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Campos refugiados

Francia rinde homenaje a los 60.000 refugiados confinados en el mayor campo de concentración de Europa

Francia rinde homenaje a los 60.000 refugiados confinados en el mayor campo de concentración de Europa

Han sido necesarios 17 años para que el proyecto se haga realidad. El memorial del campo de concentración de Rivesaltes [sureste de Francia] abrirá sus puertas al público este domingo 18 de octubre. Entre 1941 y 1964, unas 60.000 personas fueron internadas en el campo, que reúne todos los horrores del siglo XX en Francia. Republicanos españoles que huían de Franco, judíos y gitanos encerrados por el régimen de Vichy, veteranos harkis (argelinos) que dejaron el país tras la derrota de 1962... Todos pasaron por estos barracones, situados en plena meseta catalana, achicharrados por el sol en verano y azotados por la tramontana la mayor parte del año. Alrededor de 2.300 judíos salieron de estas instalaciones con destino a los campos de exterminio y cientos de personas murieron en el recinto de malnutrición y de miseria. El memorial es un homenaje al padecimiento que sufrieron, sin temer a las comparaciones con la acogida que se da a los refugiados estos días.

Ahora que la llegada a Europa de refugiados –sirios, iraquíes, afganos o eritreos que huyen de la guerra– es masiva, a menudo se recuerda que, tras la victoria de Franco en febrero de 1939, cerca de 450.000 españoles cruzaron la frontera para refugiarse en Francia. Soldados desarmados del ejército republicano y civiles. Todos fueron confinados en los campamentos improvisados que se construyeron, muchos de ellos en las playas próximas a Rivesaltes.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, la mayoría de los hombres pasó a formar parte de las Compañías de Trabajadores Extranjeros, unidades al servicio de la defensa nacional. Mujeres, niños, ancianos a menudo cruzaban la frontera en sentido contrario, dadas las dificultades de supervivencia en los campos. “En la primavera de 1940, tras la debacle francesa, quedaban unos 170.000 refugiados españoles en Francia”, señala el historiador del CNRS Denis Peschanski, presidente del Consejo Científico del Memorial de Rivesaltes. Es decir, un número que equivale a 270.000 personas en la Francia actual de 66 millones de habitantes, que a día de hoy hace gala de su generosidad acogiendo una cifra de refugiados diez veces inferior.

En su tesis doctoral, defendida en 2000 y titulada La Francia de los campos de concentración. El internamiento (1938-1946), Denis Peschanski estudió la magnitud de los campos de internamiento franceses, inicialmente destinados a los refugiados españoles y, posteriormente, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, a los alemanes y a los austriacos refugiados en Francia, considerados ciudadanos de una potencia enemiga. Tras la derrota de 1940, el régimen de Vichy internó a comunistas, judíos y gitanos. “Entre 1940 y 1942, el internamiento administrativo de los “indeseables” era consustancial al régimen de Vichy, pero marginal en la estrategia del ocupante que privilegiaba otros instrumentos de represión. A partir de la primavera de 1942, en los campos de internamiento se abastecían los convoyes de deportados que tenían como destino la solución final, los campos de exterminio”, explica Peschanski.

Tras la Liberación, la población confinada en los campos de concentración cambió y pasó a acoger a los acusados de colaboracionismo o de dedicarse al contrabando en el mercado negro, unos 60.000 en el otoño de 1944. “En total 600.000 personas fueron internadas en este campo, lo que representa un fenómeno de una magnitud excepcional en el tiempo y en el espacio, concierne a todos los departamentos y ocurrió bajo tres regímenes diferentes, la III República, el régimen de Vichy y el nacimiento de la IV república”, subraya Peschanski. Un internamiento, no hay que olvidarlo, de carácter administrativo, que decidía el prefecto de turno, sin que mediase decisión ni control judicial alguno.

¿Qué peculiaridad tiene el campo de Rivesaltes, frente a los aproximadamente 200 campos de concentración franceses existentes? Una peculiaridad doble.

