Feria del libro

La Feria del Libro en el país de los no lectores

Cartel de la Feria del Libro de Madrid 2017.

El año pasado, Raúl Zurita habló al micrófono de la Feria del Libro: "La cultura, los libros son parte de una dimensión del sueño humano. Uno piensa qué pasaría si todos los que escriben, todos los que hacen literatura, que escriben poesía, dejaran de hacerlo: la humanidad perecería a los cinco minutos que siguen".

Defendió el poeta chileno que "el hecho de que haya una Feria del Libro, de que haya escritores, de que haya gente que persiste en sacar desde zonas muy frágiles, desde profundidades muy rotas, muy quebradas, muy muy arrasadas y que insiste, no obstante, en poner su dimensión del sueño y la pasión, del amor humano, de las emociones humanas, de los sentimientos humanos está, en cierto sentido, sosteniendo lo que somos, nos está convirtiendo a los seres humanos en seres humanos".

La palabras de Zurita sonaron, íntimas y poderosas, en una cita que determina en buena medida el humor y el estado del sector editorial pero cuyos protagonistas en la edición 2016 no fueron, sin embargo, ni los bardos ni los prosistas sino los youtubers, a los que las editoriales parecían haber encargado una misión: salvar el libro (no confundir con la literatura), tarea que en ferias anteriores había recaído en los cocineros de fama, los cantantes catódicos o los famosos de distinto pelo. Y sí, también en algún momento, sobre los hombros de los literatos. 

Una señora respetable

 

La edición inaugural de la Feria se organizó del 23 al 29 de abril de 1933 como parte de los actos de la Semana Cervantina.

Entre quienes tomaron la palabra, como contó Abc en su crónica de entonces, Don Fernando de los Ríos, a la sazón responsable de la cartera de Instrucción Pública y Bellas Artes, quien manifestó (ante el micrófono antecessor del que utilizó Zurita) que "el libro ayuda a ahondar en el mundo interior, y merced a ello nos aproxima a nosotros mismos o bien nos ensancha el horizonte mediante los innúmeros senderos que nos descubren los ventanales de la observación científica. El libro pregona la claridad y precisión que el pensamiento va logrando, y el acrecentamiento de poder sobre la naturaleza; es el libro instrumento de conquista, tanto mayor, cuanto mayor es la potencia de su carga, como sucede con el libro español que cada día aporta una más rica y sustanciosa carga de ansia de justicia y emoción estética".

Hubo Feria el año siguiente, una cita que se quiso "nacional e hispano-americana" y aspiraba a ofrecer "el panorama más completo de la producción editorial en español"; también en 1935 y 1936. Pero la Guerra Civil abrió un paréntesis que sólo se cerró en 1944, cuando el Instituto Nacional del Libro (INLE, desaparecido en 1986) organizó la que pasó a llamarse Feria Nacional del Libro, denominación que conservaría hasta que en 1982 adoptó su nombre actual, Feria del Libro de Madrid, al tiempo que asumía su dirección el Gremio de Libreros de Madrid, en colaboración con los Gremios de Editores y de Distribuidores.

76 primaveras y de estreno 

Este año, la Feria luce nuevo director: el albaceteño Manuel Gil, cuya amplia trayectoria en el sector no hacía prever este destino (que algunos atribuyen al designio de Fernando Valverde, secretario del Gremio de Libreros de Madrid y de la propia cita del Retiro) y que mantiene un blog, Antinomias Libro, en el que ha expresado y sigue haciéndolo sus puntos de vista sobre el sector editorial sin demasiados miramientos.

Sus intenciones confesadas pasan por "poner en valor la feria porque supera en muchas cosas a otras ferias internacionales. Tiene unas visitas de más de dos millones de personas, además de una idiosincrasia especial, porque está organizada por los libreros y, debido a su escenario, tiene también ese carácter festivo que le caracteriza".

Gil abrigaba también proyectos relacionados con el libro digital, un asunto que siempre levanta ampollas. De hecho, se pensó en instalar este año una carpa para las ventas de libros digitales... algo que, afirma el analista el sector editorial Manuel Rodríguez Rivero, "fue visto por los libreros analógicos como el intento de introducir a la hambrienta zorra en el (con todos los respetos) bucólico gallinero". Obviamente, el proyecto se ha aplazado.

