Francia

El Gobierno de Valls se queda sin voces del ala izquierda del PS

El exministro francés de Economía, Arnaud Montebourg.

LÉNAÏG BREDOUX | MEDIAPART

La ruptura se ha consumado. Con el anuncio de un nuevo rediseño en el Gobierno francés –sin Arnaud Montebourg, Benoît Hamon y Aurélie Filippetti, los tres ministros que presentaron su dimisión este lunes– François Hollande continúa su aventura política en solitario. De su campaña de 2012 no queda nada. Pero ante el fuerte deterioro de las condiciones económicas, el presidente de la República está convencido, junto a Manuel Valls, de que tiene que ir más lejos y más rápido en su ruptura con la izquierda.

El lunes por la mañana la sorpresa fue generalizada. Valls presentó la dimisión de su gabinete tras recibir el encargo de Hollande de formar un nuevo Gobierno. Este primer equipo, montado de forma apresurada tras las elecciones municipales para "evitar contratiempos" sólo ha durado cinco meses. La causa: las declaraciones de Montebourg –al que han dado su apoyo Hamon y Filippetti– reclamando un reequilibrio en la política económica del Ejecutivo para que se apostara menos por la austeridad y más por los estímulos. El domingo por la noche, después de la celebración de la tradicional Fiesta de la Rosa en la localidad de Frangy-en-Bresse, en el Palacio de Matignon (sede de la Presidencia del Gobierno) la sensación era la que una "línea amarilla" había sido sobrepasada. Pero François Hollande se mantuvo en silencio.

Durante la jornada, Filippetti, Montebourg y Hamon anunciaron que dejaban sus cargos como ministros. La titular de Justicia Christiane Taubira, que en otras ocasiones se unió al trío en sus críticas a las reformas, permaneció callada esta vez y con muchas dudas sobre si abandonar o no el Ejecutivo. Pero la realidad es que Hollande pierde en esta crisis a los cargos más asociados con la izquierda del Partido Socialista. El nuevo gabinete que se conoció este martes permanece idéntico al previo a la ruptura y sólo habrá cambios en las carteras de los tres ministros críticos. 

Sin embargo, la realidad es que Valls y Hollande se han arriesgado a provocar una crisis gubernamental en el inicio del curso político, a sólo unos días de la Universidad de Verano de La Rochelle, de un Consejo Europeo crucial y después de una serie de indicadores calamitosos sobre el estado de la economía francesa. "La causa es una acumulación de declaraciones. El presidente de la República marcó una dirección clara. Y hay quien puso en juego la coherencia de la acción de gobierno y su credibilidad", justifican en el entorno del presidente de la República. "Lo que ha ocurrido es una toma de conciencia de que la coherencia gubernamental no se puede discutir, ¡ya tenemos suficientes problemas con los que lidiar!", señala esta misma fuente.

En un encuentro con Valls –quien rápidamente culpó a Montebourg de todo el lío que ya se avecinaba– Hollande se dejó convencer de que la publicidad dada a los desacuerdos en el seno de su Gobierno sobre la política económica era incompatible con las medidas que él anunció en conferencia de prensa el pasado 14 de enero. "Los franceses quieren resultados y coherencia, no debates al aire libre. La coherencia es la condición de la confianza", explica un asesor del Elíseo. Y la confianza es, a los ojos de Hollande, la condición sine qua non del éxito de su "plan de responsabilidad". "O elegía perder gente y ganar en solidaridad gubernamental, o elegía perder solidaridad manteniendo a todos a bordo. Valls le convenció de la primera opción... Cuando hay una tormenta, cuanto menos lío haya en el Gobierno, mejor. En este punto, el riesgo político se ha convertido en un valor en sí mismo. Hemos demostrado que podemos avanzar y resolver problemas sin titubear", dice otra fuente cercana a Hollande. 

En el fondo, "esta es la dedocracia de Valls", señala un ministro bajo condición de anonimato. Según esta misma fuente, tras su discurso de política general y la votación sobre el pacto de responsabilidad, el primer ministro comenzó a darse cuenta de que nunca alcanzaría convencer a todos los diputados socialistas de votar las medidas del Gobierno. Pero este verano el desafío se consolidó fuera y llegó también hasta el gabinete de Valls. Eso le acabó de convencer de que tenía que actuar por la vía rápida. Ya durante el seminario organizado en Matignon la semana pasada y durante el primer consejo de ministros tras las vacaciones, Valls ya puso firme a Montebourg. Un acto de autoridad deseado por Valls que demuestra también tanto la impotencia del poder como el bloqueo de las instituciones de la V Republica. "Valls vaticina que la radicalización de la oposición a las medidas del Gobierno va a modular la acción de los críticos y les va a colocar en un espacio ya conquistado por la ecologista Cécile Duflot y el líder del Frente de Izquierdas Jean-Luc Mélenchon", explican en el entorno del primer ministro.

