Grecia

La derecha de Samarás se sume en un clima de derrota

El primer ministro griego, Andonis Samarás, aguarda la semana pasada llegada de Rajoy a las puertas del Palacio Presidencial de Atenas. (

Ni rastro. Hasta el sábado pasado, por más que buscamos, en el centro de Atenas no se veía por ningún sitio el partido conservador Nueva Democracia, actualmente en el Gobierno. Ni un cartel, ni una carpa, ni un panfleto y, todo ello, a una semana de las elecciones legislativas. Durante el fin de semana, la formación terminó instalando una caseta en la Plaza Sytagma, en las inmediaciones del Parlamento. Austero, completamente azul, fiel al color del partido.

Por el contrario, Syriza ya dejaba ver días antes a un Tsipras con el puño en alto en la Plaza Klafthmonos, en pleno centro de Atenas, tradicional punto de partida de las manifestaciones. La carpa del partido nunca antes había sido de proporciones semejantes; las gigantescas fotos de Alexis Tsipras, el líder del partido, atraen todas las miradas; el programa de la formación habla de esperanza, de medidas para ayudar a los que tienen menos, de “negociaciones decisivas en el marco europeo”. La carpa está decorada con siluetas de colores, en las que todos pueden verse representados: hombres, mujeres, niños, discapacitados, personas mayores, familias, trabajadores...

Estas diferencias no solo simbólicas. Todo hace pensar que la derecha de Nueva Democracia parte ya como perdedora en las elecciones del próximo domingo 25 de enero. Parece que ni tan siquiera el partido tiene puestas muchas esperanzas en los comicios. En las enormes oficinas de la extensa Avenida Syggrou, que conduce a El Pireo, los locales están medio vacíos. No hay ni un alma en la sala desde donde los candidatos suelen dirigirse a los electores en jornadas electorales. Lejos queda aquella época en la que los dos “grandes” partidos de Grecia, Pasok (socialistas) y Nueva Democracia, hacían campaña con gran despliegue medios y mítines.

Lejos queda también aquella época en que Andonis Samarás, el líder de la derecha, era considerado, por sus socios europeos, como el salvador del país. Corría el año 2012, cuando Nueva Democracia venció en las anteriores elecciones legislativas. A finales de 2012, el diario económico alemán Handelsblatt calificaba a Samarás como el político europeo del año. Hoy, el mismo periódico, escribe: “Es posible que una victoria del carismático Alexis Tsipras represente una ocasión real para Grecia, al tiempo que va a acabar con los políticos de los partidos del establishment, responsables de la enorme deuda, de los privilegios fiscales y de una administración financiera deficiente”.

¿Ha cambiado la dirección del viento en Berlín y en Bruselas? “¿Hemos cambiado nosotros o han cambiado ellos?”, se pregunta Ta Nea, diario griego hasta ahora progubernamental y que dedicaba el viernes dos páginas dobles a Syriza... Una cobertura inédita que últimamente se repite en la mayoría de los periódicos helenos. Solo el conservador Kathimerini titulaba el fin de semana “Las peligrosas bases extremas de Syriza”...

Sin lugar a dudas, el panorama político griego ha cambiado. Impera una nueva polarización que aplasta al resto de formaciones. En estas elecciones, a diferencia de las celebradas en 2012, se enfrentan Nueva Democracia y Syriza, la coalición de la de izquierda radical que en estos años se ha visto reforzada con la presencia de varios exresponsables políticos del Pasok. Este partido ya no es ni la sombra de lo que fue y acaba de sufrir una escisión que probablemente le pase factura. Yorgos Papandreu, su antiguo líder, dejó la formación a principios de año para lanzar un nuevo partido, el Movimiento de los Demócratas Socialistas. Por su parte, los Griegos Independientes, un pequeño partido de derechas y nacionalista, contrario a la austeridad, que contó con una notable progresión de voto en 2012, puede que no llegue a superar el umbral del 3% de los sufragios necesarios para entrar en el Parlamento. En semejante tesitura se encuentra la pequeña formación moderada de izquierdas Dimar, antaño socios del Gobierno de Samarás, pero actualmente perdido en su enésima reorganización política. Solo una formación tiene todavía opciones de mejorar sus resultados, El Río, un partido creado el año pasado en torno a la figura de un conocido presentador de televisión, que tiene cierto éxito en el mundo de los negocios.

