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Inmigración

El espacio Schengen se difumina, Europa entra en pánico

El espacio Schengen se difumina, Europa entra en pánico

Mientras uno de los pilares de la Unión Europea, la libertad de circulación, salta en pedazos, la Europa de las instituciones vacila y los Estados miembros van a lo suyo en medio de un caos extraordinario. En la reunión mantenida este lunes 14 de septiembre de Bruselas, los ministros del Interior de los Veintiocho no lograron alcanzar un acuerdo firme para distribuir, conforme a la voluntad del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, de manera obligatoria y estable, 120.000 demandantes de asilo en dos años. No obstante, la cifra está muy por debajo de las necesidades existentes ya que, según las nuevas estimaciones hechas públicas por el vicecanciller alemán Sigmar Gabriel, se espera que este año lleguen a su país, un millón de refugiados, en lugar de los 800.000 previstos hasta la fecha.

Los ministros, incapaces de superar las diferencias, se contentaron con posponer la decisión definitiva en el nuevo encuentro ministerial, previsto para el 8 de octubre. Al término de seis horas de negociaciones, el Gobierno luxemburgués, que ejerce la Presidencia de turno de la UE, se refirió en Twitter al acuerdo dirigido a la “relocalización de 120.000 personas”, que se habrían de sumar a las 32.000 admitidas en julio. Nos encontramos, pese a todo, ante un acuerdo inicial votado por mayoría simple, sin contar con los detalles concretos sobre el reparto. Mientras, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, previsor, apuntaba que en caso de que no prospere, se convocaría una cumbre extraordinario de jefes de Estado y de Gobierno.

Esta reunión “de urgencia” se convocó el domingo 30 de agosto, a instancias de Alemania, Francia y Gran Bretaña, tres días antes de que Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años cuya foto ha dado la vuelta al mundo, fuese hallado muerto en una playa de Bodrum, en Turquía. “Hay que avanzar sin dilación en las propuestas a la Comisión”, dijo el Ejecutivo de Bruselas, tras la conmoción que suscitaron las imágenes del niño. “El mundo nos mira, es hora de que cada uno asuma sus propias responsabilidades”, insistió Dimitris Avramopoulos, comisario europeo de Asuntos Interiores. En vano. (Se pueden consultar las conclusiones, en inglés). 

Mientras que los altos responsables políticos ponían de manifiesto las profundas desavenencias que los separan, el espacio Schengen, dentro de cuyas fronteras los controles desaparecieron en 1995, se hacía añicos. Ante la afluencia masiva de migrantes, varios países de la UE han restablecido “temporalmente” las fronteras. Estas decisiones que se han producido en cascada han seguido el camino inverso al recorrido por los exiliados, la mayor parte de ellos llegados de Oriente Medio y del Cuerno de África, quienes, después de transitar por Turquía, atraviesan el Mediterráneo para alcanzar Grecia (espacio Schengen), para llegar a Macedonia y Serbia (fuera del espacio Schengen) y pasar a Hungría, Austria y Alemania (espacio Schengen). Durante este periplo, los daños son incontables: 34 personas, entre ellos 15 niños, murieron ahogados el domingo en las costas de la isla griega de Farmakonisi, según los guardacostas griegos.

Alemania se adelantó el domingo 13 de septiembre por la tarde, en franca contradicción con la política aperturista y de acogida puesta en marcha en las últimas semanas. Para justificar ese viraje, el Gobierno de coalición que dirige Angela Merkel, atacó la “inacción” de la UE, alegó que su país no podía acoger en solitario a todos los exiliados sirios e iraquíes y que estaba “al límite de su capacidad de acogida”. En vísperas del encuentro celebrado en Bruselas, el gesto estaba dirigido a ejercer presión sobre los países de Europa central y del este, reacios a poner en marcha un mecanismo de reparto obligatorio y permanente, tal y como defiende Berlín y París, con el pretexto de que el proyecto de la Comisión Europea generaba un efecto llamada suplementario de refugiados que amenazaría la cohesión de sus sociedades. Para tratar de ralentizar la fluencia, Alemania interrumpió el tráfico ferroviario con Austria hasta las 5 de la mañana del lunes; las comunicaciones por tren se restablecieron pasada esa hora, pero los trenes siguen estando sometidos a control.

En dos semanas, han llegado 63.000 refugiados a Baviera

El Gobierno ha reiterado que actúa en el marco del derecho europeo, con el aval de la Comisión Europea, al activar una cláusula especial de los acuerdos de Schengen, que prevé que un país puede restablecer sus fronteras “en caso de una situación de crisis”. Estos controles, excepcionales y temporales (con una duración que puede variar entre los 10 días a los dos años) deben estar justificados por existir una “amenaza grave para la seguridad” o “graves deficiencias en las fronteras exteriores, susceptibles de poner en riesgo el funcionamiento global del espacio Schengen”, recuerda la Comisión.

