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La ultraderecha se cierne sobre Austria

La ultraderecha se cierne sobre Austria

Se trata de un vuelco sin precedentes. Desde la Segunda Guerra Mundial, el centroizquierda (SPÖ, partido socialdemócrata) y el centroderecha (ÖVP, partido popular) se turnaban en la Presidencia de Austria y gobernaban, casi siempre, gracias a las “grandes coaliciones”. Este domingo, un importante movimiento de rechazo les ha barrido del tablero político: ni uno ni otro concurrirán en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que se celebran el 22 de mayo. Estas dos formaciones apenas han conseguido sumar el 22% de los votos emitidos en la primera vuelta. En Austria, como en otros países del Viejo Continente, el apoyo a los “partidos tradicionales” pierde peso.

Sin embargo, este desmembramiento, en lugar de beneficiar a las izquierdas alternativas o a los partidos de reciente creación, como ocurrió en Grecia o en España, esta reconfiguración del panorama político austriaco beneficia sobre todo... a la extrema derecha. El pasado domingo se produjo un maremoto, en donde el FPÖ (Partido de la Libertad), del difunto Jörg Haider, consiguió el 36,4% de los votos.

Este partido xenófobo, antiUE y revisionista se lleva la mejor tajada, con independencia del nivel social y de la edad del votante y del land de residencia. Tal y como muestran los gráficos interactivos del diario Die PresseDie Presse, el FPÖ se convierte en la formación más votada en todos los länder austriacos salvo en Viena, la capital, única localidad dónde el candidato de los Verdes consigue mejorar su resultado.

Los institutos de sondeos austriacos no supieron anticipar este maremoto previsible. Sin embargo, la dinámica de progresión del PFÖ viene de años atrás. En los gráficos de Die Presse mencionados, que sitúan estas elecciones de 2016 en la perspectiva de la historia política austriaca desde la posguerra, se constata que salvo en los años 2000-2002 (o, de forma paralela a su participación en el Gobierno, el PFÖ cae en los resultados electorales, mientras que los socialdemócratas y la centroderecha se recuperan), hay una tendencia general, en las últimas cuatro décadas, a la caída de los dos principales partidos austriacos y a la progresión de la ultraderecha.

Pero es la primera vez que las curvas se invierten en unos comicios nacionales, que marcan el final de una época. “Era la Segunda República”, titulaba Rainer Nowak, su editorial. “Con independencia de la magnitud de la consternación, de la amargura y de la vergüenza que supone para los dos partidos que, de la mano de sus candidatos Rudolf Hundstorfer y Andreas Khol, han sufrido la peor derrota de la historia, éstos, los líderes de las formaciones, sus colaboradores, sus consejeros y los barones no comprenderán lo que ha sucedido aquí, hoy, en este día realmente histórico. Este domingo, ni el SPÖ ni el ÖVP han conseguido que sus respectivos candidatos sean los más votados en un solo land [...] La verdad para el SPÖ y el ÖVP es sencilla: vuestro tiempo se ha acabado. Esto no quiere decir que en el futuro estos dos partidos vayan a desaparecer, sino que ya no será como antes”.

Para la cronista Alexandra Föderl-Schmid, de Der Standard, que habla de “división”, “el FPÖ se ha beneficiado una vez más, en primer lugar, del descontento perceptible ante las políticas gubernamentales. La cuestión de los refugiados ha funcionado como un catalizador adicional. Las políticas gubernamentales de cierre no han convencido a los electores”.

Porque, más allá del cansancio frente a los dos partidos históricos, que tienen como costumbre gobernar juntos, sin que los electores puedan diferenciar claramente entre la izquierda y la derecha, la crisis migratoria, como en otras elecciones celebradas desde otoño en el continente, ha pesado en la campaña. Al adoptar un discurso hostil para con los refugiados y al convertirse en apóstoles del cierre de fronteras en Europa, los partidos gubernamentales austriacos han banalizado el discurso antimigración y llevado con ello, al final, a los electores a votar aún más a la derecha.

Viena el verano pasado se mostró receptiva a la llegada de refugiados, mientras Austria es básicamente un lugar de paso para los migrantes que se dirigen masivamente a Alemania. Sin embargo, en septiembre, el país comenzó a mostrar vacilaciones ante esta política de acogida y a querer limitar el número de demandantes de asilo en su territorio. En enero, fue el primer país de la zona Schengen que reestableció controles en el interior de la UE, en la frontera con Hungría.

Manifestación de los antifascitas

En febrero, el Gobierno austriaco pasaba a formar parte de los Estados miembros abiertamente hostiles a una política europea de acogida. El 25 de febrero, organiza en Viena una reunión con representantes de los Balcanes... sin Grecia y sin ningún representante de la Comisión Europea. Dicho de otro modo, prefirió entenderse con países no miembros de la Unión en lugar de buscar una salida europea a la crisis. Al término de la reunión todos los países cerraron sus fronteras en cadena, poniendo punto y final a la ruta de los Balcanes, itinerario utilizado por los refugiados en el año 2015. Además, Viena seguía adelante con estas políticas cerrando su frontera con Italia, donde en los últimos días trabaja para restablecer los controles, ante la hipotética apertura de una nueva ruta migratoria que pase por Italia.

