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Grecia

Bruselas presiona para frenar a Syriza

A la caza del 'efecto Tsipras'

Los griegos, que desde el comienzo de la crisis se sienten gobernados desde Bruselas, no tenían necesidad de pasar por esto. El jueves 11 de diciembre, en una entrevista concedida a la cadena de televisión austriaca ORF III, Jean-Claude Junker aseveró que no deseaba que “fuerzas extremas llegaran al poder” en Grecia. Con esa afirmación se estaba refiriendo a la izquierda radical de Syriza, principal partido de la oposición vencedor en las elecciones europeas del pasado mes de mayo y que puede convertirse en la fuerza más votada en caso de que se adelanten los comicios legislativos. Pese a fingir no querer pronunciarse sobre ningún partido político, de cara a las elecciones presidenciales, adelantadas inesperadamente a este miércoles, el presidente de la Comisión Europea añadió: “Prefiero volver a ver rostros conocidos en enero”.

La afirmación no dejaba lugar a dudas, el candidato a las presidenciales propuesto por la derecha conservadora que representa Nueva Democracia, Stavros Dimas, es un excomisario europeo. Se trata de un viejo conocido de la política griega, sistemáticamente reelegido diputado entre los años 1977 y 2004 y designado ministro en numerosas ocasiones y que forma parte precisamente de esos “rostros conocidos” que están al frente del país desde hace casi cuarenta años.

Jean-Claude Juncker, el presidente que se comprometió a politizar la Comisión, ha aprovechado las elecciones presidenciales griegas para ejercer toda su influencia en unos comicios nacionales. Grecia, una vez más, es un conejillo de indias al servicio de nuevos experimentos políticos... De hecho, el país ha sido objeto de todo tipo de injerencias estos últimos años. Desde 2010, mientras se ponían en marcha diferentes programas de austeridad, en Bruselas se tomaban numerosas decisiones dirigidas a poner en práctica nuevas medidas férreas y algunos dirigentes europeos hablaban de Grecia como un país bajo tutela.

En no pocas ocasiones, el ministro alemán de Finanzas Wolfgang Schäuble ha dado lecciones a los griegos con afirmaciones humillantes tan solo un día después de haberse aprobado nuevas medidas de rigor. Tras la celebración de las elecciones legislativas de junio de 2012, incluso... François Hollande, en ese momento recién elegido presidente francés, pedía a los griegos, en horario de máximo audiencia, que votaran por el partido de la coalición de gobierno. Dicho de otro modo, el presidente socialista hizo un llamamiento para... pedir el voto de la derecha conservadora de Antonis Samaras.

“Soy consciente de que los electores deben tener plena soberanía”, dijo durante la entrevista, “pero debo avisarles porque es mi obligación como amigo de Grecia, de que si se da la impresión de que los griegos quieren alejarse de los compromisos alcanzados y de abandonar cualquier perspectiva de recuperación, habrá países de la zona euro que preferirán que Grecia abandone la eurozona”. Toda una disyuntiva en forma chantaje: votar por la coalición de gobierno o votar por Syriza y la salida de la zona euro. Sin embargo, esta vez, el chantaje aún viene de más arriba, de la Comisión Europea. Se trata de la primera vez que el Ejecutivo europeo se pronuncia tan claramente en unas elecciones.

Esta intervención llega después de que la semana pasada el primer ministro Antonis Samaras anunciase de forma inopinada su intención de anunciar las elecciones presidenciales, inicialmente previstas para febrero o marzo, en una maniobra orquestada mano a mano con Bruselas y destinada a poner freno al avance de Syriza, cuya popularidad sigue intacta tras vencer en las europeas del pasado mes de mayo. En Grecia, el presidente es elegido por la Vouli, el Parlamento, por una mayoría de dos tercios o de las tres quintas partes en una eventual tercera votación. La coalición gubernamental no dispone de esta mayoría cualificada y esta maniobra de adelantar la convocatoria electoral, en vísperas de las fiestas navideñas, tiene como fin instar a los diputados no adscritos, o potencialmente, indecisos a votar por el candidato de la coalición.

El pánico en los mercados derivado del anuncio de Samaras le ha puesto a este en bandeja la posibilidad de enarbolar la amenaza del caos a la hora de solicitar el voto en aras de la “estabilidad”. La Bolsa de Atenas sufrió a principios de la semana pasada su mayor desplome desde 1987. El riesgo de una nueva crisis financiera y de caer en suspensión de pago será el argumento del que echará mano la coalición de Gobierno para minar el terreno a Syriza. De hecho, la portavoz del Gobierno inició ya este mismo lunes la gira mediática. En concreto, en la cadena de televisión Mega, anunciaba el riesgo de “quiebra” al que tendría que hacer frente el país en caso de que Syriza lograse la victoria, si el Parlamento no alcanzaba un acuerdo en la elección del presidente y debían convocarse comicios generales anticipados.