Nada es como antaño en la política griega. Cinco años de crisis y de austeridad han alterado por completo el sistema político alumbrado tras la Dictadura de los Coroneles, un modelo de estabilidad en Europa que ha visto alternar, con precisión suiza, gobiernos del Pasok y gobiernos de Nueva Democracia. Y así durante 35 años.

Pero, en la Grecia de 2015, hay incluso quien concurre a las elecciones desde una celda, en la cárcel. Siete de los ocho diputados neonazis se encuentran en prisión preventiva desde hace un año y medio y optan a la reelección, ya que todavía no han sido juzgados. En total, 78 miembros de Amanecer Dorado han sido acusados de pertenencia a una organización criminal implicada presuntamente, entre otros delitos, del asesinato del cantante de hip hop Pavlos Fyssas en septiembre de 2013. Los candidatos solicitaron su excarcelación para hacer campaña, aunque el fiscal desestimó la petición. Sí podrán salir en cambio para ir a votar ya que no han sido condenados.

Se trata de una campaña extraña y breve que arrancó oficialmente el pasado 29 de diciembre, cuando el Parlamento fracasó, por tercera vez consecutiva, a la hora de elegir al presidente de la República. Se puede decir sin temor a exagerar que solo al encender la televisión se percibe que en el país se celebran elecciones en una semana. En las cadenas privadas, se multiplican los debates políticos, los candidatos de todos los partidos se lanzan acusaciones... En la televisión públicas, las cosas son distintas. De hecho, en ella no sale ningún candidato de Syriza ya que desde el brutal cierre de la ERT, la radio televisión pública, en junio de 2013, el partido boicotea la nueva cadena del Gobierno (Nerit). A cambio, la televisión no retransmite los mítines de Tsipras. De seguir así las cosas, se daría una situación inédita: uno de los dos principales partidos griegos no habría tenido ninguna presencia en los debates de la cadena pública.

Miedo e instrumentalización

En pleno 2015, en Grecia, los ciudadanos ya no tienen ningún interés por los programas de los partidos, lo que quieren es acabar con la mayoría de que goza el Gobierno en estos momento. En el último Eurobarómetro, el 91% de los griegos mostraban su rechazo por su sistema político... Y así lo ha podido comprobar Mediapart estos días. Ciudadanos que en 2012 votaron al Pasok o a Dimar, parecen dispuestos ahora a dar su apoyo a Syriza. Hay incluso antiguos votantes de Nueva Democracia.

“Quiero votar solo para no volver a ver a Samarás”, se escucha esto días... Rechazo, hastío. Una vez más, los griegos están hartos. La derecha les prometió, en la primavera de 2012, un paquete de medidas sociales y prácticamente ni una sola se ha hecho realidad. La pertenencia política se confunde, los tránsfugas se multiplican en todos los partidos, a la derecha y a la izquierda y viceversa. A menudo, se imponen las estrategias personales. Por ejemplo, Angela Guerekou, una de las diputadas del Pasok más populares en su circunscripción (Corfú) se ha pasado a Nueva Democracia.

Sin embargo, la derecha, en el Gobierno desde hace dos años y medio no parece dispuesta a cuestionar sus políticas. Repite los mismos discursos, las mismas actuaciones. Maria Spyraki, portavoz de Nueva Democracia, es fiel a la diaploki, la interdependencia entre los medios de comunicación, la política y el mundo de los negocios, prácticamente inherente al sistema griego. Hace apenas ochos meses, era una de las periodistas estrella de Megal, la primera cadena privada del país. En mayo, durante las elecciones europeas, pasó a engrosar las filas del partido, de cuya acción de gobierno había informado durante dos años. Resultó elegida eurodiputada y ahora ha vuelto a Atenas para hacer campaña.

“Hemos intentado salvar el país”, asegura a modo de justificación, la diputada europea de Nueva Democracia. “Y el país no ha quebrado. No es un país pobre, no está completamente destruido”. Preguntado por ese tercio de la población griega que ya no tiene acceso a la sanidad, que se ha quedado sin cobertura, lo niega. “Hemos sacado adelante una reforma para garantizar la atención hospitalaria a los parados que se han quedado sin cobertura”. Previo copago de 5 euros. “¡5 euros no es dinero, no es nada!”, responde.

