Entrevista | Ramón Campos y Teresa Fernández-Valdés

“Hacemos series para que gusten a nuestras madres”

Abel Folk y Belén Rueda en 'La Embajada'.

Gloria Saló

Ramón Campos y Teresa Fernández-Valdés son el tándem de productores que hay detrás de Bambú Producciones (fundada en 2007), responsables de algunos de los grandes éxitos de la ficción nacional en los últimos años. Son unos de los showrunners más reputados de la ficción europea con títulos como Guante blanco, Hispania, Gran Reserva, Gran Hotel, Bajo sospecha o Velvet.

Y continúa su influencia en el desarrollo de las series españolas. Este lunes se estrena La Embajada (Antena 3), distribuida internacionalmente por la compañía alemana Beta Film, que ya cuenta en su catálogo con Gran Hotel y Velvet.  En el pasado Mercado Internacional de Programas para Televisión (MIPTV, celebrado a principios de abril en Cannes) presentaron Refugiados, su primera coproducción internacional de la mano de la cadena británica BBC y acompañados de Atresmedia, que continúa con su recorrido más allá de las fronteras españolas. Además, el sello llevará a cabo la primera producción de Neflix en España, con un proyecto que aún se encuentra en desarrollo y que se centra en un grupo de telefonistas que llega a Madrid en los años veinte para trabajar en el Edificio Telefónica. Su expansión parece asegurada con la compra del 33% de la productora por parte de Studiocanal (Grupo Canal+), una de las empresas líder en Europa. Estas son las apuestas de una compañía clave para la ficción televisiva en España. 

Pregunta. ¿Cómo valoran la trayectoria de Bambú a nivel internacional?

Respuesta. Queríamos que Bambú fuese una productora que creciese mirando hacia el mundo, no solo en España. Desde Gran Hotel,cada serie que sacábamos era un reto a nivel español, pero sobre todo a nivel internacional, y esta se ha convertido en una de las series españolas más vendidas. Velvet también ha funcionado muy bien en todo el mundo, y Refugiados fue la primera apuesta más radical donde decidimos olvidarnos de la audiencia española para hacer algo radicalmente distinto. Ahora, con la apuesta que hemos hecho con Studiocanal, la primera serie con Netflix, y La Embajada, sentimos que es el momento de dar ya el paso a Europa y al mundo.

P. Hablan de no perder de vista la audiencia española. ¿Piensan en temáticas nacionales con un concepto internacional?

R. La Embajada es muy española, pero el concepto de corrupción es muy internacional. Con Refugiados nos dimos cuenta de que no debemos hacer series en inglés: tienen que ser en castellano, para que el público las reconozca como suyas. A partir de ahí decidimos que íbamos a producir solo en español.

P. Las series de Bambú tienen un público objetivo muy claro en las mujeres.

R. Nadie hace series para mujeres: se hacen telenovelas para mujeres. Así que cogimos ese nicho y nos va más o menos bien. Cuando pensamos las series en español, vemos que el público en abierto es muy femenino, y eso nos permite seguir nuestra línea de mercado. Pero una serie, por muy buena que sea, si es muy local y no puede viajar es muy poco interesante para nosotros, para la cadena y para Studiocanal.

P. ¿Qué proyección internacional tiene la serie que van a producir para Netflix?

R. La gente de Studiocanal nos decía que ellos en Francia también tenían las operadoras, más o menos en los mismos años, y al final lo que estás contando es una historia muy universal. Son cuatro chicas de diferentes lugares que se reúnen en el año 29 en la inauguración del edificio de Telefónica a trabajar allí, y es la historia de lo que pasó en ese edificio.

P. ¿Se podría decir que es un Velvet de telefonistas?Velvet

R. Al ser para Netflix tiene un punto más arriesgado, pero sí, queremos atraer al público de Velvet, al que le gustó Gran Hotel y al que le gustará La Embajada. La audiencia que venga a Netflix se va a encontrar el mismo tipo de producto. Es importante que mantengamos esa marca Bambú como seña de identidad.

P. En alguna ocasión han comentado que hacen series para las madres. 

R. Siempre hacemos las series para que les gusten y las entiendan nuestras madres, porque es un público medio que no tiene ningún tipo de expectativa, no busca la televisión de cable porque es un contenido que no aprecia. En La Embajada, por ejemplo, explicamos la corrupción para que la entienda ese tipo de público.

P. Este planteamiento choca un poco con el perfil del espectador de Netflix. ¿Están buscando otro tipo de público que hasta ahora no veía Netflix?

