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Precariedad laboral

El escalón más bajo de los falsos autónomos del sector cárnico: las mujeres cobran la mitad que los hombres

Una sala de empaquetado de la factoría de Faccsa-Prolongo en Málaga.

José Cristóbal Jiménez Díaz

Las 60 encargadas de empaquetar la carne que sale de la fábrica malagueña de Faccsa-Prolongo cobran poco más de 700 euros netos al mes, casi tres veces menos que sus compañeros varones, quienes sobrepasan los 1.700 euros. infoLibre ha tenido acceso a las nóminas –técnicamente, “haberes a cuenta del retorno cooperativo”– de unos y otras y sólo varían en la cantidad abonada: no existe ninguna otra distinción por categoría laboral o tiempo de trabajo que justifique la disparidad. Tanto mujeres como hombres trabajan en realidad para Servicarne, una cooperativa de trabajo asociado que posee más de 5.000 socios trabajadores distribuidos en fábricas cárnicas de toda España. 850 de ellos prestan su servicio en la malagueña de Faccsa-Prolongo, que ha subcontratado a la cooperativa para surtirse de personal. Tras ser denunciada por el sindicato CCOO, la Inspección de Trabajo ordenó dar de alta como asalariados a estos cooperativistas, a los que considera falsos autónomosfalsos autónomos.

Con unas instalaciones de 45.000 metros cuadrados, Faccsa-Prolongo factura al año 210 millones de euros y exporta a 16 países distintos. Elabora más de 300.000 jamones al año. Francisco Requena, adjunto a la dirección de la factoría, declara a este diario que ellos pagan a Servicarne según lo que produzcan, y ésta es la que fija el sueldo de los empleados. La cooperativa, por su parte, dice a través de un portavoz que desconoce el caso en concreto de esta fábrica, pero asegura que “la media del sueldo en la cooperativa es de 1.800 euros” y que esos pagos a las mujeres se deben a que “a lo mejor puede que no hagan las ocho horas, que hagan menos”. Sin embargo, infoLibre ha podido constatar de forma presencial y con testimonios de personas que no tienen relación entre sí, tanto hombres como mujeres, que las empleadas de la sección de empaquetado cumplen una jornada laboral superior a las nueve horas. Además, según explican las trabajadoras, a nadie se permite hacer turnos parciales, o trabajar menos de seis días a la semana. Todas cumplen los mismos turnos. Completos.

Andrés Gato, responsable del sector agroalimentario de CCOO en Málaga, denunció públicamente la pésima situación de los trabajadores y trabajadoras de la fábrica Faccsa-Prolongo. Asegura que se abusa de todos. Gracias a que son cooperativistas autónomos, su jornada laboral no tiene por qué ceñirse a las ocho horas, sino que deben trabajar todo el tiempo que se les requiera. Al estar dados de alta como autónomos, tanto ellas como ellos, carecen de derechos básicos tales como vacaciones pagadas, desempleo, o indemnización por despido.

Pero en el caso de las mujeres, la precariedad va un paso más allá, apunta el sindicalista: “Los hombres sí reciben un salario acorde con lo que marca el convenio si fuesen trabajadores en nómina, pero en el caso de las empleadas las cuantías están muy por debajo. Están más perjudicadas”. El salario mínimo legal por cuenta ajena en la industria cárnica en 2017 se fijó en 1.333,77 euros brutos mensuales. A los que habría que sumar el plus de antigüedad, las pagas extraordinarias y horas extras. Éste es el sueldo que deberían tener, como mínimo, las trabajadoras de la fabrica si hubieran sido dadas de alta como asalariadas. Sin embargo, al ser subcontratadas como autónomas a través de Servicarne, las empleadas de la fabrica malagueña reciben unas cuantías de poco más de 700 euros, una vez descontados los impuestos. Así que, aun cuando las empleadas tuviesen la categoría profesional más baja de las que existen en el sector –peón– y no cobrasen ningún complemento, su salario seguiría estando muy por debajo del que debería ser por ley. CCOO, dice Gato, planea reclamar la diferencia entre las cuantías cobradas por las empleadas y el que debería ser su sueldo como trabajadoras por cuenta ajena.

El responsable sindical resalta que utilizar falsos autónomos constituye una estratagema para pagar menos: “La cooperativa ha fijado un precio en función de las distintas salas donde la gente esta trabajando. Aquí se produce una discriminación flagrante con las mujeres, ya que su sueldo está negociado muy a la baja en comparación con los demás”. Con respecto a la categoría laboral, aclara que “todos tienen la misma, socios cooperativistas, pero cada uno desempeña una función diferente”. Dice que le gustaría saber quién ha hecho la negociación de los precios de la hora trabajada para averiguar por qué hay tanto desequilibrio entre unos empleos y otros. “Cualquier trabajo en la cárnica es muy duro, tanto matar al cerdo como trabajar empaquetando la carne a temperaturas de congelador”, advierte.

