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Elecciones europeas

Tsipras: “Hay que restablecer la democracia en las instituciones europeas”

Alexis Tsipras, líder de Syriza, en una reunión con el Grupo de la Izquierda Europea en septiembre de 2012.

Alexis Tsipras (Atenas, 1974), presidente de Syriza, es el candidato del Partido de la Izquierda Europea a dirigir la Comisión. El líder de la formación griega, que obtuvo unos resultados espectaculares en junio de 2012, casi el 27% de los votos y 71 escaños en el Parlamento griego, ha presentado recientemente en Bruselas y París la campaña de su partido. Del 22 al 25 de mayo, los electores de los 28 Estados miembros de la UE están llamados a elegir un nuevo Parlamento Europeo.

PREGUNTA: Como candidato de la Izquierda Europea a presidir la Comisión, ¿cuál es su programa?

RESPUESTA: El eje central de nuestra campaña es la necesidad de cambiar la política económica de la Unión Europea y restablecer la democracia. Pienso que Europa se encuentra en una encrucijada: las políticas que se han llevado a cabo estos años han conducido a los pueblos a un callejón sin salida; en algunos países estamos ante una crisis humanitaria y en la mayor parte de los países europeos estamos ante una crisis de cohesión social. Esto no puede seguir así.

Al mismo tiempo, estamos en un momento en el que el concepto de democracia y de soberanía popular se cuestionan. Las decisiones las toman a puerta cerrada grupos minoritarios de personas donde ministros de Economía o primeros ministros deciden arremeter contra el pueblo sin previo aviso. Y las intervenciones de la troika [la Comisión Europea, el Banco Central Europea y el Fondo Monetario Internacional], un órgano al margen de las instituciones que no tiene que rendir cuentas a nadie, han sido devastadoras.

Nuestras dos batallas principales son: una alternativa a la austeridad y el restablecimiento de la democracia. En estas elecciones, la izquierda se dirige a un auditorio bastante más numeroso que el existentes en otras ocasiones porque estos dos ejes coinciden con convicciones y fuerzas sociales que antes no tenían nada que ver con la izquierda, pero comprenden a día de hoy que Europa se encuentra en una encrucijada y no puede seguir rigiéndose por la austeridad.

P.: Su candidatura significa que, pese a todo, avala las instituciones europeas…

R.: El hecho de que, por primera vez, en estas elecciones, el presidente de la Comisión lo elija el Parlamento Europeo, es un cambio positivo. Esto no quiere decir que la forma en la que se han tomado las decisiones en la Comisión, o que el debilitamiento creciente del papel del Parlamento, sean justos. Pero hay que reconocer que se ha tomado una decisión positiva.

La verdad es que queremos cambiar muchas cosas en Europa. ¡Queremos cambiar el marco europeo! No avalamos ni las estructuras actuales ni la política que se lleva a cabo en estos momentos, pero esto no quiere decir que debamos abstenernos a la hora de manifestar nuestra opinión… Imagínese un partido que quiere cambiar la política de su país y cambiar el funcionamiento del Estado. Con el pretexto de que no está de acuerdo con sus estructuras de gobierno, ¿no debería participar en las elecciones? Para nosotros, no existe el dilema, aceptamos el desafío de esta Presidencia de la Comisión.

La izquierda europea actual ya no tiene un papel secundario, no es una fuerza periférica, para disfrute de unos pocos… Es una fuerza que quiere gobernar y así lo van a evidenciar los resultados electorales: el Partido de Izquierda Europea será la tercera fuerza política en el Parlamento Europeo por detrás de los socialdemócratas y de la derecha del Partido Popular Europeo. Quedará por delante de los liberales y de los Verdes, lo que quiere decir que en el periodo que se avecina, va a tener un papel clave en la pugna de la construcción de una nueva Europa.

P.: ¿Qué se puede cambiar a día de hoy en Europa?

R.: En primer lugar, hay que poner fin de forma inmediata a los programas de austeridad, que han fracasado, tanto en el plano social, como en términos puramente económicos. Si no acabamos con ellos, ponemos en peligro Europa mismo y el euro. También tenemos que ser conscientes de que el debate sobre el futuro de Europa no se puede hacer sin los electores: los grandes cambios de los que se habla a día de hoy sobre el futuro de Europa no se pueden hacer sin la legitimación de los pueblos, sin su voto.

Por otro lado, en los criterios del Pacto de estabilidad, hay que de dejar de tomar en consideración únicamente los indicadores económicos. No veo porqué tenemos que alcanzar todos el 3% del déficit público, que la deuda represente el 60% del PIB, que la inflación sea del 2%... ¡sin considerar como indicador de viabilidad las cifras del paro o los salarios mínimos! Un país puede alcanzar el límite del 3% en el déficit público igualando completamente la sociedad… ¡Esto no quiere decir que es un país viable! Europa debe iniciar un verdadero cambio de rumbo social para orientarse a la justicia social y a la solidaridad.

