'HACKACTIVISTAS'

Los ‘hackers’ como ‘guardianes del nuevo mundo’... post-Snowden

Una imagen de Edward Snowden se proyecta en una pantalla gigante en Hong Kong, China, el pasado 23 de junio.

JÉRÔME HOURDEAUX (Mediapart)

“Misión cumplida”, decía en diciembre de 2013 Edward Snowden, el exempleado de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), responsable de la filtración de documentos más importante de la historia de los servicios de información norteamericanos. Preguntado por The Washington Post sobre las consecuencias de sus revelaciones, el joven informático, que sigue viviendo en el exilio en Rusia, decía: “Ya he ganado. Desde el momento en que los periodistas han podido trabajar, todo aquello que traté de hacer ha quedado validado. Porque, acuérdese, no quería cambiar la sociedad. Quería dar a la sociedad la oportunidad de decidir si ella quería cambiar”.

Pese a la apatía de algunos gobiernos, especialmente el francés, ante el dispositivo de espionaje mundial que se describe en los documentos difundidos, sin ningún género de dudas, Edward Snowden ganó varias batallas. En primer lugar, logró abrir un debate público sobre la problemática del espionaje de los ciudadanos en la era digital. Al desvelar prácticas hasta entonces desconocidas, los medios de comunicación abordaron cuestiones que hasta entonces apenas se habían tratado.

Irrumpieron en los medios de comunicación generalistas nuevos términos, hasta entonces solo para iniciados, tal que criptografía, cifrado, software libre, claves GPG, Tor... Pero, sobre todo, Edward Snowden logró volver a movilizar y transformar a una comunidad de una importancia vital para internet, la de los hackactivistas comprometidos y con conciencia política, tal y como se plasma en el documental Les Gardiens du nouveau monde[Los guardianes del nuevo mundo], de Flo Laval.

Tras las primeras revelaciones publicadas por el diario The Guardian en el mes de junio de 2013, una frase, cita del célebre telepredicador norteamericano Billy Graham, se ha convertido en el leitmotiv durante las intervenciones públicas de las personas próximas a Edward Snowden, ya sea el periodista Glenn Greenwald o Sarah Harrison, abogada de Wikileaks que le acompañó en su huida a Rusia: “El coraje se contagia”.

Los riesgos que corrió Edward Snowden para dar a conocer los documentos, con ayuda de algunos periodistas cuidadosamente seleccionados, supuso un auténtico shock para la comunidad de hacker. Desde ese momento, el posicionamiento político irá indisolublemente unido a cuestiones técnicas. Durante la celebración de diferentes encuentros, conferencias sobre la democratización de las herramientas informáticas, sobre el papel social de los hackers, sobre la protección de los denunciantes, sobre la militancia... se han hecho imprescindibles. Esta apertura de la comunidad de hackers a la sociedad se hizo especialmente visible en el encuentro de hackers OHM celebrado en agosto de 2013, en Holanda.

Una parte del documental Les Gardiens du nouveau monde se rodó durante dicha cita, que además coincidió con el proceso abierto a otro denunciante célebre, Chelsea, (antes Bradley) Manning. Una escena del documental ilustra bien esta influencia de las revelaciones de Edward Snowden. Jérémie Zimmermann, cofundador de la asociación francesa de defensa de las libertades digitales de La Quadrature du net [Cuadratura de la Red] se dirige al fundador de Wikileaks, Julian Assange, que intervenía por videoconferencia : “Ha tenido razón. Bradley, Edward y tú, cada día nos enseñáis que el coraje es realmente contagioso”.

Sin embargo, incluso si el ejemplo de Edward Snowden tuvo un efecto indiscutible, el hackactivismo no se remonta a dichas revelaciones. Tal y como se encarga de recordar el documental, aquel hunde sus raíces en los valores fundacionales de internet y se construyó con el paso de los años gracias al trabajo de precursores como Richard Stallman, considerado el fundador del movimiento del software libre y al que se puede ver en el documental durante una conferencia en París.