En realidad, Maria Spyraki ¿desconoce las condiciones de vida de una gran parte de la población griega actual o simplemente finge? Incluso abonando los 5 euros, muchos griegos siguen sin tener acceso a la asistencia hospitalaria pública. Los trabajadores autónomos endeudados con su aseguradora, y sus familias, están excluidos del sistema de salud. Eso por no hablar de los tratamientos médicos que en Grecia no suelen estar cubiertos por la seguridad social o que lo están solo parcialmente. No es casualidad se hayan multiplicado por todo el país clínicas gestionadas por médicos voluntarios...

Para Nueva Democracia es difícil mantener la calma. El partido ya no cuenta con los favores de Bruselas. Tal y como publicó Mediapart, la Comisión Europea ha terminado por darse cuenta de que las reformas no daban resultados, que la lucha contra el fraude fiscal no avanzaba, que el partido se preocupaba sobre todo de favorecer los intereses económicos de las empresas amigas... Así las cosas, al partido le quedan poco recursos que no sea recurrir al miedo, alertando de la posible llegada de la izquierda radical al poder. Un gobierno de Siriza supone el caos, el regreso al dracma y la quiebra del país, viene a decir en resumen la derecha.

Samarás, cuyas posiciones nacionalistas no son nuevas y le condujeron en los 90 a dejar Nueva Democracia, ha llegado a instrumentalizar los atentados de París al criticar las políticas favorables a la inmigración de Syriza. Tras echarse a la calle al lado del presidente Hollande el pasado 11 de enero, difundió un vídeo lamentable (disponible en francés aquí), el que utiliza las imágenes de las marchas de Francia para decir: “En el momento en que Europa se arma, Syriza propone el desarme de los policías, el fin de las prisiones de alta seguridad para los terroristas y la nacionalización de los inmigrantes. La verdad, lo que Syriza quiere es una Grecia sin defensa...”.

En otro vídeo, aparece junto a unos actores que representan a una familia víctima de las políticas de austeridad. “No tenía elección”, se justifica. “Pero es el final, la economía mejora. ¿Preferís una Grecia aislada y fuera de Europa o vivir en una Grecia dinámica y moderna en el seno de la Unión Europea?”. El miedo, ese es el eje de la campaña de Nueva Democracia.

Sin embargo, ¿acaso no es el partido el que tiene miedo de los electores? El jueves por la tarde, durante su primer mitin de campaña en Peristeri, un suburbio popular de Atenas, Samarás no pudo escapar a los insultos. Apenas tiene previsto dejarse ver, solo estará presente en tres mítines esta semana, en Atenas, Tesalónica y en su ciudad de origen, un bastión de la derecha, Kalamata. En general, los candidatos se dejan ver poco: la campaña se está desarrollando esencialmente a través de vídeos, en los platós de televisión y en internet. “De todas formas, ya no tenemos dinero”, suelta el portavoz.

A la búsqueda de la mayoría absoluta

En la izquierda, la atmósfera que se vive es muy distinta. La agenda de Tsipras, que tiene previsto recorrer el país hasta la víspera de las elecciones, cambia a diario. Se anuncia la llegada de líderes de otros partidos europeos, en especial de Pablo Iglesias, líder de Podemos, cuya visita está inicialmente prevista para el jueves 22 en Atenas. Incluso internamente se habla del reparto de cargos en el futuro Gobierno...

Oficialmente, a una semana de las elecciones no se ha dado ningún nombre y se pone el acento en la necesidad de lograr la mayoría absoluta para contar con un Gobierno fuerte que no precise de alianzas, una cuestión siempre delicada –habida cuenta de que de momento para Syriza solo sería factible alcanzar un acuerdo con el partido Griegos Independientes–. Dado que la ley electoral griega concede 50 escaños adicionales al partido vencedor y que los partidos electos se reparten el porcentaje obtenido por las pequeñas formaciones que no superan el umbral del 3%, para obtener la mayoría absoluta en la Vouli, es necesario que Syriza logre entre el 35% y el 39% de los votos, Voulien función del número de partidos que finalmente lleguen al Parlamento.

