Crisis migratoria

Dimitris Skleparis: “Expulsar a Grecia del espacio Schengen no va a solucionar nada”

Un naufragio de 80 personas frente a la isla griega de Lesbos se cobra dos vidas, entre ellas un bebé

El pasado mes de noviembre, la Comisión Europea envió en secreto a las islas griegas a varios expertos con el fin de observar cómo llevan a cabo las autoridades griegas la vigilancia de las fronteras y el registro de migrantes. Esta evaluación, dada a conocer este mismo miércoles 27 de enero en Bruselas, será ahora sometida a control por el resto de Estados miembros. Si la mayoría cualificada la avala, se trasladarán una serie de recomendaciones a Atenas. El Gobierno Tsipras tendrá entonces tres meses para ponerlas en práctica. En el caso contrario, podrá iniciarse el proceso de expulsión del país del espacio Schengen.

La noticia se produce después de que Grecia ya hubiese sido amenazada, en diciembre, con ser expulsada de este espacio “sin fronteras”. Desde el año pasado, el pequeño país vive una llegada de migrantes sin precedentes al archipiélago y la tendencia no se ha invertido en este 2016. De hecho, desde el 1 de enero más de 45.000 personas han llegado a las islas situadas en el Egeo y, según las últimas cifras de la Oficina Internacional para las Migraciones, 158 personas han perecido en su intento por atravesar las costas turcas. Ante una afluencia semejante, ¿qué significan los anuncios europeos? Esto es lo que opina Dimitris Skleparis, del centro de investigaciones ateniense Eliamep (Fundación Helénica de Política Extranjera y Europea). 

Pregunta: ¿El anuncio de la Comisión Europea de este miércoles, que amenaza con expulsar a Grecia de la zona de Schengen, está justificado?

Respuesta: No, no creo que aislar a Grecia en el seno del espacio Schengen ayude. No va a solucionar nada porque la frontera entre Grecia y Turquía es una frontera europea. En mi opinión, este anuncio plantea dos grandes problemas. El primero es de orden político, si Grecia deja el espacio Schegen, se abre la puerta a que cualquier otro miembro, acto seguido, pueda salir de Schengen. Italia sería el siguiente en la lista. Es como con la Eurozona, si se hubiese expulsado a Grecia de la zona euro este verano, se habría dado cabida a otras exclusiones. El segundo problema es de orden práctico. Cerrar las fronteras en el interior del espacio Schengen no impedirá que los migrantes sigan entrando. Habida cuenta de la magnitud de los flujos migratorios actuales, la modificación de este espacio de libre circulación no va a detenerlos. De hecho, lo que cambiará será que estas personas pagarán más a las mafias para poder proseguir su cambio a pesar de las nuevas barreras. Lo harán de otro modo, con papeles falsos, por otras vías. Se volverá a utilizar la ruta marítima entre Petras [ciudad portuaria en la costa occidental del Peloponeso] e Italia, surgirán otras rutas, vía Albania, o rodeando Grecia por el norte, vía Bulgaria. Esto derivará en el aumento del precio y de los riesgos del viaje y los muertos fallecerán en las fronteras del norte de Grecia.

P: Entre septiembre y noviembre pasado, usted llevó a cabo estudios sobre el terreno en Lesbos, ¿qué pudo constatar?

R: Todavía estoy analizando los resultados. Lo que sí puedo decir es que el número de migrantes, en ese momento, era demasiado importante para que las autoridades griegas puedan hacerle frente por sí solas. En octubre, ¡llegaban 4.000 personas al día! Muchas de esas personas no eran registradas, los efectivos griegos eran insuficientes a todas luces. A día de hoy, llegan en torno a un millar de personas todos los días, ¡una cifra todavía muy alta! Son unas cifras nueve veces superiores a las registradas el año pasado por las mismas fechas. Si tenemos en cuenta que registrar y tomar las huellas dactilares a cada migrante lleva entre 10 y 15 minutos, aunque se estableciesen turnos de 24 horas al día –tal y como sucede en Lesbos–, en un día no se podría registrar a todo el mundo en el sistema Eurodac [el sistema europeo que centraliza las identidades de todos los migrantes que llegan a la Unión Europea]. Más que equipamiento técnico, creo que lo que faltan son recursos humanos. Además, los otros tres centros de recepción de migrantes, que estaban previstos en las islas griegas, en Samos, Chios y Leros, no siempre están disponibles. Dicho esto, pienso que es cuestión de semanas. De aquí a febrero o marzo como muy tarde, podrán abrir. Está prevista la apertura de un quinto centro en el norte del país. Pero todos estos centros de recepción no funcionarán correctamente si sólo hay personal griego. Es imprescindible que se refuercen con funcionarios europeos. Además, estos centros de recepción estaban destinados a poner en práctica el llamado plan de relocalización de la UE. Por ejemplo, 160.000 demandantes de asilo procedentes de países en guerra debían ser repartidos, desde Grecia e Italia, a los diferentes países miembros. De momento, sólo 414 de ellos se han podido beneficiar de este programa. ¡Y 12 Estados europeos continúan opiniéndose a acoger refugiados!

