Comisión Europea

Juncker y los paraísos fiscales

Ludovic Lamant (Mediapart)

“Creó el paraíso fiscal más dañino de Europa”. Eva Joly, eurodiputada del partido ecologista francés, habla sin rodeos del talón de Aquiles de Jean-Claude Juncker, en vísperas de la votación que se celebrará el próximo martes 15 en Estrasburgo y que situará al luxemburgués al frente de la Comisión Europea los próximos cinco años. Durante esta semana, Juncker se ha reunido con los diferentes grupos del Parlamento Europeo para recabar votos. El que fuera presidente del Eurogrupo, se convirtió a finales de junio, pese a la férrea oposición de Londres, en el candidato oficial de los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintiocho. Ahora tendrá que lograr la mayoría en el Parlamento, es decir, obtener al menos el respaldo de 376 eurodiputados de los 751 de la Eurocámara. Salvo sorpresa de última hora, así será.

Eva Joly aprovechó este acercamiento de Juncker en el Parlamento para indagar sobre las convicciones del luxemburgués en materia de lucha contra los paraísos fiscales. No se trata de una cuestión menor; una vez Juncker sea elegido presidente, ¿seguirá en la línea de los anuncios realizados por la Comisión estos últimos meses, ciertamente esperanzadores, para luchar contra el dumping fiscal, o enterrará el asunto para proteger los intereses de Luxemburgo?

“A veces leo que sería un aliado del gran capital, que no va a hacer nada que pueda ir en contra de los intereses del centro financiero de Luxemburgo... es increíble”, balbuceó Juncker, en un francés impecable. “Se hará todo lo necesario”. Sin embargo, si se analizan en detalle las promesas de Juncker en la materia son más bien escasas.

El ex primer ministro de Luxemburgo, apartado del gobierno el año pasado tras 18 años de reinado, en un primer momento apoyó las investigaciones iniciadas por la Comisión sobre la fiscalidad ventajosa que algunos Estados miembro ofrecen a las multinacionales. El Ejecutivo de José Manuel Durão Barroso investiga actualmente los dudosos acuerdos fiscales que existen entre Apple e Irlanda, Starbucks y Holanda y entre la filial financiera de Fiat y... Luxemburgo.

"Quiero transparencia total"

“Los problemas en torno a los llamados tax ruling [acuerdos fiscales secretos entre Estados y multinacionales] son graves tax rulingy quiero transparencia total. Nunca he llevado a cabo ningún acuerdo fiscal de estas características ”, respondió, refiriéndose a su época como jefe del Gobierno luxemburgués. Se comprometió a “hacer derecho comparado positivo” para poner punto y final a esta competencia fiscal existente en el continente. “La Comisión ha abierto tres procedimientos y los que vendrán”, añadió. Otros países podrían estar en el punto de mira, como Bélgica. “Es necesario revisar la fiscalidad de las empresas”, insistió.

Más allá de esta declaración de principios, bien acogida en el seno de los ecologistas, Juncker dio respuestas muy vagas. A preguntas de Eva Joly sobre si era “favorable a la transparencia financiera en todos los países, para el conjunto de multinacionales europeas y para las que tienen presencia en Europa”, Juncker escurrió el bulto y respondió que quería “mucha transparencia en las empresas que venden armas”.

Eva Joly le presentaba una vieja reivindicación de la sociedad civil, que consiste en obligar a cada multinacional que opera en suelo de la Unión Europea a declarar, entre otros, el número de personas que emplea en cada país, los beneficios obtenidos en cada Estado, o el montante de impuestos que paga. Gracias a una directiva europea que se aplicará en breve, los bancos ya están sometidos a este ejercicio de transparencia. La idea es que se amplíe su aplicación a todas las multinacionales para identificar al máximo las técnicas de “optimización fiscal” de unos y otros, de modo que se conozca, por ejemplo el volumen de beneficios obtenidos en Luxemburgo, con mano de obra realmente empleada en el país.

En este asunto, Eva Joly tiene muchas reservas con relación a las promesas de Juncker: “Es muy ambiguo. No he obtenido un compromiso firme sobre la transparencia de las multinacionales. Es hábil, sabe dar rodeos, se sale por la tangente”, indicaba la eurodiputada al término de la reunión. “Por supuesto somos partidarios de que exista transparencia en las empresas que venden armas, pero no se trata del único reto, no ha respondido”.

Pese a todo, durante la reunión, Juncker se comprometió a sacar adelante una cuestión que podría salirle caro a largo plazo. Es partidario de crear un registro en el que figuren obligatoriamente los nombres de los beneficiarios de trusts y de otras sociedades opacastrusts, beneficiarios que generalmente son difíciles de identificar. Los eurodiputados de la legislatura anterior votaron este texto en marzo pasado –incluido en la nueva directiva contra el blanqueo de capitales–, que entra ahora en la primera fase de negociaciones en Bruselas.

El apoyo de Juncker a esta cuestión puede considerarse un logro, toda vez que que países como Holanda o Luxemburgo no van a escatimar esfuerzos, en los próximos meses, para enterrar dicho texto.Si se crea registro, se asestará un golpe de gracia a los paraísos fiscales”, asegura Eva Joly, que recuerda que “en la sociedad civil, se demanda la creación de un registro así”.

El grupo de los Verdes en el Parlamento –que cuenta con 51 eurodiputados– tenía previsto analizar a puerta cerrada, tras la reunión del miércoles, los compromisos de Juncker. Los ecologistas europeos están divididos, entre los que se disponen a votar por Juncker –porque estiman lógico que el candidato del partido que ha ganado las elecciones europeas ocupe la Presidencia de la Comisión– y los que lo rechazan –porque Juncker es un democratacristiano y, por ende, un adversario político.

Traducción: Mariola Moreno

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