Por supuesto, internamente, las conversaciones van viento en popa. Para el Ministerio de Economía suenan varios nombres (sobre todo el de Yorgos Stathakis, un moderado que ha multiplicado los contactos estos últimos tiempos con fondos de inversión y con bancos de Estados Unidos y Europa), lo mismo que para la cartera de Asuntos Exteriores, los dos puestos claves del futuro Ejecutivo. En este hipotético reparto, el ala izquierda de Syriza, que no es mayoritaria y que preconiza la salida del euro, puede obtener probablemente un ministerio secundario pero complejo, como Asuntos Sociales, Trabajo o Sanidad.

En cualquier caso, será un gobierno austero, con una docena de Ministerios como máximo, según un próximo a Tsipras. ¿Habrá ministros tránsfugas del Pasok? Louka Katseli, exministro de Trabajo y una de las primeras en alejarse del Gobierno de Papandreu cuando este metió al país en la senda de la austeridad, ha sonado como candidata en un gobierno de Syriza. Sin embargo, surgieron diferencias insalvables entre ella y el jefe de la izquierda radical. También circula el nombre de otro exPasok circula, Alexis Mitropoulos, abogado especialista en Derecho del Trabajo, que ya resultó elegido por Syriza en 2012.

Dado que Syriza nunca ha gobernado, necesita personalidades con experiencia. Sin embargo, ¿dónde está el límite en este aperturismo? La moderación del discurso de Tsipras en estos últimos meses ya ha dividido a la base. Numerosas figuras antaño en las filas del Pasok han sido incluidas en las listas; algunas de ellas han cambiado de chaqueta tarde, como los candidatos Theodoros Parasatidis o Theodora Tzakri. Sin ir más lejos, como cabeza de la lista nacional (una lista de fuera de circunscripción) va un eminente sociólogo, antaño muy próximo al Pasok.

El economista Yannis Varoufakis, que se ha dado a conocer en Grecia y en el extranjero por criticar las políticas de austeridad desde 2010, fue asesor de Yorgos Papandreu... Candidato por la circunscripción de Atenas, presenta, este domingo su último libro en el Megaro Mouzikis, la ópera de la capital, una institución privada en manos de una de las principales empresas del país, que ha hecho negocio con los medios de comunicación y los bonos con vencimiento a largo plazo. El lugar es en sí mismo un símbolo de las derivas del sistema griego, un agujero financiero del que el Estado ha asumido las deudas en beneficio del inversor... ¿Fatal coincidencia o acaso Syriza ya es uno más en el sistema?

En el fondo, el partido está dividido. Algunos lo admiten pero pocos hablan sin ambages. “En 2012, todavía teníamos medios para ejercer una política diferente”, explica un miembro del comité central. “Actualmente, tenemos una terrible falta de medios. Se han realizado muchas privatizaciones, la deuda pública ha pasado de manos privadas a los Estados europeos y la población es menos combativa. A día de hoy la gente está agotada, el factor popular es importante si se quiere contrarrestar la presión de la troika...”

Por su parte, los analistas políticos en ocasiones son muy duros. Para Yorgos Contogeorgis, “Syriza ha evolucionado mucho en su discurso y en sus proyectos, pero internamente sigue funcionando como un partido con el 4%”, en alusión al apoyo electoral de la coalición anterior al inicio de la crisis. Según este profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Panteion de Atenas, Tsipras tendría que haberse rodeado de responsables de la sociedad civil.

Sin embargo, esta progresión de Syriza ha permitido hacer emerger nuevas personalidades, incluso aunque sigan siendo una minoría y con pocas posibilidades de resultar elegidos el domingo 25 de enero. En las listas figuran personas activas en cuestiones medioambientales o contrarias a las privatizaciones o griegos que comenzaron su activismo político a raíz del movimiento de los indignados, en junio de 2011, y que han estado muy activos en las asambleas de barrio que se han multiplicado.

De continuar esta tendencia, podría transformar notablemente la política griega. De momento, la constatación de Yorgos Contogeorgis es la que prevalece: “Nos hace falta un seísmo político y no se ha producido. Los políticos no han cambiado nada del sistema, más concretamente de estos bastiones de la crisis que son la administración fiscal y de justicia”. Syriza todavía debe convencer a más de uno de aquí al domingo 25 de enero.

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Traducción: Mariola Moreno

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