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LAS SECUELAS DEL PARO

La crisis duplica en cinco años el número de emigrantes españoles

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Las cifras récord de paro y la falta de expectativas de encontrar empleo en un plazo de tiempo que permita la supervivencia –el “efecto desánimo”– echaron de España a 574.890 personas el año pasado. Ese número de ciudadanos convertidos en emigrantes duplica el dato de 2008, según la Estadística de Migraciones del INE. Cierto que la mayoría de ellos son extranjeros que retornan a sus países de origen. Aun así, 79.306 emigrantes tenían nacionalidad española, más del doble de los 33.505 que se fueron en 2008. De ellos, a su vez, 52.160 habían nacido en España, otra vez el doble de los 25.461 que salieron cinco años atrás. Es decir, la emigración de españoles expulsados por la falta de trabajo se ha doblado durante la crisis. Hacia algunos países, incluso, se ha cuadriplicado, como es el caso de Alemania.

Según el último informe trimestral de Empleo elaborado por la Unión Europea, España es el cuarto país en que más ha aumentado la emigración durante la crisis, un 55%, sólo detrás de Portugal, Chipre y Lituania. Pero si la lupa se acerca al mercado laboral, el estado de necesidad de los trabajadores españoles no tiene duda: el número de los que se han inscrito en la red EURES, el portal de internet para buscar empleo en la Unión Europea, se ha disparado un 295% entre enero de 2010 y junio de este año. De hecho, los españoles son el 27,6% de los europeos registrados, el mayor grupo nacional: 321.000 personas que buscan un empleo en el extranjero.

No es de extrañar si se tiene en cuenta que España es también el quinto país de la UE por el número de ciudadanos que quieren trabajar en otro Estado europeo: el 35%, tres puntos porcentuales más que en 2011, de acuerdo con una encuesta del Eurobarómetro del Mercado Único. Por delante, sólo Suecia, Croacia, Eslovenia y Estonia.

Para centrarse únicamente en la emigración por motivos laborales, el informe trimestral de la UE recurre a la Encuesta de Población Activa (EPA) y llega a la conclusión de que la movilidad en 2012 y 2013 se disparó respecto al bienio precedente, por culpa de la crisis, sobre todo en dos países: Grecia –un 150%– y España –un 99%–. Esa “movilidad” la mide contando el número de ciudadanos económicamente activos que llevan menos de dos años viviendo en un país de la UE distinto al suyo. Así, revela que la movilidad de rumanos y búlgaros en España ha caído del 57% al 12% entre 2009 y 2013. Mientras, la mayor parte de los emigrantes económicos del sur de Europa se dirigieron al Reino Unido –29%– y Alemania –26%–.

61.000 españoles pagan cuotas a la Seguridad Social alemana

De hecho, la inmigración a Alemania creció de 574.000 a 1,1 millones entre 2008 y 2013, un 93%. Y aunque la mayor cifra de emigrantes en términos absolutos corresponde a polacos, rumanos, búlgaros y húngaros, son los europeos del sur de Europa, los más castigados por el paro, quienes protagonizan los aumentos porcentuales más destacados. Sólo en 2013 la emigración española a Alemania ha crecido un 22%, hasta las 36.500 personas. Pero si se comparan con los datos de 2008, destaca el documento de la UE, el número de españoles se ha cuadriplicado, igual que el de los griegos.

Es más, el pasado mayo pagaban cuotas a la Seguridad Social alemana un total de 61.000 españoles, un 58% más que en 2010, el doble de lo que han crecido italianos, portugueses e incluso griegos. Eso sí, en términos absolutos, los contribuyentes más numerosos a las arcas de Angela Merkel son los emigrantes polacos y rumanos.

En los registros de la Seguridad Social británica son 45.600 los españoles inscritos, apenas un centenar más que en 2012, pero aun así componen el tercer grupo nacional de trabajadores extranjeros tras polacos –101.900–y rumanos –46.900–.

Tomando como referencia las cifras del INE sólo sobre los emigrantes de nacionalidad española nacidos en España, las salidas se han duplicado hacia el Reino Unido desde 2008. También hacia Estados Unidos. El informe de la UE destaca el aumento de los visados concedidos a trabajadores temporales procedentes de España, Italia e Irlanda. En el caso español, se han concedido un 91% más de visados L-1, para traslados dentro de la empresa, un 46% más de J-1, para investigadores universitarios, por ejemplo, y un 15% de H-1B, solicitadas por empresas. Si en 2008 salieron hacia Estados Unidos 2.885 trabajadores españoles, en 2013 la cifra ha crecido un 43%. Más espectaculares aún son las cifras de Brasil, que ha triplicado desde 2008 el número de emigrantes españoles: de sólo 378 a 1.257, según el INE. Sólo los superan los portugueses.

Hasta Australia, incluso, llegan los españoles a la búsqueda de un empleo: entre 2007 y 2013 la cifra de trabajadores españoles se ha disparado un 198% los fijos y un 161% los temporales. Naturalmente, las cifras absolutas son pequeñas: entre ambos tipos apenas alcanzan las 1.100 personas. Finalmente, el informe de la UE destaca el caso de Noruega como país receptor de emigrantes empujados por la crisis en sus países de origen. Entre 2009 y 2014 la cifra de residentes españoles ha subido nada menos que un 219%: casi 4.000 más.

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Hombres, jóvenes, universitarios, temporales y sin ayudas

Según el estudio de Bruselas, 10 millones de europeos en edad de trabajar viven en un país distinto al que nacieron. Desde 2009, con la crisis, la mayoría de quienes decidieron buscar sustento en el extranjero eran hombres –el 56%– y jóvenes –el 63% tiene entre 15 y 34 años–. Además, cada vez poseen mayor cualificación académica y profesional. Los de nivel educativo superior eran sólo el 27% de los emigrantes intracomunitarios en 2008, pero ahora se elevan al 41%. Y se reducen los de menor nivel entre aquellos que abandonan los países del sur de Europa: la mitad de ellos tienen títulos de posgrado; hace cinco años eran sólo el 37%. La consecuencia inmediata es que esos trabajadores están sobrecualificados para los empleos a los que terminan accediendo en los países de destino.

Porque el retrato del emigrante europeo que dibuja la UE tampoco resulta muy esperanzador: tienen más contratos temporales y a tiempo parcial que los trabajadores nacionales, el riesgo que corren de ser despedidos también es mayor y se registran menos en los servicios públicos de empleo. En consecuencia, cobran menos subsidios por desempleo y ayudas sociales o familiares. Por el contrario, tardan menos tiempo en encontrar otro trabajo tras quedarse en el paro: el desempleo de larga duración –llevar más de un año sin trabajar– es patrimonio de la mano de obra nativa.nativa

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