Según la Policía bávara, 17.500 demandantes de asilo llegaron a Múnich el fin de semana pasado, lo que eleva la cifra total hasta los 63.000 desde el 31 de agosto. El responsable del Gobierno bávaro Christoph Hillenbrand ha dicho que la ciudad está saturada. Los controles en la fronteras pueden seguir en vigor “al menos algunos semanas”, tal y como ha precisado el ministro del interior del land, Joachim Herrmann, mientras que la canciller recibe ataques desde el seno de su propio partido.

La reacción de Austria no se ha hecho esperar. Los buses y los trenes especiales que tienen como salida la frontera de Nickelsdorf, alternativos a los autobuses que partían de la estación de Keleti de Budapest ya no están disponibles. “Si Alemania lleva a cabo controles fronterizos, Austria debe reforzar sus controles, es lo que estamos haciendo”, señaló el lunes por la mañana el vicecanciller Reinhold Mitterlehner. El canciller Werner Faymann, por su parte, ha anunciado su intención de echar mano del Ejército para reforzar las tareas de la Policía en la frontera con Hungría, páis éste que ha optado por desplegar militares en sus fronteras con Serbia, fuera del espacio Schengen.

Estos cierres fronterizos en serie están causando problemas de desorden. En el camino del exilio que cruza los Balcanes, las informaciones circulan con rapidez, se alienta a los refugiados a aumentar el ritmo antes de que las rutas consideradas transitables queden bloqueadas. Según la Policía austriaca, así llegaron alrededor de 21.000 personas entre el domingo y el lunes; se vieron atrapadas en un país en el que no tienen previsto quedarse. Además, cuanto más largos y peligros son los trayectos, más costosos resultan, los traficantes muestran el precio, como en cualquier mercado, pese a los riesgos. Según el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados, 8.500 migrantes llegados de Grecia hicieron su entrada en Macedonia entre el sábado por la noche y el domingo por la tarde.

En el interior del espacio Schengen, el pánico se adueña de los países vecinos, como Eslovaquia, que teme que los “flujos” se dirijan a su territorio. Se han restablecidos los controles temporales en las fronteras eslovacas con Hungría y Austria. Polonia dice estar lista para hacer lo propio en sus límites fronterizos con Alemania, la República Checa y Eslovaquia, según Ewa Kopacz, al frente del Gobierno tras la dimisión de Donald Tusk, que renunció al cargo para ocupar la Presidencia del Consejo Europeo. La República Checa prevé medidas similares. “La república Checa refuerza las medidas de seguridad en su frontera con Austria. Los pasos siguientes vendrán determinados por el número de refugiados que se dirijan a la República Checa”, ha dicho el ministro del interior Milan Chovanec, en la televisión pública.

El primer ministro checo, Bohuslav Sobotka, y el ministro eslovaco del Interior, Robert Kalinak, han advertido de que sus países vetarían la puesta en marcha de un sistema de cuotas obligatorias de migrantes, mientras que Polonia juega a un doble juego; dice estar abierto a la acogida de más refugiados (de momento, previsto 2.000), bajo determinadas condiciones, entre ellas que se refuercen las medidas de seguridad en las fronteras exteriores de la UE.

Desde finales de agosto, Hungría, en manos del ultraconservador Viktor Orban, es el país causante de los tapones. La instalación de alambradas de espinos de tres metros de alto en la frontera con Serbia ha desencadenado disturbios, en un intento desesperado de estos refugiados por tentar a su suerte antes de que sea demasiado tarde. Un tramo, que discurre por la vía férrea muy transitada, quedó cerrado a la circulación este lunes, después de comprobar cómo aumentaba el tránsito durante un día. El primer ministro ordenó ese mismo día el despliegue de un millar de policías, refuerzo de las unidades que patrullan en la frontera, mientras que este martes entraba en vigor una ley que prevé penas de prisión (hasta tres años) si se cruza de forma irregular la frontera.

Francia no tiene nada que envidiar a los Republicanos, que piden el restablecimiento “provisional” de los controles del otro lado de Ventimiglia, en Italia. “Hay que comprometerse urgentemente en la verdadera refundación de Schengen”, ha dicho el diputado LR Guillaume Larrivé, quien finge ignorar que Francia bloquea ya esta frontera desde julio con la puesta en práctica de medidas policiales selectivas (en función del color de la piel) y de devoluciones sistemáticas a Italia de aquellas personas que carecen de permiso de entrada.

François Hollande también ha reaccionado a los movimientos de Alemania. Ha señalado que la contrapartida a una acogida “digna” debe incluir la puesta en marcha de centros de acogida y de centros de registro, en Grecia, en Italia y en Hungría, principales países de entrada en el espacio Schengen. “Alemania, como Francia, pide que Europa pueda tener control sobre sus fronteras, condición para que los refugiados puedan ser acogidos dignamente y de manera controlada, con el fin de distinguir entre aquello que establece el derecho de asilo y lo que corresponde a asuntos económicas”, ha dicho el presidente de la República.

Esta lógica "selectiva" que París hizo propia en la pasada primavera, la aplica, en la práctica, Alemania. El país asegura que sigue dejando pasar a los demandantes de asilo (sin saber cuál es el método que emplea) impidiendo a los otros, los excluidos prácticamente de Europa, los migrantes llamados económicos.

____________Traducción: Mariola Moreno

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