Industria cultural

No nos da el bolsillo

Portadas de colección de bolsillo de Alianza, diseñadas por Manuel Estrada.

Hablar de "asignatura pendiente" suena a tópico, y pensar en ello como en un "complejo" quizá no resulte adecuado. Lo cierto es que una de las peculiaridades que distinguen el mercado editorial español del de esos países que consideramos (seamos generosos con nosotros mismos) de nuestro entorno (cultural), esto es, Francia, Alemania o el Reino Unido, es el grado de penetración del libro de bolsillo.

La pregunta, recurrente en el mundillo, es por qué el libro de bolsillo no ha conseguido la aceptación de la que sí goza en otras zonas, e, incluso, por qué no ha resultado atractivo ni siquiera en tiempos de crisis, cuando su precio ventajoso podría haber hecho de él una opción para tantos lectores apurados.

"Existen diversos factores que ayudan a dar luz sobre la cuestión —explica Francisco Javier Pérez Ortiz, director editorial del Área de Bolsillo de Planeta—. La difusión del libro de bolsillo está asociada de forma indiscutible al índice de lectura. A mayor índice de lectura de la población de un país, mayor es la implantación, difusión y tradición del libro de bolsillo. Lo vemos claramente en naciones como Francia, Alemania y Reino Unido. Sumemos también el amplio número de novedades publicadas, provocando una escasez de espacio disponible en las librerías, que a su vez, en gran medida, apuestan por dedicarlos a novedades, que venderán en mayor número de unidades y en más alto precio, en aras de garantizar la supervivencia del negocio". 

"En los años noventa —rememora Valeria Ciompi, directora editorial de Alianza Editorial— empezó a crecer el mercado del libro de bolsillo y todos los editores pensamos que ese crecimiento iría en aumento hasta alcanzar los porcentajes de cuota de mercado europeos. Antes de la crisis ese crecimiento se estancó, y todos pensamos que el libro de bolsillo, por precio, resistiría mejor que otras modalidades de edición. No ha sido así. En mi opinión el principal problema tradicional del libro de bolsillo en España es el número insuficiente de lectores. El lector ocasional prefiere el libro de formato mayor, también para regalar, y desde luego los lectores de franjas de edad superiores ven en el bolsillo cierta incomodidad de lectura, al menos en los diseños tradicionales. Los devoradores de libros, tan escasos en nuestro país en comparación con otros mercados, son los mejores clientes del libro de bolsillo". 

Pérez Ortiz y Ciompi analizan el mercado con ojo crítico… e interesado, dadas sus respectivas posiciones, si bien el Libro de bolsillo de Alianza no es el más habitual, que consiste mayoritariamente en segundas explotaciones de éxitos comerciales, aunque también menudean los inéditos.

Ambos conocen al dedillo la situación en sus editoriales y del conjunto del sector. Según el avance de resultados del Comercio Interior del Libro en España, proporcionado por la Federación de Gremios de Editores (FGEE) el pasado mes de junio, en 2015 se editaron en formato de bolsillo 4.211 títulos y 17,1 millones de ejemplares, con una tirada media de 4.067 ejemplares por título. En total se vendieron 12.180.754 ejemplares, un 15,3% menos que en 2014, a un precio medio de 7,76 €. También la facturación descendió, aunque no tanto: se quedó en 94,57 millones de euros, un 9% de descenso respecto al ejercicio anterior (103,87) tras una serie de años de descenso pronunciado: 185,13 en 2011; 142,08 en 2012; y 117,28 en 2013.

La pregunta inmediata y obvia es si ese retroceso tiene que ver sólo con la crisis, sólo con la competencia del libro de quiosco y el electrónico o si bien es fruto de una fatídica combinación de ambos.

"El número insuficiente de lectores, la crisis, que ha afectado muchísimo a los productos culturales, y a mi entender que esos lectores asiduos ya de por sí escasos encuentran ahora muchos libros de libre disposición –o accesibles de manera gratuita, legal o no— en formato electrónico. El quiosco ha podido suponer una competencia, pero sobre todo la devaluación de contenidos que está suponiendo la piratería, las ofertas brutales de precio en formato electrónico, etc. Incluso en países muy lectores, lo que se ha visto más afectado por el crecimiento de la lectura en formato electrónico ha sido el libro de bolsillo", me dice Valeria Ciompi, quien no obstante puntualiza que en Alianza no han acusado ese retroceso de la misma manera al tratarse de una colección pensada para permanecer, a modo de biblioteca personal y multidisciplinar, con muchas primeras ediciones, y no como segundas explotaciones en formato económico de libros que ya han tenido su recorrido comercial.

