Conflicto palestino-israelí

Israel se revuelve contra la identificación en la UE de los productos de sus colonos

Israel se revuelve contra la identificación de los productos de sus colonos

Definitivamente, el cinismo de las argumentaciones de Benjamin Netanyahu y de sus expertos en “elementos del lenguaje”, a la hora de tratar de defender sus políticas indefendibles, no tiene límites. Tres semanas después de acusar al Gran Mufti de Jerusalén, Hadj Amin al-Husseini, de haber sugerido a Hitler la exterminación de los judíos de Europa –patraña indecente desmontada por la historiadora jefe del Memorial Yad Vashem de Jerusalén, Dina Porat, y por el historiador británico Christopher Browning–, el primer ministro israelí vuelve por sus fueros.

Enfurecido al conocer que la Unión Europea acaba de adoptar, tras numerosos informes, la decisión de etiquetar los productos procedentes de las colonias israelíes en los territorios palestinos, recupera un argumento al que él y los suyos recurrieron en septiembre. Aseveraron entonces que “el etiquetado de productos del Estado judío despierta recuerdos sombríos” y que “Europa debería sentirse avergonzada” por una decisión que recuerda a las prácticas del régimen nazi en contra de los productos judíos. “Tenemos memoria histórica y recordamos lo que pasó cuando en Europa se etiquetaron productos judíos”, podía leerse en el comunicado remitido. Simultáneamente, era convocado al Ministerio de Asuntos Exteriores el representante de la UE en Israel, el diplomático danés Lars Faaborg-Andersen.

La ministra de Justicia israelí, Ayelet Shaked, conocida por su extremismo, cuando anuncia que va a “estudiar las medidas legales que Israel puede tomar”, acusa abiertamente a la Unión Europea de antisemitismo: “La decisión de marcar los productos de los asentamientos es una decisión antiisraelí y antijudía”, dice. “La hipocresía europea y el odio contra Israel supera todos los límites”.

Pero, ¿en qué consiste todo esto realmente? El pasado miércoles 11 de noviembre por la mañana, el colegio de comisarios de la UE, reunido en Bruselas, adoptó una “declaración interpretativa sobre la indicación del origen de los productos provenientes de los Territorios Ocupados por Israel desde 1967”. Para los comisarios, se trata de una medida “técnica”, dirigida a informar a los consumidores europeos y no una medida política. En resumen, esta decisión obliga a la industria alimentaria y a los distribuidores en el seno de la Unión Europea a hacer mención del origen exacto de los productos en las etiquetas y, en concreto, a dejar de etiquetar como fabricados en Israel los productos de las colonias –ilegales conforme al derecho internacional–, tal y como ocurre ahora.

Esto permitirá a los consumidores europeos elegir y mostrar su desacuerdo, si lo desean, con la política israelí de colonización y de ocupación. Para los ciudadanos europeos es difícil hallar un modo más pacífico de manifestar solidaridad con los palestinos y su causa. Es difícil también encontrar una medida más indolora: los productos que se ven afectados, según Bruselas, representan “menos del 1% del total de los intercambios comerciales entre la UE e Israel”, es decir, 154 millones de euros en 2014, según las estadísticas de la Comisión.

Lo menos que se puede decir es que esta decisión, de momento fundamentalmente simbólica, no se ha tomado de forma precipitada. Mientras algunas compañías privadas de Europa decidían romper todos los vínculos con las empresas o actividades israelíes en los territorios ocupados palestinos, la UE ha esperado más de tres años antes la entrada en vigor de los compromisos aprobados por el Consejo en mayo y en diciembre de 2012 y renovados en noviembre de 2014.

Paralelamente, la UE hizo públicas, en julio de 2013, las “líneas directrices relativas a la subvencionabilidad, precios e instrumentos financieros, financiados por la UE a partir de 2014, de las entidades israelíes establecidas en los territorios ocupados”. Estas “líneas directrices” son especialmente importantes porque recuerdan , en el artículo 3, que “la UE no reconoce la soberanía de Israel en los territorios a los que se refiere el punto 2 [los Altos del Golán, la Franja de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental] y no los considera parte integrante del territorio de Israel, con independencia del estatus legal que les ha otorgado el derecho nacional israelí”.

