Cine

La familia, esa tragedia griega

Una escena de 'Las furias', de Miguel del Arco.

Miguel del Arco (Madrid, 1965) lleva varias semanas de promoción con su ópera prima, Las furias, estrenada en la pasada edición de la Seminci de Valladolid y en los cines este viernes. Si con sus exitosas obras de teatro (La función por hacer, Veraneantes, Hamlet...) le calificaban de "cinematográfico", ahora le insisten en que su primera película es "teatral". "Es que lo veo venir. Parece que lo teatral es una cosa peyorativa y lo cinematográfico es cool. ¿Tú dirías que Eva al desnudo es una película teatral?", protesta en uno de los camerinos del Pavón Teatro Kamikaze, la sala madrileña que gestiona desde esta misma temporada con su compañía con nombre de osado (y loco) piloto japonés, su familia teatral. 

Justo toca hablar de la familia. La Ponte Alegre, que protagoniza el filme y que, con sus silencios, sus mezquindades y su amor, se convierte en símbolo de todas las familias. Sus miembros, del patriarca Leo Ponte (José Sacristán) y la matriarca Marga (Mercedes Sampietro) a los hijos Aquiles (Alberto San Juan), Héctor (Gonzalo de Castro) y Casandra (Carmen Machi), pasando por sus vástagos (Macarena Sanz) y parejas (Emma Suárez, Bárbara Lennie, Pere Arquillué), son personajes de una renovada tragedia griega. Un género que el dramaturgo y director de escena no rehúye ni en el título, ni en los nombres de los Ponte Alegre, ni en la trama. De nuevo lo "teatral": "Sí, hay una atmósfera de tragedia griega que está ahí, pero que forma parte del código de pensamiento occidental. Aunque no te hayas leído a Sófocles sabes de lo que estamos hablando".

"Un lugar incómodo y frío"

Ya lo ha contado: el proyecto nace del encargo de un productor tras el estreno de Veraneantes, una versión de Máximo Gorki. Le pedían un guion sobre un grupo de amigos, pero Del Arco respondió con una obra sobre las relaciones familiares. El proyecto se pausó hasta que su productora, Kamikaze, no se unió a Aquí y Allí Films, la productora de Magical Girl, la película de Carlos Vermut, una de las mejores piezas del cine español de 2014 y ganadora de la Concha de Oro de San Sebastián. Él estaba empeñado en hablar del núcleo familiar, pero el relato se ha ido desbordando, sobre todo en la recepción: "Yo quería tratar de las relaciones familiares; que eso sea extrapolable, es otra cosa". Un miembro del jurado de la Seminci veía en Las furias un ejemplo de la situación política por el "desgobierno", el afán de protagonismo y la alergia al acuerdo de sus personajes. "Pues vale", se resigna el director. 

Pero esto va de lo que va, de padres, hijos y advenedizos. Lo resume bien Gonzalo de Castro, que interpreta a un personaje clave del filme: "Todas las familias son un ensayo. El texto decía: 'La familia es un divertimento'. Y en ese divertimento hay mucha gente que fracasa o cae víctima de algo que tiene que ver con un laboratorio humano y personal de una pareja que termina por multiplicarse. La familia, y en eso se parecen todas, es un lugar muy incómodo y frío para la mayor parte de la gente". Un lugar, además, en el que se habla mucho y cuenta poco. El jingle del programa de radio de Casandra dice: "Hablar no es tan difícil". Pero eso, explica Del Arco, se convierte "en una proeza" en la película, donde unos y otros, "muy locuaces e inteligentes", "usan la palabra como arma arrojadiza y no como un elemento de cohesión". Hay que volver al actor: "En esta cultura nuestra, tan religiosa, cartesiana y mediterránea, esta institución que nos hemos inventado tiene un común denominador: una enorme falta de comunicación y ternura".

Secretos y mentiras

Kamikaze Teatro, Premio Nacional del Teatro

Kamikaze Teatro, Premio Nacional del Teatro

Marga, la madre, decide súbitamente vender la casa familiar para viajar con su pareja... pero no les cuenta a sus hijos que se trata de una mujer, y más joven que ella. Aquiles se lo echa en cara para no afrontar las heridas emocionales que aún escuecen en la relación con su padre, al que odia y en torno al cual gira su vida. Este, a su vez, está sumido en el silencio del alzhéimer y solo recuerda parrafadas de su larga carrera como actor. Casandra engaña a su marido para no comunicarle su dolor, y la hija de ambos, María, oculta a ambos que ha dejado de tomarse la medicación para controlar el brote psicótico que ha sufrido hace poco. Héctor, que parece sobrevolar sin mancharse todo el fango familiar, guarda, en realidad, el mayor secreto: se está muriendo. 

"Vivimos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo para solucionar los marrones. Intentas hacer ruido y buscar tu hueco, y de repente la muerte de tus padres te conecta con la tuya propia. No solo por la sensación de orfandad, sino saber que se muere una generación y tú eres la siguiente", reflexiona el director. El anuncio de Héctor acalla todos los ruidos. Habla ahora De Castro: "Es un hombre sin tiempo, sin futuro, es un cadáver que vive. Dice: 'El muerto que soy se asombra de estar vivo'. Sabe que está marcado por una cruz y el entusiasmo por la vida ya no le acompaña, únicamente un amor tremendo por su mujer". Paradójicamente, la amenaza que representa su muerte reaviva el entusiasmo de la familia. Si él se acerca cada vez más al silencio, los demás empiezan a hablar. 

Miguel del Arco dice haberse sentido cómodo en esta nueva disciplina que solo había visitado dirigiendo algún corto. Pese a las dificultades en levantar la producción, la película acabó siendo respaldada por Movistar+ y TVE, y ha contado con una subvención de 392.000 euros del Ministerio de Cultura, con lo que se ha convertido en el filme más beneficiado por las ayudas selectivas, las dedicadas a los proyectos de menor presupuesto. "Me habría metido en otra al día siguiente de terminar el rodaje", dice antes de pensárselo mejor y pedir un par de días de sueño tranquilo, "Claro, que a mí me va la marcha".

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