A preguntas de este periódico, Requena precisa que los trabajos “se tarifican por su dificultad y especialización” y se “retribuyen por unidades”. “En ningún caso se contempla una diferencia de tarifa en función de que sea un hombre o una mujer quien lo realice”, explica por correo electrónico. Ni esa tarifa ni el número de unidades producidas figuran en los haberes de hombres y mujeres a los que ha tenido acceso infoLibre.

Sólo para empaquetar carne

Pese a ser autónomas, no son ellas las que ponen el precio a su trabajo, sino que es la empresa la que lo impone. Si no están de acuerdo con lo que hay, la respuesta del jefe es clara: “Hay un montón de sitios para trabajar, a 20 kilómetros está la Costa del Sol”, contesta el adjunto a la dirección de la fábrica Prolongo a este diario. “Yo no conozco el sueldo de ellas”, añade, “nosotros le pagamos a la cooperativa el dinero que acordamos y ellos son los que reparten entre sus socios, llame usted a la cooperativa”. Servicarne no ha contestado a las preguntas que este periódico le envió sobre su funcionamiento en Málaga.

De nuevo por correo electrónico Francisco Requena subraya que Faccsa Prolongo “no interviene en la organización del trabajo”, sino que es la cooperativa la que lo hace “para dar cumplimiento al contrato mercantil” que ambas han suscrito.

En vista de los bajos salarios, son muchas las empleadas que quieren cambiar su lugar de trabajo en la planta cárnica para cobrar un sueldo como el de los hombres. Pero sus peticiones nunca han sido escuchadas. Varios empleados con sueldos de 1.700 euros aseguran que jamás han visto trabajar a una mujer en la sección de despiece donde ellos se encuentran, a pesar de que continuamente se está renovando al personal. Todos los que llegan son hombres. No se permite a las mujeres desempeñar las labores de matanza. Sólo empaquetar carne a temperaturas en torno a 0º, una tarea que la fábrica y la cooperativa consideran que debe ser pagada con un 60% menos de sueldo. El responsable de Faccsa Prolongo lo niega: “Hay mujeres prestando servicios en la sala de despiece”.

Trabajadoras y antiguas empleadas de la planta cárnica cuentan a este periódico bajo la condición de anonimato que ya desde la entrevista a la que fueron sometidas en el proceso de selección de personal notaban que las condiciones laborales eran machistas. “¿Tienes novio?, ¿Te gustaría tener hijos?”. Incluso “¿a qué partido votas?” fueron algunas de las preguntas a las que fueron sometidas. Era la carta de bienvenida a un empleo que consiste en empaquetar en un congelador gigante la carne que más tarde sale al mercado.

Control extremo de la jornada laboral

La jornada laboral de ellas empieza a las 10 de la mañana y no tiene hora fija de salida. Si hay muchos pedidos, tienen que trabajar hasta medianoche. Lo que las deja sin posibilidad de conciliar su vida laboral con la personal y familiar. Sólo descansan los sábados porque, según les dice su jefe de sala, “descansar los domingos es un privilegio”. El ritmo es tan alto que la empresa, con el fin de ahorrar tiempo, les permite fumar dentro de la sala comedor de la fábrica. De lo contrario, deben salir al exterior, para lo que es necesario despojarse de la indumentaria con la que soportan las bajas temperaturas. Para no perder esos minutos, los jefes de sala –no hay ninguna mujer que lo sea– accedieron a dejarles fumar en el lugar donde comen, siempre y cuando no haya programadas visitas de algún cliente, o inspecciones, cuya fecha –dicen– conocen con antelación.

Francisco Requena niega que se fume dentro del edificio. Sobre las inspecciones, se remite a los “protocolos” de la Administración. Y replica que “sólo a veces se trabaja puntualmente seis días, el turno es variable”. “Lo que nos permite la opción de contratar los servicios con Servicarne es tener esa flexibilidad. No es tan fácil contratar más gente para reducir la carga de trabajo sobre cada empleado, hablamos con ellos y quieren trabajar más tiempo para ganar más dinero. No obligamos a nadie a trabajar aquí”, asegura. También dice que se respetan los descansos legalmente establecidos, sin distinción por sexos.