En Grecia, este tipo de chantaje no es nuevo. Ya en 2012, el líder Nueva Democracia esgrimía como amenaza la salida del euro si Syriza ganaba las elecciones. La posición mayoritaria en el seno de Syriza, hay que decirlo, no es contraria a permanecer en la eurozona. Su programa incluye el fin inmediato de las políticas de austeridad y la condonación de una parte de la deuda pública, que se encuentra en niveles insostenibles. La alternativa simplista “estabilidad versus caos” también ha sido enarbolada en cada votación determinante celebrada desde 2010, año en que se aprobaron las medidas de rigor, el mismo año en que el país pidió el rescate financiero.

“El argumento del miedo”

Los griegos no son tontos y han reaccionado a las declaraciones de Juncker. Sus palabras han sido objeto de burla en Twitter, donde algunos tuiteros se han apresurado a plantear al presidente de la Comisión cuestiones de diversa índole. “Si voto por sus políticos griegos preferidos, ¿me paga el alquiler y la comida unos meses?”, instaba la realizadora griega Zoe Mavroudi.

Las críticas también proceden de las filas de Syriza; se multiplican los comunicados emitidos por la dirección del partido, así como las intervenciones de sus diputados. El fin no es otro que el de denunciar tamaña injerencia política. “El Gobierno y la troika, juntos, tras ponerse de acuerdo sobre todas las nuevas medidas de austeridad, pasan a chantajear a los diputados para acabar de este modo con el obstáculo de las elecciones presidenciales”, declaraba el lunes Alexis Tsipras, líder de Syriza, que ha denunciado públicamente que el Ejecutivo “recurra al voto del miedo”.

El asunto ha tenido gran repercusión en Bruselas: “Estas presiones de la Comisión Europea sobre el proceso electoral en curso en un país soberano son inaceptables y plantean grandes interrogantes sobre el futuro de la democracia en Europa”, criticaba en un comunicado el eurodiputado Pierra Laurent, presidente del partido de la Izquierda Europea, en el que se integra Syriza. “Hago un llamamiento a todos los demócratas a oponerse a estas prácticas autoritarias. El proceso debe seguir su curso, hasta la celebración de las elecciones legislativas, en caso de que la coalición de Gobierno no obtenga la mayoría necesaria en las elecciones presidenciales”.

La Comisión no parece dispuesta a modificar su política partidista, inédita hasta la fecha. Más bien al contrario. Así, de forma inesperada, ha planificado la visita a Atenas del comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. Llegó este lunes 15 de septiembre y en dos días tenía previsto entrevistarse con al menos siete ministros, con el gobernador del Banco Central de Grecia, con actores sociales y con cargos electos. El lunes visitó las obras de una estación del metro, financiada con fondos europeos y ha atendido a los periodistas, antes de ofrecer, el martes, una rueda de prensa en la sede de la Comisión Europea. Rara vez un comisario europeo ha realizado una visita con una agenda tan apretada.

Nadie duda de que el planning deja poco tiempo para el debate de fondo. El objetivo es otro, poner en de manifiesto, ante las cámaras, todo lo que la Unión Europea aporta a Grecia. Una forma de alimentar la retórica de la coalición de Gobierno, que estigmatiza a Syriza como un partido antieuropeísta, que no figura en la agenda del comisario francés.

Antes de su visita, Pierre Moscovici ya desarrolló el argumentario en una entrevista concedida al diario conservador Kathimerini. En ella, felicitaba a los griegos por el superávit presupuestario alcanzado a finales de año y por las previsiones de crecimiento para el próximo, lo que le permite, por un lado, justificar las políticas de la troika y, por otro, continuar reclamando medidas de austeridad. “Necesitamos más diálogo y más reformas para reforzar la economía griega”, aseveraba para, a continuación, trasladar “un mensaje de apoyo y de admiración”.

Pero el verdadero mensaje de esta visita a Atenas –evitar las elecciones legislativas anticipadas, evitar una victoria de Syriza– se puede leer también en esta entrevista: “Saben que Jean-Claude Juncker, por boca de su portavoz, ha enviado un mensaje que dice claramente que quisiéramos que el Parlamento actual eligiese a un presidente, Stavros Dimas, que fue comisario, una gran persona. [...] Los griegos elegirán su destino. No tenemos que influir en ese asunto, pero una vez más, es lógico que hablemos con gente con legitimidad que hace y que piensa como nosotros”.

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Grèce: la Commission fait pression pour barrer la route à Syriza [PDF]

Está todo dicho. Para la Comisión Europea, Syriza que consiguió más del 26% de los votos en las últimas elecciones europeas –estas elecciones de las que ha salido precisamente esta Comisión Juncker– no es “legítima”. Los europeos que toman las decisiones prefieren apoyarse los unos a los otros antes que abrirse a políticas alternativas. Desde luego, no es así como Bruselas va a reconciliarse con los europeos. Pero el final no está escrito. Si la coalición de Gobierno no logra que se elija a su candidato como presidente al tercer intento, se convocarán elecciones legislativas. Entonces, a la Comisión Europea no le quedará más alternativa que hablar con Syriza.

Traducción: Mariola MorenoLeer el texto en francés:  

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