Dimensiones

En primer lugar, destaca su tamaño: es inmenso. Tiene una extensión de 612 hectáreas de tierras pedregosas, sitas a pocos kilómetros al norte de la localidad de Rivesaltes [a 30 km de la frontera catalana].

El ejército comenzó la construcción de este campo de concentración en 1938. Se emplea para el reagrupamiento de los efectivos movilizados en septiembre de 1939, antes de su cesión parcial a la Secretaría de Estado del Interior (el ejército se vio reducido drásticamente tras el Armisticio) en diciembre de 1940. Al mes siguiente pasó a convertirse en un “centro de alojamiento”, según la terminología de la época. En septiembre de 1942, Rivesaltes devino el Drancy de la zona sur, por el que transitan los judíos que el régimen de Vichy entregaba al exterminio nazi.

En segundo lugar, llama la atención su longevidad. El ejército recupera la gestión del campo de concentración tras la Liberación, después de que la Wehrmacht instale sus cuarteles, a raíz de la ocupación de la zona sur, en noviembre de 1942. Los barracones alojan a prisioneros de guerra alemanes, más tarde verían transitar a los movilizados con destino a Argelia que aguardaban para embarcar en Port-Vendres, en las proximidades. Pero por el campo de internamiento también pasan militantes del FLN. Después, a los milicianos harkis y a sus familias tras el final de la guerra de Argelia.

Unidad de lugar: un polígono de 4 km de largo por 2 de ancho. Unidad de tiempo: de 1941 a 1964, año en que salieron los últimos harkis. Unidad de acción: el internamiento. El campo de concentración de Rivesaltes resume las grandes tragedias del siglo XX francés y, sobre todo, permite darlas a conocer, sentirlas. En el memorial de Drancy [próximo a París], a día se hoy se ve la ciudad de La Muette, esos edificios de renta baja recién construidos cuando se convirtieron en centro de internamiento para los miles de judíos detenidos y a la espera de ser deportados. En el memorial del campo de Milles (sureste de Francia), la vieja fábrica de tejas en la que fueron hacinados alemanes y austriacos y después judíos. En el campo de Gurs (sureste de Francia), se pueden ver los paneles informativos en mitad de un bosque que no existía cuando fueron internados los antifascistas alemanes y austriacos, españoles y judíos. En otros campos, no queda nada, ni siquiera una estela que sirva de recordatorio para la historia. Sin embargo, en Rivesaltes, los barracones en ruinas se suceden hasta perderlos de vista en el horizonte.

El proyecto de construcción del memorial nació tras conocerse las intenciones del ejército de arrasar, a finales de los 90, las ruinas del campo de concentración. Diferentes asociaciones locales mostraron su preocupación por la desaparición anunciada de un lugar histórico. Al socialista Christian Bourquin, fallecido en 2014, le gustaba recordar que cuando accedió a la Presidencia del Consejo General de los Pirineos Orientales, en 1998, ése fue el primer asunto que encontró sobre la mesa.

¿Qué hacer con 600 hectáreas de terreno, de las que el ejército se quería deshacer parcialmente? Bourquin se puso en contacto con Denis Peschanski (también del PS), tras haber leído su tesis. El historiador se convirtió en vicepresidente del comité director del proyecto. El departamento adquirió en 2005 las 32 hectáreas del antiguo islote F del campo, pero por sí solo no podía financiar el proyecto en su integridad, que no dejaba de acumular retrasos. El Gobierno central no quería colaborar: la derecha, por aquel entonces en el poder, esperaba alzarse con la victoria en las diferentes elecciones cantonales, hasta hacerse con el Gobierno de los Pirineos Orientales. Cuando Christian Bourquin sucedió a Georges Frèche al frente de la región de Languedoc-Rousillon [sureste] en 2010, el Consejo Regional entró en escena y se encargó de la dirección de la obra. La victoria de François Hollande, en 2012, desbloqueó un proyecto paralizado por el Ejecutivo central, aunque contaba con el apoyo prácticamente total de las fuerzas políticas locales.