También Pérez Ortiz señala a los sospechosos habituales. Lo cual no significa que a ellos, los libros de quiosco y el libro electrónico, les haya ido mucho mejor. Volvamos a las cifras. La facturación de libros de quiosco ha retrocedido de manera continua desde 2011 (125,99 millones de euros) hasta el año pasado (80 millones de euros). El bajón en los dos últimos ejercicios analizados, 2014 y 2015, ha sido del 2,4%. En cuanto a la facturación por venta de libros en formato digital fue de 80 millones en 2013, 110 en 2014 y 115 en 2015. Creciente, sí, pero tampoco disparatada.

Todo va bien... menos lo que va mal

Antonio María Ávila, Director Ejecutivo de la FGEE, también cree que para entender lo que ocurre en España "hay que sumar dos grupos: el libro de bolsillo y el libro de quiosco. Cuando sumas las dos cosas, tradicionalmente las cantidades comienzan a parecerse a las de Francia". La comparación permanente con lo que ocurre en Francia olvida con frecuencia una diferencia sustancial: "En Francia no hay libro de quiosco y en España hay mucho, estos días estamos viendo… Yo ya me pierdo, porque debe ser la vigésimo tercera vez que aparecen los clásicos de Gredos, pero tienes también ahora mismo dos colecciones de filosofía…".

Añade Ávila otra característica que sería complementaria, "las colecciones de los periódicos parecía que habían desaparecido pero este verano estaba la de El País; yo soy sevillano y estaba por mi tierra, y el Diario de Sevilla tenía otra,  y El Correo de Andalucía tenía otra. Y cuando voy a sitios de saldo me encuentro saldos de El Norte de Castilla, colecciones de clásicos castellanos, aquí cada uno hace clásicos de su propio pueblo". Vale decir que la competencia es feroz y que la aparición, aun menos fulgurante de lo que algunos vaticinaron, del libro electrónico ha venido a acentuarla.

Hablando no sólo de este segmento, sino del libro en general, el Director Ejecutivo de la FGEE se dice optimista. "Yo siempre he pensado que el mercado español interno para el nivel económico del país y para la situación económica del país era bajo; las posibilidades siempre eran de crecer". Cree que la llegada de nuevas generaciones "al fin alfabetizadas" proporcionará más lectores; espera que el fin de la crisis permita la reactivación de las bibliotecas, que "entren en el mercado y empiecen a comprar", y que "si la economía se mantiene la gente volverá a gastar en libros"; confía en que "en la medida en que el mercado del texto comience a funcionar de manera racional y ordenada, la gente volverá a salir y comprará además otros tipos de libros"; se permite soñar con poner coto a la piratería…

Ciñéndonos al bolsillo, pregunto a nuestros dos editores que corran el riesgo de dar ideas a la competencia y nos digan qué se puede hacer.

¡Benditos traidores!

¡Benditos traidores!

"Estar más cerca que nunca de los lectores, llevando los libros a todos los canales de venta posibles, aumentando la presencia en lugares de venta por impulso y reforzando la apuesta por el fondo en librerías —me dice Francisco Javier Pérez Ortiz, que añade—: A nivel más puramente editorial, acortar los plazos de lanzamiento entre ediciones trade y bolsillo para alcanzar a consolidar una oferta más actual y atractiva para el lector".

"El bolsillo —explica Valeria Ciompi— es un formato para lectores asiduos y también para lectores jóvenes, con supuestamente un menor poder adquisitivo y hasta con problemas de espacio para almacenar libros. En Alianza cuidamos mucho la edición de bolsillo, no sólo en lo que se refiere a los contenidos sino también en los aspectos formales. Frente a la competencia, no siempre leal, del libro electrónico, reivindicamos el objeto libro. Hay que cambiar la cultura de la piratería y lo gratuito e insistir en que pone en peligro la creación cultural. Y crear lectores, pero empezando desde un cambio en el sistema educativo que apueste por la cultura del libro y no relegue la lectura y las humanidades a un plano secundario. Y por otra parte parece inevitable admitir que nos encontramos en un momento de cambio en los hábitos de lectura, de consumo cultural, de empleo del tiempo de ocio...".

Dicho todo lo cual, concluye que si en esa transformación un formato se debilita, no tiene por qué ser un drama, "el drama es perder lectores y capacidad de lectura". Pero esa es otra historia.

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