Por supuesto, no ha sido hasta más recientemente cuando los hackers comenzaron a implicarse directa y abiertamente. En primer lugar, en 2008, nació el movimiento Anonymous con el fin de denunciar las actividades de la iglesia de la Cienciología. Un año después, se produjo una crisis política abierta en Irán por la elección amañada del presidente Mahmud Ahmadineyad. En esta ocasión, algunos hackers se comprometieron con los manifestantes, les ofrecieron consejos y apoyo técnico, una alianza que anunciaba lo que ocurriría durante las revoluciones árabes. “Hay un periodo clave, en mi opinión, a partir de 2009 y especialmente a partir de las elecciones presidenciales de Irán”, explica en el film Amaelle Guiton, periodista autora del libro Hackers: au coeur de la revolution numérique [Hackers: en el centro de la revolución digital]. “Un momento en el que se produjo la primera unión entre hackactivistas y ciberdisidentes, defensores de los derechos del hombre etc... en torno a la cuestión de la censura y de la vigilancia de internet en Irán”.

“Ciertamente, es necesario mejorar el planeta”

Cuando a principios de 2011 comienzan a aparecer los primeros signos de la primavera árabe, un buen número de hackers ya eran conscientes de la censura y de la vigilancia de internet que se llevaba a cabo en estos países. Un grupo informal, que se hace llamar Telecomix, llegó incluso a desempeñar un papel nada desdeñable en estas revoluciones, especialmente en Siria.

“Hicimos un mapa de la infraestructura siria, de su internet. Y así descubrimos [...] sistemas de censura y de monitoreo”, explica Okhin, miembro de Telecomix. “Hackeamos temporalmente una parte de la estructura siria para difundir un mensaje que aparecía cuando una persona se conectaba a internet. Publicamos una página que decía, en negrita, Su actividad en internet está siendo vigilada. Cuidado con lo que hace. Emplee tal o tal software y si quiere hablar de ello puede encontrarnos en este canal IRC conectándose de esta forma”, explica.

“Los sirios que se conectaban en ese momento a internet, cuando encendían su ordenador, no iban a la página de “Bienvenido a Syriatel [operador nacional sirio], sino a “Somos Telecomix. Venimos en son de paz”, continúa Okhin. “Creo que era un jueves. Debían de ser sobre las 2 de la mañana y, de repente, unas 1.200 personas entraron al chat hablando sirio, algo asustados, preguntándose de qué se trataba, quién éramos, que hacíamos.

Sin embargo, hasta la entrada en escena de Edward Snowden este tipo de hazañas informáticas, a menudo, no trascendían. Por un lado porque los medios de comunicación subestimaron la importancia de los asuntos de vigilancia en internet y, de otro, porque la comunidad de hackers ha funcionado durante mucho tiempo como un grupo muy cerrado, ignorando al gran público –los noobs– y desarrollaban soluciones técnicamente inabordables para no iniciados.

Las revelaciones sobre las actividades de la NSA cambiaron las cosas. El foco está puesto ahora sobre los que se caricaturizaba como geeks barbudos que pasan la vida pegados a la pantalla y con frecuencia sospechosos de cometer los peores crímenes. Los hackers comprendieron la necesidad no solo de dar a conocer mejor su trabajo, sin también de compartirlo, de democratizarlo. “A día de hoy, todos los hackers consideran que sus problemas no son técnicos sino también políticos, explicaba Okhnin en una entrevista reciente con Mediapart.

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Este activista que se define como “criptoterrorista”, multiplica sus intervenciones con los que más necesitan de las tecnologías desarrolladas por los hackers, ya sea en el seno de la Federación Internacional de los Derechos del Hombre, en el Fórum social mundial de Túnez o con motivo de una de las numerosas “criptoparties” –talleres gratuitos abiertos a los que desean ser formados en seguridad informática-, organizados por toda Francia.

Estos últimos años, se han producido numerosos contactos entre la comunidad de hackers y la comunidad de los defensores de los Derechos Humanos. Queda por saber hasta dónde llegará dicha colaboración, si se limitará a la defensa de la vida privada y de la libertad de expresión en internet o si los hackactivistas ampliarán su compromiso político. Mitch Altman, célebre hacker, preguntado durante el campus OHM, ofrece en el documental una respuesta: “Todo puede y debería ser hackeado porque todo puede ser mejorado”, explica. “No solo la tecnología, la comida, el arte, la artesanía, la música, la fotografía, el vídeo, el software, la ciencia, ¡nosotros! ¡Y podemos hackear la sociedad y el planeta” Desde luego, es necesario mejorar el planeta”.

Traducción: Mariola Moreno

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