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Norteamérica

EEUU también vota el 8 de noviembre si legaliza la marihuana

Lo que parece indiscutible es que los candidatos a las elecciones presidenciales Donald Trump y Hillary Clinton no gozan de gran popularidad. Hace meses que el Partido Demócrata y el Partido Republicano están preocupados por que la tasa de participación, el 8 de noviembre, sea baja. En las dos últimas semanas, los demócratas se sentían algo más tranquilos: la campaña de Trump se había transformado en operación de autosabotaje. Hasta que el FBI decidió reabrir la investigación por los e-mails de Hillary Clinton.

Pero los votantes, que empiezan a encontrar la pugna Trump-Clinton larga y tediosa, necesitan otras fuentes de motivación para acudir a las urnas el 8 de noviembre. Y una de ellas son los referendos locales. Votar a favor o en contra de la legalización del cannabis, a favor o en contra de la subida del salario mínimo, de la mayor investigación de los antecedentes a la hora de comprar armas de fuego, de la prohibición de las bolsas de plástico o para introducir la obligatoriedad del uso de preservativos en el rodaje de películas porno (las dos últimas consultas se votarán en California). De los 154 referendos convocados en 35 Estados para este mes, a la fuerza hay alguno que moviliza a los votantes.

Una de las funciones de los referendos es la movilización del electorado. Aspecto éste que no han pasado por alto los partidos, que promueven –con más o menos discreción– determinadas consultas, cuyo sentido del voto no entra en contradicción con sus respectivos programas. Por ejemplo, los republicanos hicieron todo lo posible por que se celebrase en Ohio, en 2004, un referéndum para que sólo se considerase matrimonio la unión entre un hombre y una mujer. Dicha consulta pudo ser determinante en la victoria de George W. Bush en el Estado.

Claro que el papel de los referendos en EEUU es más complejo que todo esto. En primer lugar hay que diferenciar las consultas que son fruto de una iniciativa popular –un grupo de ciudadanos reúne suficiente número de firmas para convocar un referéndum–, de las consultas promovidas por las instituciones locales, como las asambleas. Tampoco hay que olvidar que cada Estado norteamericano tiene sus propias reglas en la materia: en California proliferan los referendos convocados por iniciativa popular, mientras que la ley neoyorquina no los autoriza. Sólo 26 Estados permiten que los ciudadanos pongan en marcha una consulta así.

Más del 60% de las iniciativas populares se han celebrado en seis Estados: Arizona, Colorado, Dakota del Norte, Oregón y Washington. Históricamente, los Estados del Este y del Sur del país han rechazado en un primer momentos los referendos, sobre todo por miedo a que este ejercicio de democracia directa diese demasiado poder a los afroamericanos y a los inmigrantes. Un temor que se ha ido disipando progresivamente”, explica Josh Altic y Geoff Pallay, del site independiente Ballotpedia, dedicada a la política norteamericana.

Estas diferencias hacen que el análisis del fenómeno sea complejo y hacen que la cobertura mediática sea mínima. Sin embargo, en estos momentos, los referendos son uno de los mejores termómetros a la hora de medir los cambios sociales que se producen en EEUU. Habida cuenta de que este periodo está marcado por el bloqueo institucional en Washington, donde el deporte favorito de la mayoría republicana en el Congreso es el obstruccionismo, bien es verdad que no hay nada como un referendo para introducir reformas. Lo de menos es que, con frecuencia, la cuestión sea ardua y que los ciudadanos estén mal informados.

La proliferación de las consultas sobre el cannabis son un buen ejemplo. Si bien tanto las autoridades federales como los candidatos a la Presidencia evitan hablar de ello (Hillary Clinton está a favor de la legalización del cannabis terapéutico y a favor de una forma de despenalización; Donald Trump deja que sean los Estados los que decidan), en el ámbito local, Estados Unidos no deja de progresar en ese sentido. Este año, se celebran referendos en nueve Estados:

- Cuatro sobre el uso terapéutico del cannabis: Arkansas, Florida, Montana y Dakota del Norte

- Cinco sobre la legalización de la marihuana con fines recreativos. Un uso que ahora respalda una mayoría de la población, según los estudios llevados a cabo (aquí un gráfico que resume la evolución desde los años 70).

California, Massachussets, Nevada, Maine y Arizona pueden sumarse a los cuatro Estados que ya han legalizado la marihuana: Alaska, Colorado, Oregón, Washington y el distrito de Columbia. Todos han seguido los mismos pasos, permitir que los mayores de 21 años consuman la planta o cultiven una cierta cantidad o que se abastezcan en un mercado regulado y muy gravado. De todos esos Estados, es el de California el que despierta mayor curiosidad por su tamaño (tiene una población de 39 millones de habitantes). Un sí de California supondría un importante empujón para el movimiento que aboga por la legalización y sería decisivo puesto que en dicho Estado ya se han celebrado dos consultas (en 1972 y en 2010, imponiéndose el no).

Estos avances son fruto del esfuerzo de las asociaciones y de grupos de presión muy bien organizados y financiados, que poco a poco están consiguiendo que los porros no sean políticamente incorrectos. En California, donde se aboga por “regular la marihuana como el alcohol”, los militantes prolegalización han recaudado 18 millones de dólares (8,6 millones invertidos por el expresidente de Facebook Sean Parker). Los contrarios, con el expolítico Patrick J. Kennedy a la cabeza, han conseguido reunir unos dos millones de dólares. El sí tiene grandes posibilidades de imponerse.

Tampoco se puede pasar por alto otro movimiento popular, el que reclama la subida del salario mínimo, fijado en 7,25 dólares/hora a nivel federal porque los congresistas republicanos se niegan tocarlo. El movimiento popular –nacido del hartazgo de los trabajadores de establecimientos de comida rápida, explotados– no deja de crecer. Empleados de Arizona, Maine, Colorado y del Estado de Washingto, tras los referendos de noviembre, pueden conseguir cobrar de 8 dólares/hora a 12 o 13,50 dólares/hora de aquí a 2020. Se calcula que la medida puede afectar a 21,6 millones de trabajadores.

En otros puntos del país, se retrocede. Es el caso de Dakota del Sur, que somete a referendo la bajada del sueldo de los menores de 18 años (de 8,50 a 7,50 dólares/hora). El objetivo es incentivar la contratación y “ayudar a los jóvenes a incorporarse a la vida laboral”.

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Traducción: Mariola Moreno

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