Un memorial “sepultado y que al mismo tiempo surge de la tierra”

Las obras se iniciaron en septiembre de 2012. El secretario de Estado de los Veteranos de guerra, Kader Arif, está doblemente sensibilizado con el proyecto –por su condición de hijo de harki internado en Rivesaltes y como diputado regional– pero choca con la falta de voluntad del Ministerio de Cultura. Ségolène Neuville, diputada por los Pirineos Orientales (y colega de Bourquin), entró en el Gobierno como secretaria de Estado el 9 de abril de 2014. Cuatro meses después, Christian Bourquin muere víctima del cáncer que padecía desde hacía varios años. El día del funeral, Manuel Valls asegura públicamente el compromiso del Estado con el proyecto. Las discusiones por fin habían llegado a su fin: el departamento aportaría 7 millones de euros; la región, 13 millones y el Estado, 2,7 millones del Estados. Para ello, se constituyó un ente público de cooperación cultural.

El edificio, inaugurado este viernes 16 de octubre por Manuel Valls y obra de Rudy Ricciotti, es sobrio y sólido. “El memorial es silencioso y denso: reposa sobre la tierra y en el eje del islote F, con determinación tranquila y silenciosa, es un monolito de hormigón ocre, intocable, que se proyecta hacia el cielo. Sepultado bajo la tierra, pero que al mismo tiempo surge de ella, el memorial aflora del suelo muy cerca de la entrada del campo de concentración y se extiende hacia el extremo Este de la antigua zona de reunión, hasta alcanzar una altura similar a la del caballete de los barracones”, describe el arquitecto.

Y, efectivamente, así es. Aunque está atrapado en una zona industrial, entre un parque eólico y terreno militar (el antiguo islote K del campo sigue siendo propiedad de la Dirección General de Seguridad Exterior) el sitio es sobrecogedor.

Y el museo se encuentra a la altura. Una gran sala acoge fotografías y objetos de los internos. El recorrido sigue un orden cronológico, con grandes paneles luminosos que recuerdan las principales etapas históricas del campo de contración, mientras que las imágenes proyectadas en bucle en las paredes abruptas desvelan las miserias que padecieron los internos. A su espalda, imágenes en forma de vídeo de la época muestran el cinismo de las autoridades en lo que respecta a las políticas de internamiento. Se pueden escuchar los testimonios de los internos y, en otra dependencia, al fondo de la sala, se manifiesta la elocuente constatación de que el siglo XX fue el del internamiento y los desplazamientos forzosos de la población.

Contra la rivalidad de las efemérides

El recorrido que ofrece el museo también quiere rendir homenaje a todos los y las que trabajaron, legal o ilegalmente, para conseguir la salida de los internados de Rivesaltes. “En 1941 y 1942 se deportaron 87 niños de Rivesaltes; algo, evidentemente dramático, pero fueron muy pocos en proporción al número de niños internados y en comparación con otros campos. Rivesaltes también es un lugar excepcional por la magnitud de las operaciones de rescate que se pusieron en marcha”, subraya Denis Peschanski.

Aquellas organizaciones a las que aún no se calificaba de humanitarias (Quakers, Young Men's, Christian Association más conocida como YMCA, Secours Suisse, Cimade...) estaban presentes de forma oficial en el campo y trabajaron en este rescate. La visita al museo concluye con una entrevista al representante en Francia del Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur), que recuerda que en el mundo hay actualmente 60 millones de refugiados, frente a los 40 millones que existían a finales de la Segunda Guerra Mundial y que Europa se muestra muy pusilánime para acoger una pequeña parte.

La exposición permanente, que completa el recorrido del campo en una zona, entre las ruinas del campo, ha conseguido sobre todo evitar que se enfrenten las diferentes minorías que convivieron confinadas en Rivesaltes, década tras década, una tarea que no era fácil. La rivalidad por las conmemoraciones está muy viva. A unos metros del memorial, al borde de una carretera departamental que atraviesa el antiguo perímetro del campo, hay una capilla de cinco estelas conmemorativas, con distintas fechas.