Otro empeño del nuevo responsable es involucrar a "los directores de las principales ferias de Latinoamérica" con el objetivo de "intercambiar puntos de vista, buscar sinergias y ver qué se está haciendo en unos sitios y en otros".

Así las cosas, lectores y paseantes encontrarán 367 casetas y 488 expositores (24 organismos oficiales, 24 distribuidores y venta a crédito, 63 librerías especializadas, 53 librerías generales y 324 editoriales). En principio, el mismo número de garitas (aunque más expositores, obligados a compartir espacio) que el año pasado.

¿Son pocas, son muchas? Lo cierto es que no caben muchas más, habida cuenta de que la Feria "tiene un reto de espacio –ha admitido Manuel Gil– porque no puede crecer más en su ubicación", el Paseo de Coches del Parque del Retiro.

El presupuesto ronda los 1,1 millones de euros (algo más, pero poco más, que en 2016), el 70 % del cual se obtiene de las cuotas que pagan los expositores, cuando en opinión del director del evento lo lógico sería que solo aportaran un tercio, igual que las administraciones públicas y los patrocinadores.

En cuanto al cartel… el elegido, causante de cierta polémica, es obra de la diseñadora Ena Cardenal de la Nuez, que ha dibujado un gato porque gatos son los madrileños "y madrileños somos todos los que vivimos aquí, un rato, o toda la vida". Gatos que leen.

Y que con suerte compran.

Las cifras de las letras

El año pasado, horas antes de la clausura, la organización emitió una nota en la que aseguraba que "la septuagésima quinta edición presenta unas previsiones en torno a los 8.200.000 euros de ventas, lo que supondría un incremento del 3,5 por ciento respecto a las cifras del año pasado". En 2015, el balance oficial también había sido positivo: "masiva afluencia de visitantes y un incremento de ventas, respecto al año pasado, del 6,1 por ciento, lo que eleva el importe de las ventas a 7.904.000 euros".

Difícil verificar la precisión de esos datos, que no obstante son los que todo el mundo maneja y que cada año dependen de mil y una variables:

 

  • La fecha de inicio de la Feria (y si el primer fin de semana coincide con principio de mes y los compradores potenciales han cobrado ya).
  • El buen o el mal tiempo.
  • La competencia o no de acontecimientos deportivos (este año, todos atentos a si Rafa Nadal alcanza la final de Roland Garros, que se disputará el 11 de junio, último día de feria).
  • La presencia de autores súper ventas (que no siempre tienen libro nuevo).

Lo evidente es que todos los estudios coinciden en que no es éste país DE lectores, aunque sí lo es PARA lectores. Y lo explicamos.

España no es país DE lectores porque, según el Centro de Investigación Sociológica (CIS), en 2015 4 de cada 10 españoles (concretemos más: el 39,4%) no abrieron un libro. Ni uno.

España sí es país PARA lectores porque, a pesar de los paupérrimos índices de lectura, cada vez se editan más libros.

Añadamos a eso que, aun no leyendo, nos encanta deambular por las ferias en las que se venden esos libros que no abrimos. Acaba de cerrar la de Valladolid y ultiman preparativos las de Las Palmas, Badajoz o Zaragoza. Por no hablar, aunque sí mentar, otras dos que tienen sede en Madrid: la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión (Feria de primavera) y la Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo.

infoLibre en la Feria del Libro de Madrid

infoLibre en la Feria del Libro de Madrid

Por lo demás, el próximo día 26 Madrid abrirá su feria sabiendo que a finales de año la esperan en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara (México), donde la agasajarán como invitada de honor. Será  la segunda ciudad obsequiada con esa distinción (la primera fue Los Ángeles, en 2009), y llegará después de que Cataluña y Castilla-La Mancha merecieran este reconocimiento.

Quizá entonces algún representante madrileño empuñe el micro mexicano inspirándose en las palabras con las que Raúl Zurita concluyó la intervención mencionada al principio: "Me alegro de estar acá, me alegro de la gente que circula, me alegro de este parque, me alegro de la ciudad de Madrid. Los saludo afectuosamente".

Alegrémonos, pues.

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