En abril de 2013, en una carta dirigida a Catherine Ashton, Alta Representante para Asuntos Exteriores de la UE, los jefes de la diplomacia de 13 país de la UE (1) reclamaron la aplicación de las directivas europeas en materia de etiquetado de productos procedentes de los territorios ocupados. El asunto había sido paralizado, por petición de John Kerry, quien consideraba que podía reanudar el diálogo judío-palestino y consideraba este proceso europeo como contraproducente. Dos años más tarde, dado el fracaso manifiesto de las tentativas norteamericanas y ante el desarrollo creciente de la colonización, ya no fueron 13, sino 16, los ministros europeos de Asuntos Exteriores (2) que firmaron, el 13 de abril de 2015, una carta común dirigida a Federica Mogherini, nueva responsable de la diplomacia europea, para hacerle saber que la aplicación de la directiva sobre el etiquetado era una “etapa importante en la aplicación completa de las políticas de la UE con el objetivo de preservar la solución de crear dos Estados”.

“La ampliación continua de los asentamientos israelíes ilegales en los territorios palestinos ocupados, y otros territorios ocupados por Israel desde 1967 [Altos del Golán]”, escribían los ministros, “amenaza la perspectiva de alcanzar un acuerdo de paz justo y definitivo. Además, es necesaria la aplicación correcta y coherente de las políticas europeas de protección de los consumidores y de la legislación sobre el etiquetado para garantizar que los consumidores no reciben informaciones falsas. Los consumidores europeos deben confiar en la información sobre el origen de los bienes que compran. Los productores de Israel –tal y como recoge la Línea Verde– y los productores palestinos se verán beneficiados con esta medida”, añaden.

Etiquetado y boicot de los productos

Unos meses antes había llegado a Bruselas, donde circuló con gran discreción, un informe elaborado por diplomáticos europeos establecidos en Jerusalén que presentaba una alarmante situación. Ponía de manifiesto el “serio deterioro de la situación en Jerusalén en prácticamente todos los ámbitos”. Entre las recomendaciones de los diplomáticos europeos, siete eran relativas a las relaciones entre la UE y las colonias de Cisjordania. Se proponía la adopción de medidas para controlar o limitar la entrada a los Estados de la Unión Europea de colonos implicados en acciones violentas, o que instaban a llevar a cabo dichas acciones; que las empresas y ciudadanos europeos fueran advertidos de los riesgos ligados a las actividades económicas y financieras en las colonias; que se proporcionasen orientaciones a los turoperadores de la UE que evitasen apoyar a las empresas en las colonias de Jeresulén Oriental; que se pongan íntegramente en marcha la legislación europea relativa a los productos de las colonias y que se estudien medidas legislativas adicionales adecuadas a la situación.

¿Por qué una medida anunciada tanto tiempo atrás y con un alcance en la práctica limitado, de momento, provoca una reacción tan desproporcionada de los dirigentes israelíes? Sin duda porque Europa es el primer socio comercial de Israel, el importe de los intercambios en 2014 alcanzó 30.000 millones de euros. Sin lugar a dudas porque la internacionalización del conflicto, ya sea vía Naciones Unidas o la Unión Europea, a los dirigentes israelíes les resulta insoportable, acostumbrados como están a la cómoda discreción que suponen los acuerdos bilaterales a puerta cerrada o al engaño de las negociaciones a tres con intermediación norteamericana. Porque, a ojos de Netanyahu y de sus aliados, en el seno de la frágil coalición de extrema derecha que apoya su Gobierno, esta medida, que implica a la sociedad civil europea, supone un primer paso hacía lo que el Ejecutivo israelí más teme: un boicot económico ciudadano que acabaría teniendo un impacto económico, pero sobre todo político y diplomático, devastador.

