enumera Valerie Miles–, la promoción de escritores españoles e hispanoamericanos en el extranjero, muchos contactos, muchos puentes tendidos, conversaciones, ferias, un libro que se llama Mil bosques en una bellota, una exposición sobre Roberto Bolaño, artículos en los medios más importantes hablando de la literatura española e hispanoamericana, The New York Times, The Paris Review, y un amor por un país y un lenguaje como espectadora".

Carlos Ramos, por su parte, quiere pensar "que sí, que algo he aportado en estos 15 años, pero creo que sería muy presuntuoso de mi parte señalar algo". Aunque algo sí ha aportado: es socio fundador de una editorial independiente, Roca Editorial, "que me ha aportado muchas satisfacciones personales y profesionales".

Le pregunto entonces si hay algo que recomendaría (maneras, costumbres, fichajes) a los editores de su país natal. "Sentido común, trabajo y constancia –dice–. En México hay mucho talento y salvo lo dicho, no me considero nadie para recomendar otra cosa."

Traslado mi curiosidad a las tres editoras que me ayudan en esta reflexión.

"Creo que en Italia la revolución de la edición independiente ha sido más lenta que en España y eso se debe en parte a su sistema económico muy piramidal –se arranca Donatella–. Los pequeños editores no han invertido como en España mucho esfuerzo en la comunicación de ese nuevo concepto de edición al margen de las grandes dinámicas comerciales, y no han logrado todavía una marca reconocible asociada a la calidad y a propuestas de literaturas alternativas al best seller. Pero están en el buen camino…".

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Puesto que estamos en la península hermana, paso a Ciompi. "La edición española comparte con la italiana la apertura hacia autores extranjeros. Somos de los que más traducimos. Lo que podríamos importar es una conciencia mayor de nuestro acervo cultural. En España hay autores enormes de todos los tiempos que no están suficientemente editados…y leídos."

Remato con nuestra otra Valeria, Bergalli. "En el país en que nací, Argentina, siempre ha habido una gran efervescencia editorial. Lo mismo en Italia y Alemania, los otros lugares en los que crecí. La recomendación que se me ocurre es que los editores de esos países profundicen en su conocimiento de las literaturas peninsulares y que no solo busquen voces originales entre los escritores de aquí que ya forman parte del circuito literario internacional. Es bueno mirar en otras direcciones."

Algo que los cuatro editores consultados constatan cada día.

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