Por último, es hora de salir de la trampa de la deuda. Europa es prisionera de la deuda, la mitad del continente le debe a la otra mitad y esta situación bloquea toda perspectiva de crecimiento. Hay que convocar a una conferencia europea sobre la deuda pública y tomar una decisión como se hizo con Alemania en la conferencia de Londres de 1953. Condonación de una gran parte de la deuda, moratoria sobre el pago de los intereses, armonización de la devolución en función de la recuperación económica. Hay que poner punto y final a la devolución mientras que el país siga en recesión… En mi opinión, es la única forma de recuperar la cohesión social pero también la confianza de los ciudadanos y la de los inversores.

P.: Con respecto a la deuda griega, ¿de qué condonación estaríamos hablando?

R.: Para ser exactos, ya está establecido un límite, impuesto por el Pacto Europeo de Estabilidad, que dice que la deuda viable es del 60% del PIB… Si queremos una deuda griega viable, se debe condonar la parte correspondiente para que se sitúe en el 60% del PIB y que Grecia pueda retomar con ello la senda del crecimiento y pueda reconstruir su base productiva.

P.: El viernes 11 de abril, mientras usted se encontraba en París, Angela Merkel estaba en Atenas. Es la segunda vez que se desplaza a la capital griega adonde Wolfgang Schäuble también se desplazó el año pasado. ¿Qué significado tiene esta visita?

R.: De entrada, Angela Merkel tiene gran interés por mostrar su apoyo al que es su portavoz en Atenas, Samarás. Pero esto también significa que Angela Merkel le tiene mucho miedo a Syriza, de ahí que le dé tanto peso a Samaras. Además, esto supone que Grecia es un país muy importante para la señora Merkel porque es precisamente en Grecia donde se puede romper la cadena del consentimiento político. Puede haber un nuevo Gobierno en Atenas y pretender una negociación real para poner punto y final a la austeridad… Esto va a suceder muy pronto en Grecia.

P.: La llegada al Gobierno del SPD en Alemania, mano a mano con la CDU de Angela Merkel, ¿no va a provocar una reorientación, más social, de su política?

R.: No lo creo. La socialdemocracia ha llevado a cabo una mutación en Europa. A día de hoy, tenemos tres proposiciones políticas diferentes:

La primera es la proposición común del SPD y de la CDU. A pesar de las diferentes alternativas, estos partidos, y con ellos el PSE y el PPE, estiman que no hay más vías alternativas que la senda de la austeridad. Así que los incluyo a todos dentro del mismo saco: defienden las mismas políticas neoliberales y solo creen en la austeridad.

La segunda propuesta es la de la extrema derecha populista que quiere destruir la Unión Europea y volver al Estado-nación, a las monedas nacionales. Esto no responde a las necesidades fundamentales surgidas como consecuencia de los estragos causados por la austeridad porque incluso, aunque volvamos al Estado-nación, no serán los pueblos los que salgan vencedores en esta competición monetaria, sino el capital financiero.

Hay una tercera alternativa, la de la izquierda europea. No se trata de destruir, sino de cambiar Europa. Además, pienso que esta alternativa responde a los valores fundadores de Europa, la solidaridad, la cooperación, la cohesión social y la democracia. Por tanto, somos una fuerza verdaderamente eurófila, no reconocemos fronteras geográficas en el interior de Europa, solo fronteras sociales. Nuestros adversarios por el contrario, la derecha europea del PPE y los socialdemócratas del PSE, constituyen fuerzas antieuropeas con respecto a los daños humanos que causan, y le hacen, de este modo, el juego a la extrema derecha.

P.: En lo que respecta a la política francesa actual… Ha visto la reorganización gubernamental, la salida de los Verdes del Gobierno…

R.: Sí, han llegado los azules… (risas)

P.: … Pero se ve también incluso en las filas socialistas diputados que ya no avalan la política de Hollande ni este nuevo Gobierno. ¿No encuentra analogías con la hemorragia sufrida por el PASOK, el partido socialista griego, desde el inicio de las políticas de austeridad en 2010?

R.: A decir verdad, el caso del Pasok es muy particular. Los socialistas se han hundido porque fue el primer partido que introdujo, concretó y refrendó una política que se ha revelado una catástrofe social para las clases a las que representaba. Después, este partido ha aceptado gobernar con la derecha, e incluso con parte de la extrema derecha, ya que el Gobierno de Samarás en el que está presente el Pasok (desde junio de 2012) es un Ejecutivo influido por la extrema derecha, tal y como ha puesto de manifiesto recientemente el vídeo que evidenciaba las estrechas relaciones existentes entre el hombre fuerte de Samarás y Amanecer Dorado.