P: ¿Cuáles podrían ser las otras soluciones?

R:

A día de hoy, se estudian dos posibles escenarios. Por un lado, se baraja la idea de abrir un gran campo de refugiados en Grecia, con capacidad para 400.000 personas. Migrantes y refugiados se alojarían en él a la espera de su relocalización en otras partes en Europa. Esta opción permite proporcionarles la seguridad de encontrarse en suelo europeo. El otro escenario objeto de estudio pasa por hacer un campo equivalente y por poner en marcha el proceso de relocalización no en suelo europeo, sino en Turquía. Esto permitiría evitar la travesía mortal del mar Egeo. Pero en realidad, nadie podrá convencer a Ankara para ponerla realmente en práctica. Ni con los 3.000 millones de euros prometidos por la UE, Turquía será forzada a nada. Y de todos modos, todavía no se ha puesto el dinero sobre la mesa… De hecho, cada Gobierno trata de dar con una solución para contener a los refugiados en el país vecino. Es una política lamentable.

P: ¿No se contemplan otros escenarios?

R: Sí, se podría por ejemplo abrir la frontera terrestre entre Grecia y Turquía [12 km de frontera en el noreste de Grecia], lo que permitiría un paso legal y seguro para los migrantes, para evitar con ello la peligrosa vía del Egeo. Pero para que esto no se transforme de forma inmediata en un caos en Grecia, es necesaria articular una importante red operacional tan pronto como los migrantes crucen la frontera para poder repartirlos por el país. No se puede abrir esta frontera si no existen las estructuras necesarias para hacerles frente.

Existe otra alternativa; en lugar de construir un único campo, cerca de Atenas, con capacidad para 400.000 personas, se pueden hacer cuatro diferentes, en las islas. Y el programa de relocalización podría organizarse partiendo de ese punto.

De todos modos, la única solución válida, en mi opinión, es europea. El registro y el reparto de refugiados en UE deben llevarlo a cabo las autoridades europeas. Además, la construcción de campos de refugiados necesita mucho personal técnico y de vigilancia. Es imposible que funciones sin la contribución de los Estados miembros.

P: La posición europea, ¿no es hipócrita? ¿Qué se esconde tras la amenaza por parte de la Comisión a Grecia?

R: Personalmente, no creo que Grecia vaya a dejar de formar parte del espacio Schegen. Estos anuncios tratan de presionar a Atenas, para forzar al país a que haga funcionar correctamente los centros de recepción de inmigrantes, para que registre correctamente a los migrantes, para que vigile de forma eficaz la frontera con Turquía. El problema es que si bien estos centros de recepción sí funcionan, no sucede así con la vigilancia fronteriza. Creo que esta frontera, exterior a la Unión Europea, deberían vigilarla los europeos. Incluso ampliando la jurisdicción de Frontex. Pero no debe quedar bajo la responsabilidad exclusiva de las autoridades griegas. El problema es que el Gobierno de Tsipras lo ve como injerencia en la soberanía nacional. Viene a decir: 'Nosotros ya hemos perdido parte de nuestra soberanía con los memorandos de austeridad y la Troika, no queremos perder más, sino Grecia pasará a ser una colonia'… Ahora bien, hace una década que las organizaciones internacionales cuestionan a Grecia por el mal trato que dispensa a los migrantes y por atentar contra los derechos humanos en la frontera. Si tomasen las riendas las autoridades europeas, se podría ser más respetuoso con el derecho internacional.

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Traducción: Mariola Moreno

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