Este giro del Gobierno austriaco, en plena campaña electoral, si ha servido de algo es a reforzar a sus adversarios políticos. Desde el otoño, el FPÖ presionaba de forma continua, criticaba al Gobierno por su laxitud en la crisis de los refugiados y citaba continuamente al primer ministro húngaro Viktor Orban como ejemplo; él, siempre a la vanguardia en lo que a la represión de migrantes se refiere. En los vídeos difundidos, sobre todo el realizado el mes de agosto dirigido a la juventud austriaca, atacaba a un Ejecutivo que permanecería “silencioso” frente a la crisis y lo hacía con montajes en la que se escenificaba una supuesta invasión.

Una voz en off, que acompaña a las imágenes, dice: “¿Sabías que miles de nuevos demandantes de asilo van a venir a Austria mientras los políticos miran en silencio?, ¿sabías que vas a convertirte en extranjero en tu propio país?, ¿sabías que pronto vas a estar en paro? [...] Los viejos partidos no resuelven los problemas. Sólo el FPÖ sirve hoy de ayuda”. Durante la campaña, los eslóganes del partido eran: Ahora y siempre, Austria o Tu patria te necesita en estos momentos.

Claramente, el FPÖ ha conseguido captar adeptos más allá de sus círculos habituales. En un gráfico muy preciso, realizado por el diario Der Standard, se puede observa la transferencia de voto, comparado con el último escrutinio nacional, en las legislativas de 2013. Se constata que el FPÖ ahora es el partido político con una base más estable de Austria: el 86% de los electores de 2013 volvieron a votar por esa formación el domingo. Mientras que las bases del SPÖ y del ÖVP se descomponen por completo. Respectivamente, sólo 34% y 32% de sus electores de 2013 han vuelto a permanecido fieles al partido. Y son muchos los que se han abstenido (24% de los electores socialdemócratas, 14% de los de centroderecha) o decantado por la extrema derecha (13% de los electores socialdemócratas, 24% de los electores de centroderecha).

Este resultado abrumador corre el riesgo de provocar una guerra por la sucesión en las filas socialdemócratas, partido que han anunciado su intención de esperar a la celebración del congreso, en otoño, antes de tomar ninguna decisión. La derrota es muy importante para el actual canciller del SPÖ, Werner Faymann. En cualquier caso, el candidato del partido a la Presidencia Rudolf Hundstorfer no ha dejado entrever ninguna duda en el mensaje dirigido a sus electores: el mismo domingo electoral pidió el voto para el candidato de los Verdes en la segunda vuelta.

Por su parte, los antifascitas (Offensive gegen Rechts) han convocado una manifestación el 19 de mayo en la Helderplatz de Viena, histórica plaza donde, entre otros acontecimientos, Hitler pronunció su Anschluss... Y las organizaciones estudiantes les siguen el paso con la llamada de la ÖH (Österrechische HochschülerInnenschaft): “No necesitamos una división de la sociedad, sino una política solidaria”, ha dicho su representante Lucia Grabetz, en declaraciones recogidas por la agencia de prensa austriaca APA.

Pero, de momento, nada hace pensar que la transferencia de voto sea suficiente para evitar la elección de un hombre de ultraextrema como presidente. Un hombre que representa el rostro “liberal” del FPÖ, pero que es también partidario de la posesión de armas y que está vinculado con el “movimiento nacional alemán”, un movimiento pangermanista austriaco que da escalofríos. Como cuenta Nikolina Franjkic en la página web de análisis político Mozaik, Norbert Hofer es miembro de honor de la cofradía estudiantil “Marko-Germania zu Pinkafeld”. Esta organización nacionalista hunde sus raíces en una corriente del siglo XIX que se basa en el principio de una comunidad cultural alemana y desmiente la existencia de una nación austriaca independiente.

Si Norbert Hofer resulta elegido presidente, convocará sin duda ninguna elecciones legislativas anticipadas (las próximas teóricamente se prevén en 2018) con el objetivo de poder nombrar, a continuación, una figura de su partido en el Palacio de Habsbourg... La Unión Europea había visto ya a la extrema derecha austriaca acceder al Gobierno: fue en 2000, en el marco de una coalición de la derecha con el FPÖ. Se trata de la única vez en que la UE tomó medidas contra un país miembro, poniendo punto y final a los encuentros bilaterales durante siete meses. Esta vez, el control del FPÖ, de llegar al Gobierno, puede ser más amplio. Y la UE probablemente actuará con mayor cautela, mientras las derivas de Orban de los últimos cinco años o las de los conservadores polacos recientemente llegados al Gobierno no han logrado que muchos se inmuten en Bruselas.

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Traducción: Mariola Moreno

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