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Iglesias: “No aceptamos una Europa al servicio del poder financiero”

Pablo Iglesias: “Si Merkel quiere gobernar España, que se presente a las elecciones”

Ludovic Lamant (Mediapart)

Pablo Iglesias representa la transformación de la izquierda española. Este profesor de Ciencias Políticas, nacido en 1978 en Vallecas, al sur de Madrid, fundó a principios de 2014 Podemos, un colectivo que vio la luz en el seno de las movilizaciones que protagonizaron los indignados. Apenas cuatro meses después, el movimiento lograba obtener 1,2 millones de votos en las elecciones europeas de mayo, lo que les otorgó cinco escaños.

Los seguidores en las redes sociales de Pablo Iglesias se cuentan por miles y es muy conocido por su participación en las tertulias políticas televisivas; ahora quiere hacer de Podemos una alternativa a los partidos de izquierda tradicionales, empezando por el PSOE.

PREGUNTA: Podemos quiere hacer política de otro modo, contra los partidos tradicionales. ¿Cómo se puede ser diferente en el seno del Parlamento Europeo?

RESPUESTA: Es verdad que hay muchos elementos de la política tradicional en el Parlamento Europeo que no nos gustan. Se trata de un Parlamento que cuenta con pocas competencias, aunque estas tengan cada vez mayor alcance. Sin embargo, nos parece decisivo hacer del espacio europeo un espacio de intervención, para manifestar, en nuestra condición de diputados electos llegados de España, determinadas cuestiones.

No queremos ser una colonia de Alemania. No queremos ser una colonia de la troika. No aceptamos un modelo institucional europeo al servicio del poder financiero y de la banca. El Parlamento Europeo es para nosotros una ocasión magnífica para establecer alianzas con otros europeos, especialmente del sur, para reflexionar sobre qué otras formas de gobierno son posibles en Europa.

P: ¿Cuál será su prioridad como eurodiputado?

R: Queremos redimensionar algunos debates europeos que son absolutamente decisivos para la gente, especialmente en el sur de Europa. Estamos asistiendo a la creación de una Europa con un centro rico al norte y una periferia en el sur, que abastece de mano de obra barata, con estructuras políticas coloniales. Nuestros poderes políticos están de rodillas frente al poder financiero.

P: ¿A qué debate se refiere ?

R: Queremos debatir sobre el tratado de libre intercambio con Estados Unidos, la independencia del Banco Central Europeo (BCE) y la política monetaria, de cómo el BCE no protege la deuda de los Estados para entregársela a los mercados financieros.

P: Podemos ha obtenido cinco diputados. ¿Qué se puede hacer para luchar contra esta “Europa alemana” de la que habla, en el marco del Parlamento?

R: Desde que se firmó el Tratado de Maastricht, toda la estructura de la Unión Europea está al servicio de Alemania. Nuestra estrategia será intentar, al menos, abrir el debate. Porque una de las estrategias que emplean los gobiernos –en España, al menos– es la de impedir que se debata.

Cuando las discusiones alcanzan un cierto punto, se nos dice que el asunto va más allá de nuestro ámbito de competencia, que se trata de algo que viene impuesto por Europa, etc. Esto hace muy difícil establecer dónde se encuentran los verdaderos lugares de poder. Pero si el FMI quiere gobernar en España, que se presente primero a las elecciones en España. Si Angela Merkel quiere gobernar en España, lo mismo.

P: ¿Apoya al conservador luxemburgués Jean-Claude Juncker, para la Presidencia de la Comisión Europea?

R: Si el Consejo de Europa lleva su candidatura al Parlamento, votaré en contra. Martin Schulz [el socialista alemán, candidato de los socialistas europeos] y Jean-Claude Junker son las dos caras de una misma moneda. De hecho, sus familias políticas respectivas gobiernan juntas en Alemania.

Recuerdo que la actitud de Juncker, en el peor momento de la crisis griega, fue terrible. Personificó el colonialismo europeo que denunciamos [en aquel momento, Juncker presidía el eurogrupo]. Durante la campaña dimos nuestro apoyo a Alexis Tsipras [el candidato del Partido de la Izquierda europea y jefe de filas del partido griego Syriza] por su compromiso a no relegar a los países del sur a un segundo plano.

P: ¿Está de acuerdo en que Juncker es un candidato legítimo, habida cuenta del resultado electoral de unos comicios que ganó la derecha?

R: Se trata de un asunto que divide a la GUE [Izquierda Unitaria Europea, el grupo del Parlamento al que está adscrito Podemos]. Se puede pensar que haber aceptado presentar un candidato a la Presidencia de la Comisión, como es el caso de Alexis Tsipras, implica reconocer la legitimidad del vencedor de las elecciones. Para mí, ante todo se trata de una cuestión metodológica, no una diferencia de fondo. Se puede estar contra Juncker, contra Merkel, contra Rajoy en España y aceptar que existe procesos electorales que permiten que estas personas gobiernen.

