Mostra de Venecia

Recta final para la competencia veneciana con irrelevantes Konchalovsky y Piccioni

Andrei Konchalovsky, junto a su mujer y actriz Julia Vysotskaya, a su llegada a la Mostra de Venecia

Noticine | infoLibre

Casi todo el pescado (el poco que debe quedar entre la laguna veneciana y las costas del Adriático) está vendido. A estas alturas sólo quedan las dos últimas películas a concurso, que se proyectarán este viernes, y sus dos predecesoras, las vistas el jueves, no han levantado pasiones. Italia, país anfitrión, se despide de la competencia con un drama de madurez, protagonizado por cuatro amigas adolescentes de viaje a Serbia, Questi Giorni, de Guiseppe Piccioni, no mejor que las dos otras mediocres obras vistas en días pasados, el documental Spira Mirabilis y la comedia (también de adolescentes) Piuma. Con él, compitió un mucho más reputado maestro, el ruso Andrei Konchalovsky (hermano de Nikita Mijalkov), que insiste en el tema del holocausto nazi con Paradise sin aportar novedades relevantes.Paradise

Venecia: El chileno Larraín hace soñar con premios y Terrence Malick se pierde en el espacio

Venecia: El chileno Larraín hace soñar con premios y Terrence Malick se pierde en el espacio

Konchalovsky, quien en la etapa final de la Unión Soviética decidió probar suerte en Hollywood con una etapa tan diversa en géneros como irregular en resultados, ha vuelto últimamente al cine de sus principios, en su país y con la colaboración de otros productores europeos. Su nuevo trabajo, pocos años después de El cartero de las noches blancas, premiada en Venecia, plantea una historia más en torno a la II Guerra Mundial, el exterminio y los nazis, desde una triple óptica, la de una exaristócrata rusa detenida por apoyar a la resistencia francesa, un policía colaboracionista que intenta sacar provecho de la ocupación, y un oficial de las SS, también de clase alta, idealista del nazismo, que se ha creído la idea del "paraíso" (de ahí el título) nacional-socialista, y tiene responsabilidad en un campo de exterminio.

La época la hemos visto retratada por muchísimas cámaras y en registros de lo más diversos. Hablar del holocausto probablemente siga siendo necesario. Lo difícil es alcanzar lo que por ejemplo logró el año pasado el húngaro László Nemes con la ganadora del Oscar El hijo de Saúl, aportar una mirada novedosa. Konchalovsky no lo logra. Al contrario, la suya es una narración autoral anticuada, cuya nota de originalidad se limita a poner a sus tres personajes a ratos ante la cámara a contar sus motivaciones a no se sabe quién, al estilo de los personajes de Modern Family. La fotografía es en blanco y negro, otra obviedad que ya hemos visto en esta misma competencia de la Mostra para decir al espectador que es un pasado y muy triste. En resumidas cuentas, Paradise es otro de los títulos prescindibles de la Mostra 2016.

Como el que le acompañó sin ir más lejos en esta jornada antepenúltima del certamen italiano, Questi Giorni. En una crisis creativa notable desde hace décadas incluso (salvo escasas excepciones) el cine italiano se esfuerza en llegar a su público, y el público, lo sabemos, son los adolescentes, así que hay que contar sus cuitas. En este caso son chicas, cuatro amigas que desde una ciudad de provincias van de viaje (es una road movie) hasta Belgrado, donde una de ellas tiene un trabajo y algún otro asunto pendiente. No hay tampoco nada novedoso en esta historia metafórica sobre el viaje de la infancia a la madurez. Las historias paralelas de sus personajes (las malas relaciones con los padres, el amor prohibido con un profesor...) nos resultan más que familiares en este tipo de películas. Tampoco la parte emocional es especialmente impactante. Lo dicho, prescindible, ésta y la otra.

Más sobre este tema
stats