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Memoria contra la “epifanía informativa”

Manolo Hidalgo, Almudena Grandes, José Manuel Fajardo y Javier Valenzuela, en la presentación de 'Los años del miedo'.

Las portadas, a veces, son más que coberturas de libros. Es el caso de Los años del miedo. Crónicas de la violencia 1990-2015, de José Manuel Fajardo, como defendía el periodista de El Mundo Manolo Hidalgo en la presentación del libro el pasado martes en la librería La Fábrica, en Madrid. Hidalgo señalaba las dos imágenes que ilustran este volumen de crónicas y columnas: arriba, una pintada ensucia un frontón con un "¡ETA, mátalos!"; abajo, unos anónimos guerreros exhiben un botín de hombres vestidos con monos naranjas. El lector sabe, tristemente, que arriba está el terrorismo en el País Vasco, que abajo está el terrorismo de ISIS. "Esta portada crea una sintaxis", defendía Hidalgo, "A la orden de la parte de arriba, hay abajo unos que la cumplen. Es decir, que las palabras surten efecto en otros".

Ambas imágenes tienen en común la violencia que muestra y el miedo que producen. Dos rasgos que comparten también con los GAL, las guerras de Irak, el renacimiento del fascismo. De todo esto ha hablado Fajardo en sus últimos 25 años de carrera en sus artículos en infoLibre, El Mundo, Le Monde DiplomatiqueIl Sole 24ore o El Informador de México. "He querido plasmar el intento de un profesional de la información de responder a la violencia no desde la emoción sino desde la racionalidad. Porque la violencia, ya sea desde la legalidad o la ilegalidad, además de propagar el horror ejerce una pedagogía", decía el escritor, acompañado también de la novelista Almudena Grandes y el periodista y colaborador de infoLibre Javier Valenzuela.

El libro es una recopilación sin disfraces, y las recopilaciones, decía Grandes,  "tienen que ver con la memoria, por eso no son populares en esta sociedad de lo instantáneo". Los tres presentadores de Los años del miedo insistían en lo necesario de esta mirada al pasado, ya fuera por que los lectores pudieran haber olvidado cómo fue todo aquello a pie de calle, porque quizás no lo vivieron, o porque no tuvieron la oportunidad de leer entonces, en papel de prensa, los artículos del autor. Todos juntos, señalaba, Valenzuela, forman una "unidad": "El periodismo, entendido tal y como lo entiende Fajardo, es una forma de construir un relato por fascículos". 

Un mapa contra el olvido

Un mapa contra el olvido

El autor tuvo la intuición, escribiendo sobre el atentado en la sala Bataclan de París en noviembre de 2015, que sus argumentaciones sobre la violencia se habían ido haciendo más compactas, y que eso significaba que era momento de mirar hacia atrás. Eso conllevaba un ejercicio de memoria. "Lo que ocurre hoy es la consecuencia de un hecho histórico. Si tiras del hilo, vas encontrando cosas, y esto puede evitar esa sensación de epifanía informativa", decía durante la presentación, "Un día uno se levanta y cae el Muro de Berlín, otro día, la Unión Soviética. Y no se entiende. Si esto ocurre, es porque no hay un ejercicio metódico de memoria". Frente a eso, aseguraba Almudena Grandes, sus artículos parecían tener un barniz que les protege más allá del siguiente diario: "Cuando José Manuel Fajardo me invitó a que me leyera esta libro, todos creíamos que Clinton iba a ser la próxima presidenta de los Estados Unidos. Y cuando llegó el martes pasado la victoria de Trump me pareció difícil que una recopilación de artículos pasados tuviera una lectura tan actual".

Si algunos de los hechos narrados por Fajardo y muchas de sus ideas recobran su vigencia con lo que los asistentes llamaron el "renacimiento de los fascismos", otros muchos se han mantenido a lo largo del tiempo por sí mismos. Almudena Grandes recordaba que se conocieron durante la "primera" guerra de Irak, reunidos en un foro de escritores que no dudaban en manifestarse contra el conflicto. "Cuando tienes el privilegio de hablar el público, no puedes quedarte de brazos cruzados ante la realidad", defendía entonces y ahora el escritor. La novelista, entonces una recién llegada a la literatura, acudió con vergüenza a una reunión en el Ateneo. Allí, en primera fila, estaba Rafael Sánchez Ferlosio. Un puesto que no dudó en abandonar tras la lectura del manifiesto, que el escritor consideró demasiado blanco y que no dudó en abuchear. 

"Esa escena, que parece ingenua mirada desde la altura de nuestros cincuenta y tantos años actuales, no fue solo un momento fundacional de mi vida, sino de una determinada etapa de la sociedad civil española que es de lo mejor que ha producido este país en los últimos años", recordaba. Coincidía con ella Fajardo en que, sin esa guerra, no hubiera habido la segunda, con una oposición popular más poderosa aún, y sin esta... "En los umbrales del nuevo fascismo que estamos viviendo, es muy bueno comprender por qué ocurren las cosas". Sobre todo porque, citaba Javier Valenzuela a Primo Levi: "Ocurrió una vez y puede volver a ocurrir". No es que eso vaya a parar la bala cuando se decide dispararla —"No estoy seguro de que esto que he escrito sirva para nada", aceptaba el autor de Los años del miedo—. Pero quizás las palabras sirvan para cambiar todo ese sustrato ideológico sobre el que vive la violencia y que acaba apretando el gatillo. 

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