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Crisis económica

El plan de choque que el FMI prevé para Grecia

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¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el Fondo Monetario Internacional para imponer su criterio sobre cómo resolver la cuestión griega? Quizás hasta dejar caer a Grecia, a tenor de la lectura de la conversación mantenida por dos responsables del organismo internacional, hecha pública por WikiLeaks, el pasado 2 de abril (se puede leer la transcripción completa, en inglés, aquí).

Para lograr un cambio de rumbo, los responsables del FMI sólo ven un modo, la puesta en marcha de una estrategia para imponer su plan a Grecia y a Europa, en detrimento del sistema democrático.

En la conversación, transcrita por WikiLeaks y que data del 19 de marzo, los interlocutores son Poul Thomsen, responsable del departamento europeo del FMI, entonces en Washington, y Delia Velculescu, jefe de la misión del FMI en Grecia, que en ese momento participaba en una reunión entre los acreedores en Atenas. Uno y otro constatan que las discusiones, como viene siendo habitual, no dan frutos y que la situación griega no deja de empeorar.

Aunque a día de hoy, en la agenda de los responsables europeos no figura la cuestión económica griega –Grecia ha sido abandonada a su suerte por Europa ante la afluencia de refugiados–, todavía es dramática. Los dos responsables del FMI consideran que el país se sitúa al borde del colapso, de aquí al verano.

Nada les conviene. El plan de rescate, aprobado in extremis, el 13 de julio de 2015, por las autoridades europeas, no funciona (¿a alguien le sorprende?). No creen ni en los objetivos fijados por Europa, concretamente en el 3,5% del superávit presupuestario, ni en las cifras que ofrece el Gobierno griego, quien –en su opinión– está dando largas a la hora de implantar las reformas exigidas. Por su parte, los responsables europeos, no se deciden aceptar una quita de la deuda, como esperaba el Gobierno de Tsipras y tal y como recomienda el FMI. Esta huida hacia adelante no puede eternizarse, en opinión de los dos responsables del FMI: Grecia debe devolver en julio 2.300 millones de euros al Banco Central Europeo. Sin embargo, no cabe duda de que no podrá hacer frente al vencimiento, a decir de los dos responsables del organismo internacional.

Para Paul Thomsen –que se ha mostrado implacable en numerosas ocasiones, desde el comienzo de la crisis griega–, es urgente precipitar los acontecimientos. El problema, en su opinión, es que el referendo británico está retrasando el “momento de la verdad”. “¿Qué puede llevar a tomar una decisión? En el pasado, sólo ha ocurrido una vez, ¿cuando ellos [los griegos] estaban asfixiados financieramente y a punto de declararse en bancarrota, no es cierto?”, le explica a su colega, según la transcripción de WikiLeaks. “Y eso es lo que va a volver a suceder. En este caso, la situación se va a prolongar hasta julio. Los europeos no van a discutir nada al respecto un mes antes del Brexit. Querrán hacer un paréntesis y volver a la carga después del referendo europeo [previsto para el 13 de junio en Gran Bretaña]”, prosigue.

A continuación, Poul Thomsen sigue hablándole del plan a su colega, que permanece prácticamente muda: hay que presionar a Alemania para obligarla a adherirse a los criterios del FMI. “Los alemanes plantean el problema de la gestión y en ese momento decimos: 'Señora Merkel, tiene una alternativa. Debe reflexionar sobre lo que resulta menos problemático: seguir adelante sin el FMI [...] o aceptar una quita de la deuda, que creemos necesaria en Grecia, y seguir teniéndonos de sus lado'”.

Desde el comienzo de la crisis griega, Alemania cree que la participación del FMI en el plan de rescate y en la troika (Banco Central Europeo, Unión Europea y FMI) es condición sine quanon para contribuir ella misma al plan de rescate. Al mismo tiempo, Alemania, y otros socios europeos, sobre todo Países Bajos, Filandia y Eslovaquia, se oponen a cualquier condonación de la deuda griega; sólo admiten que se aplacen los pagos.

