ABUSOS LABORALES

Empleo sanciona a una empresa por cobrar cursos de formación a sus nuevos empleados a cambio de un contrato

Pilotos de helicópteros: cuando el 'low cost' significa pagar por trabajar

La Inspección de Trabajo ha abierto un proceso sancionador por infracción grave a la empresa Inaer, el principal operador de helicópteros de Europa, por cobrar 13.100 euros por dos cursos a sus nuevos pilotos a cambio de un contrato temporal y un sueldo base bruto de 857 euros.

La Inspección considera que los contratos que ofrece Inaer a los pilotos de la lucha contraincendios vulneran los derechos de los trabajadores. De hecho, dictamina que estos “contratos de difícil calificación” son “una práctica ilícita”. Una infracción grave implica una sanción de entre 626 y 6.250 euros. Los contratos fueron denunciados por el Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos (SLTA). También el sindicatos de pilotos SEPLA considera esta práctica “carente de ética”: da más oportunidades no a quien más méritos tiene sino a quienes pueden pagar los curso.

La compañía, que aglutina al 90% del sector en España y pertenece a la multinacional británica Babcock International Group, obliga a quien quiera trabajar para ella a pagarse los cursos de habilitación y de lucha contraincendios necesarios para subirse a bordo de sus aparatos. Una práctica ya extendida entre las aerolíneas comerciales desde que la introdujeron a comienzos de siglo las compañías low cost. Pero que entre los pilotos de helicópteros de emergencias, que a través de Inaer trabajan para las administraciones públicas, es nueva.

En sus contratos, Inaer cifra el importe del curso de habilitación en 24.550 euros y en 14.370 euros el de lucha contraincendios para un helicóptero Bell 412. Todos los pilotos deben recibir un curso que les instruye en las características concretas del modelo de aeronave con el que van a trabajar. Dura un par de semanas, pero Inaer lo ha tasado casi al mismo precio que el obligatorio para los aviones comerciales, que dura dos meses.

Un contrato por obra para ocho meses en dos años

A cambio, la empresa ofrece s sus futuros pilotos contratos temporales, de obra y servicio, de sólo dos temporadas de duración. Cada temporada son cuatro meses. El resto del año, el piloto va al paro. Además, sus sueldos son mucho más bajos que los que cobran los pilotos comerciales: un salario base de 857 euros brutos al mes más una dieta diaria de 36 euros por desplazarse a más de 600 kilómetros de su destino. El puesto ofrecido, en realidad, ni siquiera es de piloto, sino de tripulante. Sólo al cabo de tres años de vuelo conseguirá la categoría de copiloto. Y sólo entonces deberá aplicar los conocimientos adquiridos en el curso de habilitación. Como tripulante, su trabajo consiste en avisar al piloto de la proximidad de obstáculos cuando apagan el fuego o colaborar en las tareas de carga.

Con esos salarios deben pagar a Inaer 13.100 euros (7.000 euros del curso de habilitación y 6.100 euros por el de lucha contraincendios) porque la empresa concede a los futuros tripulantes una “subvención” (sic) de 25.820 euros –17.550 de la habilitación y 8.270 euros del curso de lucha contraincendios–. Como fórmula de pago, Inaer permite elegir entre hacerlo al contado o descontarlo de la nómina.

El contrato incluye también un compromiso de permanencia por dos campañas. Si el tripulante es despedido de forma procedente o por razones disciplinarias, debe abonar a la empresa el curso completo o, si deja la empresa antes de que acabe la segunda campaña, la parte que no haya terminado de pagar. Inaer, incluso, puede pedirle que abone “otros daños y perjuicios” que ni especifica ni cuantifica. También tendrá que pagarle el curso completo a la compañía si lo suspende.

Ni es formación profesional ni da un plus de cualificación

Según la Inspección de Trabajo, el coste del curso de habilitación no puede considerarse formación profesional en los términos en que la define el Estatuto de los Trabajadores, puesto que viene “obligado por el tipo de helicóptero que Inaer ofertó para conseguir el contrato” del Ministerio de Agricultura. Y la formación en lucha contraincendios debería pagarla la empresa “porque es necesaria para la prestación del servicio que Inaer ofertó, no es necesaria para el trabajador”.

Además, el inspector explica que la habilitación para el helicóptero Bell 412 “no constituye formación especializada ya que sólo es válida para un año”. Así, el piloto debe renovarla cada año “con un coste añadido de 10.000 euros y, por tanto, no aporta al trabajador plus de cualificación alguno”.

El hecho de que el futuro piloto deba pagar esos cursos resulta ser “una retribución en especie obligada”, que la ley prohíbe y que, indica el inspector, forma parte del salario.

Finalmente, la Inspección rechaza que sea legal incluir en el contrato una cláusula de permanencia, porque los cursos no son “formación especializada”, sino “un simple requisito para conducir determinados vehículos en una determinada empresa”. En este punto la Inspección se apoya en una sentencia del Tribunal Supremo sobre maquinistas ferroviarios.

Pide sus contratos con la Administración

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El 90% del negocio de Inaer procede de contratos con las administraciones públicas. Sus helicópteros combaten los incendios a las órdenes del Ministerio de Agricultura o se dedican al salvamento marítimo subcontratados por el Ministerio de Fomento, o las emergencias médicas al servicio de las comunidades autónomas, por ejemplo. La Inspección ha requerido a la empresa para que le proporcione los pliegos de condiciones de los concursos de lucha contraincendios que le han adjudicado las diferentes administraciones públicas, así como las ofertas que presentó, porque a su juicio tienen “especial trascendencia respecto de los hechos denunciados”.

Sólo el último contrato del Ministerio de Agricultura ganado por esta empresa para la campaña contraincendios ascendía a 30,26 millones de euros. Inaer también lleva desde 2012 prestando el servicio de salvamento marítimo para Fomento gracias a un contrato de 160 millones de euros.

Inaer cuenta con una plantilla de 1.300 trabajadores, de los cuales 350 son pilotos–11 mujeres–, y con una flota de 128 helicópteros. La mayoría de sus máquinas, 77, se destinan a la lucha contraincendios.

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