Premios Nobel

Los escritores que perdieron el premio Nobel

Jorge Luis Borges y unas seguidoras, en 1976.

¿Cómo es que Jorge Luis Borges no recibió el Nobel? ¿Quiénes se quedaron sin premio en 1964, cuando Sartre rechazó el galardón? ¿Qué pasó para que Steinbeck se llevara la medalla en 1962? Los secretos de la Academia sueca, depositarios de las voluntades de Alfred Nobel —seguramente las más famosas del mundo—, se hacen de rogar. Las bases de los galardones establecen que, para asegurar la independencia del Comité de selección, las nominaciones y deliberaciones deben permanecer en riguroso secreto durante 50 años. Los documentos pueden consultarse en la sede de la Academia sueca, en la antigua Bolsa de Estocolmo. Pero los tiempos cambian, y la institución ha empezado a colgar los datos en su web. A día de hoy, y a falta de que el próximo jueves un nuevo escritor pase a engrosar la lista de laureados, podemos conocer los archivos de candidatos hasta 1965 y la terna de finalistas entre 1962 y 1965.  

Ese año, el Comité tomó una decisión que la historia —y los numerosos seguidores de Jorge Luis Borges— no le perdonaría. Este organismo es el encargado de evaluar a los candidatos propuestos por miembros de la Academia, instituciones, profesores y anteriores laureados, entre los que elige una terna que después votan los 18 miembros de la Academia. El escritor argentino ya había sido propuesto entonces en varias ocasiones, y con particular insistencia por Henry Olsson, miembro de la institución que apostó por él en 1962, 1963 y 1964... sin éxito. Parecía que 1965 podía ser su año, a pesar de tener solo dos padrinos, el filólogo Raimundo Lida y el PEN Club sueco, una prestigiosa organización de escritores. Aunque su candidatura rozó el premio, llegó acompañada también de una extraña innovación que no resultaría muy popular y que desplazaría a Borges de la terna final.

Extrañas parejas

El Comité propuso dividir el premio entre dos escritores, como habían hecho en 1904 (Frédéric Mistral y José Echegaray) y 1917 (Karl Adolph Gjellerup y Henrik Pontoppidan). Las parejas se ensamblaron por compartir un idioma o una cultura, resultando tres matrimonios: los rusos Anna Ajmátova y Mijaíl Shólojov; Miguel Ángel Asturias y Jorge Luis Borges, ambos escritores en español; y Shmuel Yoseph Agnón y Nelly Sachs, que representaban "el destino del pueblo judío". A Anders Österling, representante del Comité, aquello le pareció una malísima idea, y acabó proponiendo a la Academia una nueva terna: Shólojov, Agnon y W. H. Auden. Ganó el primero, importante miembro del Partido Comunista en la Unión Soviética y uno de los mayores representantes de la literatura oficialista, que había sido derrotado por Sartre el año anterior. Y para nada: el escritor francés no aceptó el premio, firme en su independencia. Con respecto a Borges, habrá que esperar algunos años más para saber cómo siguió desarrollándose su conflictiva relación con Estocolmoconflictiva relación

Auden tampoco recibió nunca el Nobel, aunque ya había estado entre los finalistas de 1963. Ese año se introdujeron 22 nuevos candidatos —los eternos aspirantes son muy habituales en el premio—, entre ellos el presidente francés Charles de Gaulle —no olvidemos que Churchill recibió el Nobel de Literatura en 1953—. Además de Auden, llegaron a la última fase otros cinco candidatos: el poeta griego Yorgos Seferis, el japonés Yukio Mishima, el danés Aksel Sandemose, Pablo Neruda (que lo recibiría en 1971) y Samuel Beckett (1969). La obra de Mishima y de Sandemose no fue considerada lo sufientemente relevante; y Becket no cumplía las "intenciones idealistas" de Nobel. Tocó Seferis, en lo que quiso ser un homenaje a la Grecia moderna, ausente hasta entonces del galardón. 

Steinbeck y los errores de la Academia

No es casualidad que la ficha correspondiente a 1962 —la más antigua facilitada por la Academia, que sigue digitalizando los informes confidenciales— sea especialmente escueta. "No hay ningún candidato obvio para el premio Nobel, y el Comité está en una situación nada envidiable", escribió entonces Henry Olsson, miembro de la institución. En la terna de aquel año estaban el estadounidense John Steinbeck, los británicos Robert Graves y Lawrence Durrell, el dramaturgo francés Jean Anouilh y la danesa Karen Blixen.

La muerte de esta última poco antes de la entrega del premio lo puso aún más difícil. Entregar el galardón a Anouilh se leía, además, como quemar a un candidato francés cuando Sartre comenzaba a sonar. Los miembros del Comité no consideraron que El cuarteto de Alejandría fuera suficiente para premiar a Durrel, así que optaron por Steinbeck, pese a que hacía más de dos décadas que el escritor había parido Las uvas de la ira y De ratones y hombres. Esta decisión fue considerada en ese momento como "uno de los errores más graves de la Academia". Cuando le preguntaron al propio Steinbeck si creía que merecía el premio, respondió: "Francamente, no"

Churchill, or not Churchill

Churchill, or not Churchill

Pero lo que suele echarse en cara a la Academia no son las medallas mal adjudicadas, sino el ejército de escritores de primer orden que se quedan sin el reconocimiento. El caso de León Tolstói, que fue propuesto 16 veces entre 1902 y 1906 —y en tres ocasiones, además, para el Nobel de la Paz— es uno de los más evidentes. Virginia Woolf nunca llegó a estar nominada, como Marcel Proust —nombrado, paradójicamente, en los discursos de ganadores como Patrick Modiano, Imre Kertész o Claude Simon— o Franz Kafka. Benito Pérez Galdós, Concha Espina y Miguel de Unamuno fueron otros de los grandes candidatos españoles, nunca premiados. El autor español que más nominaciones recibió no fue, sin embargo ninguno de ellos, y tampoco ninguno de los ganadores: Ramón Menéndez Pidal fue propuesto para el Nobel en 149 ocasiones entre 1931 y 1965. 

Fe de erratas

En una versión anterior del texto se incluía erróneamente a Jacinto Benavente entre los autores españoles que no ganaron el Nobel, cuando lo recibió en 1922. El error ha sido corregido y pedimos disculpas a los lectores. 

Más sobre este tema
stats