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Literatura navideña

Una Navidad con mucho cuento

Escena de 'Cuento de Navidad', de Charles Dickens.

Si pido "un cuento de Navidad", el Pavlov que todos llevamos dentro responderá "Cuento de Navidad"Cuento de Navidad, sin artículo indeterminado porque es un cuento determinado, el más célebre y celebrado de los relatos navideños: A Christmas Carol, que unos traducen como queda escrito y otros por Canción de Navidad e incluso por Cántico de Navidad.

Sí, Ebenezer Scrooge es el fantasma de las Navidades pasadas, presentes y futuras, acecha incluso a aquellos que no conocen su nombre, también a quienes de Dickens saben que ha escrito el guion de varias películas célebres a la par que lacrimógenas. Pero, si no lo hemos leído, lo hemos visto, así que su espíritu es una compañía habitual.

Hay que decir que al escritor le debían gustar mucho estas fiestas, porque ya joven imaginó Una cena de Navidad (A Christmas Dinner) y luego escribió un puñado de novelas cortas (Las campanadas, El grillo del hogar, La batalla de la vida, El hechizado) además de la ya mencionada.

Los clásicos

Citar todos los relatos grandes y pequeños que transcurren en estas fechas es misión imposible que escapa a mis posibilidades, y a mis intenciones. Que nadie espere, pues, una lista exhaustiva. Si acaso, una con títulos ineludibles.

Como El cascanueces, de E.T.A. Hoffmann, en realidad El cascanueces y el rey de los ratones, el cuento que está detrás (mejor dicho, antes) del ballet de Chaikovsky que las infinitas compañías de baile rusas que cada fin de año giran por España consideran obligado representar. Tiene su lógica, el argumento es muy apropiado puesto que va sobre el nuevo juguete que la pequeña Marie Stahlbaum recibe a noche de Navidad… un juguete que cobra vida.

Hay otro Hoffmann, Heinrich, que nos dejó un relato menos… digamos glamuroso, Pedro Melenas, una historia en verso sobre la desobediencia y sus fatales corolarios de la que su editor español, Enrique Redel, asegura que es una de las obras más crueles y políticamente incorrectas jamás escritas. Lo cual no obsta: es un clásico de la literatura infantil. La razón por la que la traigo a este artículo es no su personaje principal, Struwwelpeter (Pedro Melenas), ni su ambientación, sino el hecho de que fuera concebida como regalo de Navidad…

Hay clásicos navideños no tan clásicos, como ¡Cómo el Grinch robó la Navidad!, de Dr. Seuss (aunque algunos piensen que es obra de Jim Carrey). Ya saben: El Grinch tiene un corazón más pequeño que el resto de los habitantes de Villaquién (o sea, que es malo maloso), lo cual le empuja a intentar impedir la llegada de la Navidad. ¿De qué modo o manera? Robando regalos y aderezos... Afortunadamente (¡atención, spoiler!) no se sale con la suya.

Luego hay clásicos reclásicos, como Henry James (paradigma del clásico) y su La vuelta del torno, la peripecia de un grupo de amigos comparten historias de fantasmas al calor de la lumbre una noche de Navidad. Y hasta aquí puedo leer. Sólo añadiré que Míster James escribió esta obra en 1897 por encargo de la revista Collier’s Weekly, que la publicó por entregas entre enero y abril de 1898… y que con el paso del tiempo, ha alcanzado la consideración de obra maestra de la literatura gótica: es, dijo Antonio Muñoz Molina, “el relato de fantasmas más perfecto que existe, hasta el punto de que no está claro si hay o no fantasmas”.

Y luego hay relatos como Navidades en Cold Comfort Farm, de Stella Gibbons. El volumen español es un ramillete de historias breves, una de las cuales, la que da título al volumen, es lo que hoy llamamos “una precuela” de la obra maestra de Gibbons, La hija de Robert Poste. Vayan ustedes sabiendo que se trata de una cruenta y jocosa cena de Navidad…

Spain is not different

Los autores patrios no han escapado al encanto literario de estas fiestas. Hay incluso un volumen que reúne Cuentos Españoles de Navidad. De Valle Inclán a Ayala (Clan), recopilación a la obviamente se asoman los dos mencionados más Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Pío Baroja, José Bergamín, Azorín, Pedro Antonio de Alarcón, Gustavo Adolfo Bécquer, Pérez Galdós, Clarín o Eduardo Zamacois... Sin embargo, en España literatura + Navidad = Emilia Pardo Bazán. Los tiene de Navidad, de Año Nuevo y de Reyes y se pueden leer on line (aquí y aquí).

