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LA CRISIS DEL EURO

Las locomotoras europeas no tiran de las frágiles economías de los países rescatados

Ciudadanos portugueses se manifiestan contra la troika en marzo de 2013.

Los titulares han saludado las cifras del PIB alemán y francés y el tímido 0,3% de crecimiento de las economías del euro como el fin de año y medio de recesión. Y el salto de Portugal por encima de las previsiones, hasta el 1,1%, como la prueba de que la austeridad funciona. Sin embargo, la apelación a la cautela del vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, – "Espero que no haya declaraciones prematuras felicitándose de que la crisis ha terminado"– ayuda a poner las cosas en su sitio. Porque si se aleja la vista de las dos locomotoras, Francia y Alemania, y se pone la atención en los datos de los tres países rescatados, lo que se vislumbra claramente es la fragilidad de la economía europea.

La oposición y los sindicatos no han tardado en rebajar la euforia por el inopinado crecimiento del PIB portugués en el segundo trimestre, la primera cifra positiva tras dos años y medio de recesión. En realidad, la economía lusa acumula un 2% de contracción respecto al mismo trimestre de 2012. Tras el repunte de los últimos tres meses, los analistas sitúan el aumento de las exportaciones. Pero el sindicato CGTP atribuye buena parte de esa subida a los combustibles, empujados por la entrada en funcionamiento de una nueva refinería de la petrolera Galp en el sur de Lisboa.

El paro también ha experimentado una ligera bajada, del 1,3% sobre el trimestre anterior, la primera en los dos últimos años. El 16,4% de la población activa portuguesa no tiene trabajo, una cifra que se dispara hasta el 37,1% en el caso de los jóvenes. En 2009 era del 9,5%. Portugal también aprobó una reforma laboral casi al mismo tiempo que España, en febrero de 2012. El Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho abarató el despido hasta los 20 días por año trabajado, recortó el subsidio de desempleo y los días de vacaciones, además de permitir al empresario pagar horas extraordinarias como ordinarias. Fue parte de la factura que los portugueses han tenido que abonar a cambio de los 78.000 millones de euros que recibieron como rescate en abril de 2011 del FMI y la UE.

La oposición teme que los nuevos recortes anunciados para 2014, un tijeretazo de 4.800 millones de euros, incluidas rebajas en las pensiones y el despido de 30.000 funcionarios, disparen de nuevo el paro y retraigan el consumo privado. Hay que seguir recortando para cumplir con el objetivo de déficit, que es del 5,5% para este año, cuando terminó 2012 encaramado en el 6,4%. Tampoco puede presumir Portugal de su deuda, que equivale al 123,6% del PIB y ha superado en tres puntos las previsiones. Los intereses que debe pagar el Estado luso para financiarse son un lastre de primer orden: su prima de riesgo está en 454 puntos.

El 'Tigre celta', en recesión

También funciona a bandazos otro de los alumnos aplicados de la política europea de austeridad, Irlanda. Al contrario de Portugal, el antiguo Tigre celta acaba de entrar en recesión, tras dos trimestres consecutivos de PIB negativo. De enero a marzo su economía cayó un 0,6%; los tres meses anteriores ya se había contraído otro 0,2%. Curiosamente, Irlanda no estaba en recesión desde septiembre de 2008, al estallar la burbuja inmobiliaria.

Aquí también tienen la culpa las exportaciones, el motor del que depende la economía irlandesa, pero por su bajada. Las ventas al exterior se redujeron en 1.021 millones de euros, debido a la crisis de la zona euro, adonde se dirige el 40% de ellas. El 75% de sus exportaciones procede de multinacionales, uno de los pilares del milagro económico irlandés.

El sector exterior no es lo único que se ha desinflado en Irlanda. También el consumo interno ha caído un 3% en el último semestre. Y la inversión pública en infraestructuras, un apreciable 7,4%. Ambos descensos son el resultado de los ajustes emprendidos por el Gobierno de Dublín a cambio de los 85.000 millones de euros que recibió del FMI y la UE en noviembre de 2010recibió del FMI y la UE. Este año ya está en marcha el octavo plan de ahorro: 3.500 millones en recortes en sanidad, pensiones y ayudas sociales, además de nuevos impuestos y bajada de sueldos a los funcionarios.

El Ejecutivo de Dublín, que se felicita por la bajada del paro hasta el 13,7% –terminó 2012 en el 15%– y por el regreso de Irlanda a los mercados de deuda –ausente desde 2010–, confía en ser el primer país rescatado que abandone a final de este año la tutela del FMI y la Unión Europea. Su déficit es del 6,1% del PIB y debe quedar en el 3% en 2015. Irlanda comparte con Portugal una deuda pública estratosférica, equivalente al 122% del PIB, casi el doble de la que tenía en 2009. Su prima de riesgo, 207 puntos básicos.

Grecia, en coma

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Pero de los pacientes europeos el de peor pronóstico sigue siendo Grecia. No sólo lleva cinco años en recesión, sino que su PIB ha caído un 4,6% en el segundo trimestre. Es más, el país se encuentra en deflación –los precios caen– desde marzo. El IPC griego era del -2,1% en julio.

Y el paro no deja de aumentar. En julio era del 27,6%, una cifra récord en la Unión Europea, cuatro puntos superior a la de hace un año. En mayo de 2010, cuando recibió el primer rescate, de 110.000 millones de euros, la tasa era del 12%. Hoy el paro juvenil alcanza la cifra escándalo del 64,9%, casi 10 puntos porcentuales más que el año pasado. Los recortes en Grecia han sido brutales: despidos masivos de funcionarios, recortes en pensiones y salarios, aumento de impuestos, privatizaciones… Como resultado, el salario medio de los griegos se ha reducido un 30%, el precio de los transportes se ha disparado y se cobran las visitas médicas en la sanidad pública. Finalmente, uno de cada tres ciudadanos vive por debajo del umbral de la pobreza relativa. Hasta el FMI reconoció el pasado junio los “errores” del plan de austeridad que ellos mismos habían impuesto a Grecia.

En efecto, muy eficaz no debe de haber sido la fórmula empleada cuando el Bundesbank ya advierte de la necesidad de un tercer rescate griego para 2014. El segundo, en marzo de 2012, sumó 130.000 millones y una quita de 100.000 millones en la deuda pública. Sí que ha caído el déficit, el objetivo primordial de las políticas europeas, hasta el 6,6%, cuando llegó al 15,4% en 2009. Pero la deuda está desbordada en el 160,5% del PIB. Y con una prima de riesgo de 783 puntos, los griegos pagan unos intereses por financiarse imposibles de soportar.

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