“España vive un fin de ciclo”

P: ¿Qué diferencias hay entre Podemos e Izquierda Unida? Ambas formaciones estas adscritas al mismo grupo en el Parlamento Europeo.

R: Lo que nos distingue no es tanto el programa. Queremos que se haga una auditoría de la deuda, la defensa de la soberanía, la defensa de los derechos sociales durante la crisis, un control democrático de la política monetaria... Lo que nos distingue es el protagonismo popular y ciudadano.

No somos un partido político, aunque nos hayamos tenido que registrar como tal por cuestiones legales antes de las elecciones. Apostamos por personas normales que hacen política. Y no se trata de una afirmación gratuita; basta con mirar el perfil de nuestros eurodiputados para darse cuenta [entre ellos hay un profesor de secundaria, un científico, etc.

P: España vive un momento muy particular, la abdicación del rey Juan Carlos I, la muerte de Adolfo Suárez –uno de los pilares de la Transición–, el hundimiento en las principales ciudades de los dos grandes partidos políticos tradicionales, el PP y el PSOE en un momento de crisis económica y social... ¿Qué opinión le merece?

R: Estamos ante el fin de un ciclo. La crisis económica ha provocado una crisis política, que ha desembocado en un fin de ciclo. Actualmente, este régimen nacido en 1978 se encuentra en una situación de decadencia avanzada. Los partidos políticos nacidos en ese periodo discutible que es la Transición, que funcionan por dinastías, no han dejado de alternarse en el poder.

La monarquía, construida como muro de contención contra un golpe de Estado militar, termina por ser asociada a la corrupción y a la impunidad. Por no hablar de las organizaciones sindicales y patronales que han pactado acuerdos y compromisos para dar por buenos los grandes ejes de la política de austeridad. A día de hoy, una parte de este sistema comienza a desmoronarse. Nosotros en apenas cuatro meses de vida hemos conseguidos 1,2 millones de votos en las elecciones.

P: La monarquía española, ¿está contra las cuerdas?

R: En estos últimos días hemos asistido a la negociación de PP y PSOE del proceso de abdicación del rey en su hijo. Y se ha hecho sin consultar a los ciudadanos, a toda velocidad, forzando una mayoría en el Congreso –con una disciplina de voto muy estricta, también en las filas socialistas–.

Y todo se ha anunciado justo antes del inicio de la Copa del Mundo de fútbol, para acabar con un acto de proclamación que no ha contado con la presencia ni de jefes de Estado ni de Gobierno de otros países... Es la prueba más evidente de que están muertos de miedo. Han querido hacerlo por la puerta de atrás, con prisas. Se dan cuenta de que están perdiendo, poco a poco, el poder.

P: La izquierda española está reinventándose por mor de la crisis. ¿Qué opina de la situación en Francia, donde la izquierda parece estar en su peor momento?

R: Para entender la situación política, lo principal en estos momentos es no hablar de izquierda-derecha. Soy de izquierdas, pero el tablero político ha cambiado. En España, el detonante fue el movimiento del 15-M. En lo sucesivo, la alternativa está entre la democracia y la oligarquía, entre los de arriba y los de abajo, entre una casta de privilegiados que tiene acceso a los recursos del poder y una mayoría social. La apuesta es, para nosotros, convertir esta mayoría social en mayoría política y electoral.

Queremos hablar de cosas sencillas. Estamos en contra de la corrupción, en contra de que no exista un verdadero control democrático de la economía para que los ricos paguen impuestos. Pensamos que es imposible construir una mayoría sobre estos asuntos, para cambiar las reglas del juego. Lo que sucede desde hace 15 años en América latina, la contestación del liberalismo, no se ha conseguido tanto a partir de una base ideológica, sino gracias a abordar asuntos nacionales populares. Este esquema también puede funcionar en Europa. El poder no teme a la unidad de la izquierda, sino a la unidad popular.

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P: ¿Y la ve posible también en Francia?

R: ¡Eso ya pasa en Francia! Sin embargo, el problema es que la extrema derecha ocupa este espacio. El éxito electoral de Marine Le Pen no implica que Francia esté llena de fascistas. La señora Le Pen, de extrema derecha, ha sido muy hábil para disputar a otros actores políticos un espacio que, inicialmente, no le pertenecía. En Italia, este espacio lo ha ocupado Beppe Grillo [el fundador del Movimiento 5 Estrellas, M5S], que ha dejado de ser uno de nuestros socios. En Grecia, está Syriza. Desde nuestro punto de vista, si la izquierda no opta por los asuntos que más preocupan a la gente, no va a ganar.

Traducción: Mariola Moreno

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