Claro que una siempre puede acogerse al comodín del autor contemporáneo y zambullirse en las Tres Navidades (en catalán: Tres nadals) de Quim Monzó, que tienen la ventaja añadida de parecerse poco a un cuento navideño tradicional: son más bien, como dijo el crítico Pozuelo Yvancos, una deconstrucción del tópico, precisamente en la medida en que la Navidad se ha convertido en el más común de ellos, hasta estragar el paladar menos exigente.

Negras Navidades blancas

Por lo demás, a nadie con una mínima sensibilidad se le escapa que las Navidades son una época propicia… para cometer un crimen. No caeremos aquí en la inconveniencia de sacar a colación esas cenas llenas de familia política que acaban en bronca, pero sí nos permitiremos mencionar algún título que puede satisfacer, en estos días blancos, a los amantes del género negro.

Agatha Christie escribió menos dos relatos, El pudding de Navidad y Navidades trágicas que transcurren tal que ahora y dan oportunidad de lucimiento al infatigable y engominado Hércules Poirot.

Tampoco descansan el comisario Ricciardi y los otros policías de Maurizio de Giovanni, que han de solventar en Con mis propias manos un asesinato cometido, ya es puntería, cuando falta una semana para la Navidad y en Nápoles, ciudad célebre por sus belenes... Estamos en la Italia de Mussolini, poca broma.

Menos circunspecto es el relato titulado El ladrón de la Navidad que Mary Higgins Clark y su hija Carol, autoras ambas de novelas de suspense y misterio, crearon en amor y compañía para entretenernos entre turrón y mazapán, un remake de La aventura de los seis Napoleones, de Sherlock Holmes (bueno, de Arthur Conan Doyle).

Aviso para navegantes

Es nuestro deber y obligación advertirles de que en estantes de las librerías acogen títulos de aire navideño que tienen trampa

No quiero extenderme en este punto, pero vayan ustedes sabiendo que El principito y la navidad (Sirio) narra el cuarto viaje a la Tierra del personaje de Saint Exupéry, un periplo en el que descubre la Navidad de la mano del mensajero de Santa Claus… Sucede que el autor del cuento no es el mentado Saint Exupéry, sino Charles Morris.

Hay otro que contiene las Cartas de Papá Noel (El Aleph) a los hijos de J.R.R. Tolkien. Ocurre que el verdadero escribidor es el propio Tolkien, que entre 1929 y 1942 entretuvo con esa argucia a sus retoños, sus tesooooooros...

Cambiar el mundo leyendo

Cambiar el mundo leyendo

En fin. Espero que estas líneas les hayan dado algunas ideas para leer en Navidad. Y como estoy segura de que lo aquí comentado no es suficiente, les recomiendo la antología preparada por Alianza que propone una lectura para cada día, en total, quince Cuentos para una Navidad:

 

  • Vicente Blasco Ibáñez: “El premio gordo” (23 de diciembre)
  • Oscar Wilde: “El Gigante egoísta” (24 de diciembre)
  • Nikolái Gógol: “La Nochebuena” (25 de diciembre)
  • Hans Christian Andersen: “El abeto” (26 de diciembre)
  • Gustavo Adolfo Bécquer: “Maese Pérez, el organista” (27 de diciembre)
  • Fiódor Dostoyevski: “Un árbol de Navidad y una boda” (28 de diciembre)
  • Benito Pérez Galdós: “La mula y el buey” (29 de diciembre)
  • Robert Louis Stevenson: “Sermón de Navidad” (30 de diciembre)
  • “El ‘jizó’ con sombrerete de juncia”, leyenda popular japonesa (31 de diciembre)
  • Emilia Pardo Bazán: “Los dulces del año” (1 de enero)
  • Francisco Ayala: “Una Nochebuena en tierra de infieles, o Son como niños” (2 de enero)
  • Antón Chéjov: “Vanka” (3 de enero)
  • Guy De Maupassant: “Los Reyes” (4 de enero)
  • Leopoldo Alas, Clarín: “El rey Baltasar” (5 de enero)
  • O. Henry: “El regalo de los Reyes Magos” (6 de enero)

¡Dense prisa, los dos primeros ya están pasados de fecha! Feliz Navidad.

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