Los dirigentes israelíes –alarmados por la repercusión internacional de la campaña BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones), lanzada por organizaciones solidarias con los palestinos y a la que han dado su apoyo personalidades como Ken Loach, Angela Davis, Naomi Klein, Peter Brook, Eduardo Galeano o Jean-Luc Godard y que está dirigida a los productos y actividades de Israel– se esfuerzan en estos momentos en presentar como una medida de boicot a Israel y, por tanto una manifestación de antisemitismo, cualquier actuación que discuta la ocupación de los territorios palestinos.

Existe una clara diferencia de planteamiento, y a veces divergencias ideológicas reales, entre los partidarios de la campaña BDS y los defensores del boicot de los productos originarios de las colonias israelíes. Y una diferencia también clara entre el etiquetado de estos productos, decidido por la UE, y un boicot. Pero los dirigentes israelíes fingen ignorar dichas diferencias y mantienen deliberadamente la confusión, destinada a presentar cualquier crítica a Israel como una deslegitimación del Estado judío, incluso como una amenaza contra su existencia.

Confusión que el Gobierno francés contribuye a alimentar al mantener en vigor la circular de Michèle Alliot-Marie, ministra de Justicia de Nicolas Sarkozy, que emplazó en 2010 a los fiscales a perseguir con firmeza a los que llamaran al boicot. Como acaban de recordar dos sentencias recientes de la Corte de Casación que identifican la llamada al boicot de los productos de Israel con el delito “de provocación al odio o a la violencia hacia una persona o grupo de personas en razón de su origen o de su pertenencia a una etnia, una nación, una raza o religión”, Francia es uno de los poquísimo países del planeta en donde hacer un llamamiento al boicot, por parte de un movimiento asociativo o ciudadano para criticar la política de un Estado, está prohibido. Ni Estados Unidos, ni Alemania, ni Gran Bretaña, ni Bélgica, países que son precisamente hostiles con Israel, cuentan con una legislación semejante.

Por otra parte, la histeria nacionalista israelí frente a la decisión europea tiene un mérito innegable: de ella se desprende lo que no se atreven a proclamar oficialmente los dirigentes en su discurso público. Cuando Benjamin Netanyahu denuncia “el etiquetado de los productos del Estado judío”; cuando el portavoz del ministro de Asuntos Exteriores, Emmanuel Nahson, habla de “productos israelíes procedentes de sectores bajo control israelí desde 1967”; cuando la viceministra de Asuntos Extranjeros, Tzipi Hotovely, se indigna contra la discriminación de los productos fabricados en “el conjunto del territorio de Israel”... ¿qué están diciendo? Que las colonías pertenecen claramente al territorio israelí. Que nunca será de otro modo. Que Cisjordania, donde tendría que haberse construido el Estado de Palestina, se limita a los jirones de los territorios palestinos, dispersos entre los enclaves coloniales. Y que la solución de los dos Estados está agonizante. Cuando un colono, preguntado en la radio, finge resignación cuando dice tener que despedir trabajadores palestinos si el boicot se establece, al olvidar que se ha instalado en territorios robados a los mismos palestinos, ¿qué significa ? Que la impunidad de la que se ha beneficiado Israel desde que dio los primeros pasos en su empresa de colonizacion en 1967 ha destruido cualquier interrogación, apagado cualquier duda en la mente de los que ocupan los territorios palestinos con la convicción de que son los herederos legítimos. El enfado, parece, es mal consejero. Incluso cuando es, en parte, fingido, termina por llevar a los dirigentes israelíes a compartir algunas de las causas que han hecho que el “proceso de paz” muera.

(1) Francia, España, Portugal, Reino Unido, Irlanda, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Bélgica, Austria, Eslovenia, Luxemburgo, Malta.

Israel se prepara para lo peor en el Sinaí tras las derrotas del Estado Islámico

Israel se prepara para lo peor en el Sinaí tras las derrotas del Estado Islámico

(2) Francia, España, Portugal, Reino Unido, Irlanda, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Bélgica, Austria, Eslovenia, Luxemburgo, Malta, Suecia, Croacia, Italia.

_______________

Traducción: Mariola Moreno

Más sobre este tema
stats