Según varias fuentes, Manuel Valls llamó o vio a sus ministros para pedirles que eligieran entre la lealtad absoluta o el abandono del Gobierno. Arnau Montebourg, a quien el primer ministro ya había retirado su confianza, decidió marcharse. Tras una intervención breve en Bercy, el exministro de Economía anunció que "recuperaba su libertad". El domingo, a pesar de sus críticas a la austeridad, el antiguo cantor de la desglobalización esperaba todavía poner permanecer en el Gobierno. Esperaba que el debate sobre su mantenimiento o no en el Ejecutivo no llegara antes del debate sobre el proyecto de ley de finanzas que tendrá lugar este otoño.

Sin embargo, en el entorno de Montebourg su salida anticipada suena como una liberación toda vez que la apuesta de su patrón por abordar un acuerdo estratégico fracasó y que los críticos no están de acuerdo con la deriva del Ejecutivo. En la última primavera el pacto entre Valls, Montebourg y Hamon contribuyó que el viejo diputado por Évry tuviera una silla en Matignon, en lugar de Jean-Marc Ayrault. "Pensamos que un cambio en las políticas podía venir de donde menos lo esperábamos. Valls podría haberlo hecho en nombre del pragmatismo, era lo que esperábamos de él. Nos equivocamos", dicen en el entorno de Montebourg.

Benoît Hamon llegó a la misma conclusión. Con un perfil más discreto dos años después de ejercer de líder del ala izquierda del PS, el Ministro de Educación también deja el Gobierno. "Hoy el rigor presupuestario no nos permite poner en marcha nuestros objetivos. Las medidas deberían hacer bajar el paro y abonar el crecimiento. Pero lo que constatamos es que el desempleo sube y no hay recuperación. El hecho de que Merkel sea minoritaria en Europa creaba una situación nueva", indicó Hamon en una entrevista en France 2. Y agregó: "Era incoherente quedarse cuando no se está de acuerdo con la política del Gobierno. Es una forma de honestidad".

Respecto a Aurélie Filippetti, ella escribió al presidente de la República y al primer ministro para explicarles por qué quería dejar la cartera. Y eso a pesar de que formó parte del grupo de apoyo a François Hollande en las primarias de 2011 y se sabe que es amiga personal de Manuel Valls. Pero estas últimas semanas participó en reuniones internas en las que algunos cargos del Ejecutivo pidieron un cambio en la política económica. Se opuso violentamente a Jean-Marc Ayrault durante el episodio de Florange y había intentado que Hollande se retractara sobre el acuerdo entre la patronal Medef y el segundo sindicato de Francia CFDT sobre los trabajadores eventuales del espectáculo. "Tengo una historia y convicciones políticas", explica Aurélie Filippetti a Mediapart.

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En su carta, la que fuera ministra de Cultura desde mayo de 2012, hace una poderosa acusación contra el Ejecutivo. "Hoy nuestros electores están desamparados, nos interpelan, nos esperan, sienten un desasosiego que les sume en la desilusión política o, peor, en los brazos del Frente Nacional (...). Yo fui elegida en Mosell y entiendo el mensaje de desesperanza de aquellos que todavía creen en la derecha (...). En el momento en el que nuestros ciudadanos esperan de nosotros una política realista pero de izquierda, la discusiones recientes [se refiere a las que tuvieron durante un seminario en que estuvieron presentes cargos del Ejecutivo la semana pasada] son todo lo contrario de todo por lo que fuimos elegidos. A propósito de esta reunión digo, ¿es que vamos a tener que pedir perdón por ser de izquierdas?". Como Benoît Hamon, elle va a recuperar su acta de diputada en la Asamblea Nacional.

Las declaraciones de estos tres pesos pesados no pueden nada más que debilitar al equipo que está en el poder. El lunes, los próximos a Hollande y Valls esperaban que todavía que se pudiera evitar lo que ellos mismos definen como el "estrechamiento de la mayoría" convenciendo a los ecologistas, a miembros de la sociedad civil e incluso a los centristas de que se acerquen al Gobierno. No lograron hacerlo. Los ecologistas, reunidos de urgencia este lunes, decidieron por unanimidad no participar en el nuevo Gobierno. La realidad es que François Hollande está más solo que nunca.

Traducción: Elena Herrera 

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