LOS ABUSOS DE LAS EMPRESAS

Una filial del Banco Santander despide a 157 trabajadores para sustituirlos por una máquina

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Grupo Konecta, filial del Banco Santander y una de las principales empresas de telemárketing españolas, va a despedir el próximo día 10 a 157 trabajadores del servicio telefónico de activación de tarjetas con que cuenta la entidad de Ana Patricia Botín. Los sustituirá por una máquina, en realidad un sistema automatizado llamado IVR (Respuesta de Voz Interactiva por sus siglas en inglés). El comité de empresa, integrado por CGT, CCOO y USO, exige a Konecta, que emplea a 23.144 personas, de ellas 12.000 en España, que reubique a estos trabajadores en alguno de los múltiples servicios que presta para otras empresas y administraciones. Y han convocado una huelga indefinida a partir del próximo día 6.

Tanto Grupo Konecta como Banco Santander han declinado dar a infoLibre su punto de vista sobre el conflicto.

Pese a la sustitución del elemento humano por el ordenador, el servicio no se suprime. Pero sólo se salvarán del despido 19 trabajadores, los únicos que tienen la condición de indefinidos. El resto, con contratos por obra y servicio, se quedarán en la calle. Recibirán ocho días por año trabajado de indemnización, pese a que buena parte de ellos suman antigüedades de 10 y 15 años, explica el responsable de Telemarketing de CGT, Santiago Alonso.

El comité ha presentado tres denuncias ante la Inspección de Trabajo: los sindicatos aseguran que Konecta ha hecho una aplicación “torticera” del artículo 17 del convenio colectivo de telemarketing para desprenderse de estos trabajadores. Según ese artículo, las empresas del sector pueden reducir sus plantillas si sufren una “disminución real del volumen de la obra o servicio contratado”. Pero antes deberán justificar esa caída de la carga de trabajo median un “histórico de producción” de los últimos 12 meses que permita comparar e incluya el número de llamadas entrantes, atendidas y no atendidas, por días de la semana, semanas y meses; el número de operadores por periodos y turnos; la media de llamadas atendidas por operador y día, y el tiempo medio de atención de llamada atendida. “Obviamente”, concluye Santiago, “éste no es el caso de este servicio”.

Por el contrario, CGT cree que la empresa debería haber abierto un procedimiento de despido colectivo, tal y como está regulado en el artículo 51 del Estatuto de los Trabajadores, por causas organizativas, técnicas y de producción. Además de utilizar el nuevo sistema automático, el servicio de activación de tarjetas del Santander dejará de funcionar los domingos y de ofrecer atención comercial a los usuarios. Los 19 trabajadores que se quedan lo harán para atender a las personas que no sean capaces de utilizar el nuevo sistema y prefieran hablar con una persona en lugar de contestar a una voz pregrabada. 

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Los sindicatos, que se reúnen este miércoles con la empresa en los Servicios de Mediación y Arbitraje (SIMA), piden a Konecta que reubique en otros de sus múltiples servicios a estos trabajadores, repartidos en dos centros, en Madrid y Sevilla, la mayoría mujeres y con unos sueldos que apenas superan los 900 euros al mes. “Cada año Konecta contrata a cientos de personas”, apunta Santiago Alonso, “por tanto, no debería tener problemas para recontratar a los de este servicio, ya formados y con experiencia”. Los trabajadores del servicio acudieron el lunes a sus puestos de trabajo vestidos de negro. El martes llevaron sus facturas domésticas y el miércoles harán lo mismo con sus fotos familiares.

Grupo Konecta, propiedad al 51% del Banco Santander, facturó 400 millones de euros en 2014. Tiene negocios en nueve países del mundo, además de España, desde Reino Unido hasta Argentina. En 2013 contrató a 2.424 trabajadores sólo en España. En 2013 anunció un resultado operativo de 33,4 millones de euros. Según su presidente, José María Pacheco, “lleva cinco años creciendo a un ritmo del 16%”. En un desayuno informativo organizado por la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE) el pasado marzo, Pacheco situó sus previsiones de facturación hasta 2016 en 650 millones de euros, con un resultado operativo de 66,4 millones y una plantilla que para entonces debería alcanzar los 35.000 empleados.

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