Los trabajadores insisten en que el control sobre la jornada laboral es extremo. “Tenía que ticar hasta para ir a cambiarme de compresa”ticar, asegura una antigua empleada. Francisco Requena admite a este periódico que él no tiene que fichar cuando va al baño: “Sólo ficho cuando entro y salgo, no sé cuándo tienen que hacerlo las empleadas. Ese control de asistencia es de Servicarne”.

Limpian ellas

Algunos de los hombres que trabajan en la parte de la fábrica donde sacrifican a los cerdos explican que disponen de un servicio externo que recoge sus monos de trabajo todos los días y les proporciona indumentaria limpia. Las empleadas, por el contrario, nunca han disfrutado de él. En su único día de descanso, tienen que aprovechar para lavar la ropa en su propia casa. Además, las trabajadoras de la sala blanca, como llaman al área donde empaquetan la carne, tienen que turnarse para limpiar. En el resto de la fábrica es una empresa auxiliar de higiene la que se encarga. El director adjunto de la fábrica confirma que en la sección donde trabajan los hombres sí existe un servicio de alquiler y limpieza de “monos de trabajo”; en la zona donde trabajan las mujeres dice no saber si también lo hay: “A los hombres sí se que se les lava. Sobre las mujeres, pues no sé lo que ocurre”. Después, por correo electrónico, contesta que sólo se lavan los monos de las secciones productivas donde se utilizan.

Además, hace poco a las mujeres les suprimieron parte del atuendo especial que necesitan para realizar su labor en una sala donde la temperatura apenas rebasa los cero grados. Sólo les proporcionan un chaquetón, el resto de la indumentaria, como camisetas interiores, tienen que comprarlas ellas. Antes les daban calcetines térmicos, pero luego se los quitaron, así que las trabajadoras tienen que pagárselos con su sueldo. Doce euros cada par. “A cada socio se le facilita la ropa de trabajo y los equipos de protección necesarios según los requerimientos de calidad y producción, teniendo en cuenta la naturaleza del trabajo y sin distinción por sexos ni reducción de los equipos por ningún contexto”, replica Francisco Requena a los testimonios de las trabajadoras.

Sanción recurrida, iniciativas parlamentarias

Tras la denuncia de CCOO, la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS) empezó a dar de alta progresivamente como trabajadores por cuenta ajena a los falsos autónomos de Servicarne que desempeñan su labor en distintas fábricas cárnicas de España.

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También en la malagueña Faccsa-Prolongo, que debería abonar con carácter retroactivo el importe de las cuotas a la Seguridad Social no pagadas durante los últimos cuatro años, el máximo exigible. Francisco Requena asegura que la empresa ha recurrido la sanción y que las altas “están suspendidas” mientras deciden los jueces. Por su parte, la cooperativa Servicarne argumenta que el acta de la Inspección “es una resolución de oficio” y que no está de acuerdo con ella “porque los trabajadores quieren ser cooperativistas”. Sin embargo, los trabajadores y trabajadoras recalcan a este diario que la declaración donde consta que quieren ser cooperativistas en lugar de trabajadores por cuenta ajena fue firmada por obligación. No les dieron a elegir. Servicarne añade que ya ha tenido varias sentencias judiciales a su favor, la última del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, por lo que también en esta ocasión esperan ganar el litigio.

El representante de CCOO, Andrés Gato, explica que la cooperativa está dirigida por jefes que tienen una estrecha relación con las fábricas del sector cárnico, lo que hace que en la negociación de los precios del trabajo primen los intereses de las empresas productoras, en lugar del de los empleados a quienes supuestamente representa la cooperativa. La CNT también denuncia que los trabajadores no toman parte en las decisiones de la cooperativa. Sólo acuden a las asambleas los jefes de equipo, quienes deciden con un poder firmado por los diferentes empleados que tienen a su cargo. Varios trabajadores y trabajadoras de Faccsa–Prolongo confirman a este diario que la firma de ese poder es por imposición, ya que no tienen medios para acudir a las asambleas, ni se les libera de su jornada laboral para que puedan hacerlo.

El pasado 27 de junio, los diputados malagueños del grupo Unidos Podemos, Eva García y Alberto Montero, presentaron una batería de preguntas en el Congreso para que el Gobierno dé a conocer cómo piensa actuar con los falsos autónomos de Servicarne. Eva García avanza que también está preparando un nuevo documento sobre la discriminación laboral de las mujeres en la cooperativa. Este escrito será presentado en el Parlamento andaluz. Los parlamentarios esperan que ambos ejecutivos, nacional y autonómico, actúen conforme a la situación y no se laven las manos.

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