A los judíos internados en el campo (1994), a los harkis argelinos (1995), a los españoles (1999), a los gitanos (2009) y por fin a los extranjeros en situación irregular que permanecieron detenidos hasta 2007. La Cimade, que estaba ya presente en el campo durante la Segunda Guerra Mundial, encargó esta última estela en la que se puede leer: “Aquí, de febrero de 1985 a diciembre de 2007, hubo un centro de detención administrativa donde fueron confinados miles de mujeres y de hombres cuyo único delito cometido fue el de ser extranjeros en situación irregular. Todos las personas nacen libres e iguales en dignidad y en derechos”. art 7 de la Declaración de Derechos Humanos”.

El resto de estelas fueron iniciativa de numerosas asociaciones, que comparten una memoria ya fragmentada. Las asociaciones locales de harkis son tan numerosas como las de gitanos. Entre los descendientes de la comunidad española también existen diferencias entre comunistas y anarquistas. “El memorial ha querido acabar con esa rivalidad de las efemérides”, subraya Denis Peschanski. Lo que ha permitido el apoyo político local unánime a un proyecto en el ha participado tanto la izquierda, más sensible a los republicanos españoles, como la derecha y la extrema derecha –Louis Alliot, diputado europeo del FN, que a punto estuvo de hacerse con la alcaldía de Perpiñán en las últimas municipales tiene una casa a pocos kilómetros de Rivesaltes–, tradicionalmente vinculado a los harkis en una región en el que el electoral de origen argelino es de los más influyentes. Una semana antes de las elecciones presidenciales de 2012, Nicolas Sarkozy llegó a depositar un ramo en memoria de los harkis de Rivesaltes.

Se trata de los mismos representantes locales de la derecha que hicieron que este centro de detención administrativa de Rivesaltes se trasladase, cuando Sarkozy era aún ministro del Interior, puesto que habría sido poco adecuado que el memorial se instalase a varios cientos de metros de un centro que encerraba a extranjeros en situación irregular.

¿A qué publico se dirige el museo?

El museo ha superado con éxito su apuesta de unificar la memoria de los internos, ahora queda por hacer revivir el memorial, es decir, atraer al público. Su directora, Agnès Sajaloli, explica que, en primer lugar, se dirigen a los escolares, porque, según explica “el memorial trata de aportar referencias en un contexto en el que la juventud carece de ellas”. Sajaloli ha batallado hasta conseguir que seis profesores (de primaria y de secundaria) puedan realizar visitas pedagógicas.

En segundo lugar, también se dirige a las personas que visitan la región, que recibe cada año 15 millones de turistas, a los que quiere atraer alcanzando acuerdos de colaboración con otros establecimientos (como el Museo de Arte de Céret) o con eventos culturales de renombre (festival de fotoperiodismo Visa Sur l'Image de Perpiñán, el Festival de música Pablo Casals de Prades…) de los alrededores.

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Por último, aspira a interesar a los lugareños. Para ello, Agnès Sajaloli, exdirectora del Centre Dramatique National Jeune Public de Lille, quiere realizar “representaciones de obras de escuelas de actores cuya temática tenga relación con los campos de concentración o con los refugiados”.

Queda por despejar cuál será el presupuesto para el funcionamiento del memorial. Los Gobiernos del departamento, de la región y del Estado, actualmente en manos de los socialistas, ¿seguirán apoyando el memorial, especialmente si alguno de los tres pasa a la derecha? ¿Cuántas entradas se venderán, habida cuenta de que las visitas escolares no aportan ingresos (el memorial es gratuito para los menores de 18 años)? Los visitantes catalanes, españoles, muy sensibles con la historia de Rivesaltes, ¿vendrán en número importante? Los lugareños, en el departamento que ostenta el triste récord de contar con la tasa de paro más alta de Francia, ¿acudirán? Y el memorial, ¿qué parte del turismo regional conseguirá captar? En el presupuesto para 2016 –que asciende a 1,65 millones de euros– se recoge una estimación de 35.000 visitantes. Aquellos que vengan podrán apreciar el graffiti que se lee en uno de los barracones, visible a la entrada del memorial: “No olvidemos nuestra historia, ni a nuestro enemigos”.

Traducción: Mariola Moreno

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