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DISCRIMINACIÓN

Arriba y abajo: del Íbex 35 a las vías de Renfe

Sólo 64 mujeres se sientan en los consejos de administración de las empresas del Íbex 35, un 12,75%. De hecho, cuatro compañías aún no tienen ninguna mujer en su máximo órgano de gestión: Endesa, Gas Natural Fenosa, Sacyr Vallehermoso y Técnicas Reunidas. Otras 11 sólo cuentan con una. Los consejos suelen tener una quincena de miembros.

Casi todas las consejeras (42) son independientes, en teoría elegidos por su alta cualificación profesional; dominicales –representan a parte de los accionistas– hay 15 y sólo cuatro son ejecutivas. El informe del IESE e Inforpress no dice cuánto cobran estas mujeres y si su remuneración es inferior o superior a la de sus colegas varones.

Pero, según el informe anual de gobierno corporativo de las compañías del Íbex 35, que elabora la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la retribución media de un consejero en la élite de las empresas españolas fue de 522.000 euros en 2011. Todos los consejeros ganaron ese año 7,5 millones.

Hombres y mujeres en Renfe

Muy, muy lejos de los pequeños sueldos que hasta los años 60 percibían las guardesas, normalmente hijas y mujeres de empleados ferroviarios. En Renfe los vigilantes de los pasos a nivel tenían la categoría de guardabarreras si eran hombres y de guardesas si eran mujeres. En los primeros años del franquismo ambos constituían el 90% de la plantilla del gigante ferroviario.

Se trataba de un trabajo poco cualificado y muy mal pagado, sobre todo el de las guardesas, que ganaban menos que los guardabarreras por hacer exactamente el mismo trabajo. Tan escaso era el salario que a veces ni lo cobraban: lo hacía pore ellas el padre o el marido. Y cuando se casaban, se las obligaba a dejar de trabajar.

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Más sutil

Hoy la discriminación no podría desplegarse legalmente en términos tan groseros. Es mucho más sutil, destaca la catedrática Lina Gálvez. Ni siquiera hace falta buscar atajos para saltarse los convenios colectivos o las leyes laborales. Basta con no incorporar a las mujeres en determinados turnos (como los nocturnos) o excluirlas de trabajos supuestamente peligrosos (los guardias jurados que conducen furgones blindados, por ejemplo). Unos y otros permiten percibir los correspondientes pluses.

O poner trabas para que las mujeres se especialicen en urología: lo intentó un ministro de Sanidad portugués, Luís Filipe Pereira, que en 2004 pidió numerus clasusus sólo para las mujeres y sólo en esa especialidad porque los hombres sentirían pudor en presencia de una uróloga. “¿Se le ocurriría a alguien impedir a los hombres estudiar ginecología?”, se pregunta la catedrática andaluza.

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