El Gobierno de Hollande no solo ha decepcionado a los franceses, también a todos los europeos que, con su elección, esperaban un importante cambio en Europa. Ahora bien, en lugar de tomar consciencia de que su fracaso, en beneficio de la derecha en las elecciones municipales, se debe al incumplimiento de sus promesas y a que no ha llevado a cabo una política de izquierdas, Hollande ha entendido exactamente lo contrario: que no ha llevado a cabo una política suficientemente de derechas para poder atraer a los votantes de derechas. Esto le conduce a un nuevo viraje a la derecha, una vez más. Como si se aproximase a un precipicio, y en lugar de girar el volante, pisara de nuevo el acelerador… El Partido Socialista francés debería prestar un poco más de atención visto lo ocurrido con el Pasok. Cuando se abandona a las clases sociales a las que tradicionalmente representa, a saber las clases medias y los trabajadores, se las está poniendo en bandeja, como presas a la extrema derecha. Un partido socialista que hace políticas de derechas solo le da puntos a la derecha, no al Partido Socialista.

Con Papandreu, se tomaron medidas sin parangón en Europa. Fueron medidas mucho más severas que las en estos momentos se dan en Francia. Sin embargo, existe una similitud: en Francia como en Grecia, es un socialista el que ha impuesto medidas más duras que las que llevó a cabo la derecha que le precedió en el cargo y, ello, aún cuando fue un programa que hablaba de hacer pagar más a los más ricos… Ahora bien, son las clases medias las que soportan mayor carga impositiva y, al mismo tiempo, se agasaja a las empresas rebajando las cotizaciones sociales. El peso de esta política recae en las clases que tradicionalmente constituían el electorado del partido, es una catástrofe para un partido socialista.

El Pasok es un caso aparte, pero se puede observar una tendencia similar, incluso si el resultado final obtenido por el PS es más favorable que el 4% actual del Pasok… En cualquier caso, el PS corre el riesgo de perder todavía más votos en las elecciones europeas que en las municipales. Mientras, no sé lo que va a hacer Hollande. ¿Va a cambiar a Valls para designar a un primer ministro de la UMP…?

P.: Ante las disensiones aparecidas en Francia, en el seno del Frente de Izquierda, especialmente durante las municipales, ¿qué consejos le daría a la izquierda francesa, usted que preside un partido que tiene su origen en una coalición e integrado por diferentes corrientes?

R.: Es preciso que la izquierda alternativa en Francia siga el mismo modelo que la izquierda griega, el de la coalición. La clave es la unidad y la inclusión de las fuerzas de izquierda y de los desencantados del Partido Socialista que a día de hoy no encuentran su lugar en el proceso de derechización por el que pasa el partido. Se trata de una receta que funciona. Por supuesto, esto requiere que se cuestionen ciertos aspectos porque unos y otros deben dar un paso atrás en algunas aspiraciones para, juntos, avanzar un paso adelante. Pero, es necesario, en mi opinión, permanecer unidos, pasar por alto ciertas diferencias y ganarse al electorado de izquierdas que a día de hoy está desencantado con Hollande.

En Syriza, por ejemplo, hay una corriente importante que no es partidaria de que Grecia permanezca en la zona euro. Hay un pluralismo de ideas en el seno del partido: ¡es nuestra fuerza, no una debilidad! Dicho esto, a día de hoy, nuestra posición colectiva, que ha obtenido el apoyo de la mayoría en nuestro congreso, es nuestra voluntad de permanecer en la moneda única. Sin embargo, esto no significa que aceptemos todos los sacrificios y todos los compromisos por permanecer en la zona euro.

P.: El domingo, el comité central de Syriza se reunió con el objetivo de parar las listas de candidatos para los comicios europeos, pero también para las elecciones municipales y regionales que se celebran en Grecia (a dos vueltas, el 18 y el 25 de mayo). ¿Es un momento difícil para el partido?

R.: La dificultad radica en el hecho de que ahora somos un gran partido y que la constitución de las listas requiere mucho debate. Se trata de un feliz rompecabezas, he de decir. Pienso que tendremos mucho eco en la sociedad griega porque la gente ha comprendido que no solo votan a un eurodiputado o a un alcalde, sino que hacen una elección vital: se trata de votar por un gran cambio necesario en el país.

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P.: Para 2014, el Gobierno prevé que Grecia vuelva a crecer y estos días el país regresa a los mercados con una operación de emisión de obligaciones, después de cuatro años en los que Grecia no ha podido obtener crédito. ¿Estamos ante el final de la crisis?

R.: No, desgraciadamente Grecia se encuentra atrapada por la trampa de la deuda y en el círculo vicioso de una política sin salida. Voy a darle una cifra: la deuda que representaba alrededor del 120% del PIB en 2010, cuando el primer memorando entró en vigor, ha alcanzado a día de hoy el 175%. No es viable. El programa que la troika nos ha impuesto nos obliga a obtener durante los seis próximos años un 4,5% de superávit presupuestario primario [sin intereses de deuda], es decir, más de 600 millones de euros. Al mismo tiempo, tenemos que pagar 22 millones de euros en intereses… Son montantes imposibles de pagar por un país y una población que se encuentra en recesión desde hace siete años en recesión. Por tanto, lo primero que hay que resolver es el problema de la deuda, a lo que hay que añadirle las inversiones públicas europeas para relanzar el crecimiento y el empleo. No es una cuestión que atañe solo en Grecia, también a toda Europa, ya que el problema evidentemente no es griego, es europeo.

Traducción: Mariola Moreno

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