R. Creemos que sí están buscando otro público, aunque no nos lo han dicho. Nos hemos preguntado por qué nos han comprado esta serie. Erik Barmack, que es el vicepresidente internacional de adquisiciones originales, nos llamó en Navidades y nos dijo que estaba enamorado de Velvet y que quería que le presentáramos algunas series. Nosotros le presentamos las típicas que pensamos que serían de Netflix, con una temática arriesgada y radical. Pero pensamos que si nos había dicho le gustaba Velvet, igual deberíamos proponerle alguna en esa línea. Creemos (porque ellos no te dicen nada de su audiencia) que el público de Netflix no va a ir a allí porque haya una serie española de Bambú que sea radical, ese público va a ir porque tiene House of cards. Pero ¿qué público no va a ir a Netflix por House of Cards? El público femenino mayor de 45 años que domina la televisión en abierto en España. Debieron de pensar que igual lo podían llamar si le daban un contenido que les resultara atractivo.

P. Han formado parte del jurado de MIP Drama en el MIPTV, que ganó la serie belga Enemigo público. ¿Qué opinan del nivel de las producciones presentadas?Enemigo público.

R. Los nórdicos siguen pegando duro con el thriller y lo hacen muy muy bien. A nosotros la que más nos gustó fue la producción finlandesa Bordertown (nordic noir en estado puro), y también la producción británica The secret, que está basada en un hecho real sobre cómo cometer el crimen perfecto, además de The A world, con la historia de la familia con un niño autista, que es la adaptación de una serie original turca.

Ku'damm 56 es realmente una mini serie, porque tiene tres capítulos de 90 minutos, pero es una producción exquisita con una protagonista estupenda. Mathilde, la producción rusa, es impresionante: cuenta la historia del affaire de una bailarina con el futuro Nicolás II (último zar de Rusia). Al verla no puedes dejar de pregúntate: ¿Pero cuánto dinero tienen para poder hacer esto? Palacios, caballos, vestuario, más palacios, figuración... y con un estreno previsto para agosto de 2017, que les queda toda la postproducción.

P. ¿Piensan que la ficción europea es en este momento más pujante que la ficción norteamericana?

R. No las compararíamos, porque los norteamericanos tienen su industria que funciona muy bien. Lo que sí es verdad es que ahora se valora el talento creativo que hasta ahora se obviaba en Europa por la fuerza de la producción americana. Pero ahora, como se sienten escasos de ideas, están bebiendo mucho de las creaciones europeas y eso da la oportunidad de darle valor a lo que creamos y a poner en valor lo que representa Europa. Las plataformas y el desarrollo de comunicación que nos permite a día de hoy hacer casi estrenos globales, nos ha posibilitado viajar de un modo que antes no se hacía. Los americanos se sienten americanos, pero aquí el español se siente español y el francés se siente francés, y ahora es cuando empieza a haber una cultura europea.

P. Y se empieza a hablar de la ficción europea como un concepto global.

R. La idea de Studiocanal es crear un gran estudio europeo. Yo creo también que la revolución de internet y la intervención de Netflix, juegan un papel importante. Antes solo veías esas series americanas que nos apabullaban, en 2001 no podíamos ver series escandinavas, una alemana o una rusa, y ahora de repente nos llegan todas las series y vemos que nosotros hacemos las cosas, no solo los americanos.

Un significativo episodio de la censura en España

Hasta hace tres años las referencias realmente eran los británicos que están por encima en cuanto a volumen de horas y en cuanto a éxitos, porque éxito y experiencia van ligados a tener oportunidad. Ahora en España se da la paradoja que las series americanas no funcionan, solo las nacionales. El nivel de la ficción nacional es muy alto.

P. El éxito de la ficción nacional en España ha crecido en los últimos años. Las cadenas (Televisión Española, Telecinco, Antena 3...) emiten hasta tres series españolas a la semana en horario de máxima audiencia, lo que ha hecho que las americanas estén relegadas de los horarios estelares o a los segundos canales.

R. Eso desde Europa también se mira. Francia tiene problemas para explotar su ficción propia, son muy potentes en cine pero su ficción televisiva sufre. La última que tuvo éxito fue el remake de Desaparecida [producida por Ganga, en la que Ramón Campos era guionista y productor ejecutivo], nuestra serie del 2007 que el año pasado hizo más de cuatro millones y medio de espectadores. ¿Por qué no llegan al público? El arte que llega muy bien en cine, si lo trasladas a la tele no funciona, no estás acercándote a la gente. El salto de la ficción española lo provocó la productora Globomedia en los noventa, entrando en las casas de la gente, y lo hizo muy bien y nos lo enseñó a todos. Eso en Francia no ha sucedido.

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