“Estoy de acuerdo, hace falta un plan de choque, pero no sé cuál”, responde Delia Velculescu, antes de aludir a una reunión sobre la cuestión de la deuda con los miembros del Eurogrupo, prevista para mediados de abril en Washington. Pero, para Poul Thomsen, esto no cambia las cosas. “Las discusiones sobre la deuda pueden eternizarse, hasta que suceda algo... hasta que ellos [Grecia] deban hacer el pago de julio o hasta que los responsables decidan que necesitamos alcanzar un acuerdo”, explica.

Aunque no aparece directamente en la conversación entre los dos responsables del FMI, hay que tener en cuenta la violencia que conllevan las palabras empleadas. El término “event” [que traducimos aquí como choque] al que hacen alusión tan a menudo supone en estos momentos el eufemismo preferido en el mundo financiero para hablar de una quiebra, de una bancarrota o, según una expresión dulcificada, de un impago. En otros términos, los responsables del FMI contemplan ni más ni menos que una quiebra de Grecia con –como ocurrió el año pasado– el cierre de los bancos, de las fábricas y de los comercios y miles de parados más. Y esto en cuando Grecia debe gestionar, casi sola, la suerte de decenas de miles de refugiados.

Poner a Grecia de rodillas les parece la única manera de hacer, como a Europa, que cumpla penitencia. Porque además de doblegar a Alemania y al resto de Europa, se trata también de doblegar al Gobierno heleno, considerado un mero aficionado. Es verdad que han puesto en marcha reformas pero, a su entender, son insuficientes. “Han cedido un poco en la reforma del impuesto sobre la renta, en las pensiones complementarias... pero es muy poco”, resume Delia Velculescu, que opina que la presión ejercida sobre el Gobierno griego no es lo suficientemente fuerte para llevarla a aceptar más.

El plan del FMI no es nuevo. Delia Velculescu lo recuerda en apenas unas palabras: “Es muy sencillo, se trata de la reforma de las pensiones, de la del impuesto sobre la renta, de la del IVA, de la de los salarios y algunos impuestos, uno o dos... Eso es todo”. Eso es todo, efectivamente. Exactamente está en juego el equilibrio financiero, social y democrático de un país.

El Gobierno griego ha denunciado el chantaje del FMI, tras las revelaciones de WikiLeaks. El primer ministro Alexis Tsipras escribió el pasado sábado a Christine Lagarde, directora gerente del FMI, para preguntarle si las palabras de los dos responsables reflejaban la posición del organismo. “Utilizar un impago como medida de ejercer presión sobre Grecia y sobre los demás Estados miembros está claramente por encima de los límites de una negociación”, acusa. Por su parte, el ministro griego de Finanzas, Euclid Tsakalotos, ha acusado al FMI de extralimitarse en su función y de querer imponer a Grecia medidas draconianas, incluidas sobre las pensiones.

El Gobierno alemán, indiscutiblemente en el punto de mira del FMI, no ha reaccionado, de momento, a las revelaciones de WikiLeaks.

“Las especulaciones según las cuales el personal del FMI prevé utilizar un impago como táctica de negociación son simple y llanamente un sinsentido”, respondió Christine Lagarde el domingo, en respuesta a la carta de Tsipras. Mientras el Gobierno heleno se pregunta si todavía es posible negociar con los dos representantes del FMI, Poul Thomsen y Delia Velculescu, la directora del FMI los defiende y hace hincapié en que “son responsables experimentados que gozan de su plena confianza y de su apoyo personal”.

“El FMI dirige estas negociaciones de buena fe, sin recurrir a las amenazas y no nos comunicamos a través de filtraciones”, continuó Lagarde, antes de apuntar indirectamente al Gobierno griego de haber realizado las filtraciones: “Es importante que las autoridades garanticen un entorno que respete la confidencialidad de las discusiones internas”. Palabras insuficientes para despejar las dudas. Y, una vez más, entra en escena la cuestión democrática . ¿Hasta cuando se va a evitar abordarla?

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Traducción: Mariola Moreno

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