Estados Unidos

Trump: ¿una marioneta en manos del Kremlin?

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, durante su rueda de prensa ofrecida en Nueva York.

Thomas Cantaloube (Mediapart)

Decididamente, la telenovela sobre la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca continúa como una embarcación ebria de vodka. Tras las polémicas durante la campaña contra Hillary Clinton (las mujeres, los inmigrantes, la vulgaridad, y la sospecha de incompetencia), tras las reyertas sobre las futuras nominaciones de los miembros de su gobierno (el clientelismo, los banqueros, los militares, los ultras), aquí llega otro episodio: la polémica sobre la afiliación del futuro presidente de Estados Unidos a la Rusia de Vladimir Putin. Más allá de estas mismas acusaciones, lo más destacable reside en el origen de estas sospechas: las agencia de inteligencia estadounidenses.

Hace algunos meses, cuando Trump se enfrentaba aún a Clinton sobre los pódiums de la campaña, varios funcionarios que trabajaban en diferentes ministerios y agencias gubernamentales (los servicios de inteligencia y el Pentágono) declararon al autor de este artículo, durante conversaciones informales, su intención de dimitir si el multimillonario republicano accedía a la presidencia. Hoy, podemos preguntarnos si la burocracia de Washington ha decidido atacar a Trump desde el interior.

"La presidencia de Trump va a permitir comprobar ciertas teorías de ciencias políticas, especialmente aquellas que consideran que las instituciones son más fuertes que los individuos –estima Philip Golub, universitario estadounidense especializado en relaciones internacionales–. De la misma manera que Obama no consiguió poner en marcha sus reformas por la oposición del Congreso, de los lobbies o de la Corte Suprema, vamos a descubrir si las instituciones americanas, reticentes al cambio, conseguirán bloquear las ideas más radicales de Donald Trump". ¿Las agencias estadounidenses de inteligencia, más familiarizadas con la organización de golpes de Estado en el extranjero que en su propio territorio, han decidido "ahogar" al gobierno de Trump por considerarlo como un hombre inestable o peligroso, o por su inquietud frente a la cercanía del futuro jefe de Estado al Kremlin?

Esta batalla comenzó tras el escrutinio del 9 de noviembre de 2016, cuando múltiples voces, incluida la de Obama, pidieron a los servicios de inteligencia arrojar luz sobre un eventual pirateo de la elección presidencial. Rápidamente, esta hipótesis fue descartada, pero los espías (CIA y NSA) y la policía federal (FBI) han realizado un informe sintetizado, hecho público en una versión edulcorada el viernes 6 de enero de 2017, que acusa directamente a los servicios secretos rusos de haber favorecido, con el acuerdo de Vladimir Putin, la victoria de Trump, gracias a la organización del "hacking" y a la publicación de los emails del Partido Demócrata y del jefe de campaña de Hillary Clinton, John Podesta, y después utilizando el aparato mediático de propaganda formado por los medios Russian Today y Sputnik.

Este informe resumido ha sido presentado a Obama y también a Donald Trump en su versión completa, pero la ausencia de las fuentes y de pruebas tangibles en la versión pública han permitido a Rusia, a los republicanos y, de manera general, a todos aquellos que cogen con pinzas las "revelaciones" de los servicios americanos, subrayar la fragilidad de sus conclusiones. Pero he aquí que, algunos días más tarde, sabemos que las tres agencias estadounidenses han informado al presidente saliente y al entrante, así como a la “gang des huit” (los ocho diputados de los dos partidos que forman parte de la comisión sobre los servicios de inteligencia), de otro informe, que data de algunos meses, que acusaría a Trump de confabular con Moscú, se trataría de un chantaje llevado a cabo por el Kremlin contra el promotor inmobiliario.

La historia de esta colección de memorándums es extraña. Financiada por los opositores republicanos del millonario durante las elecciones primarias, después por los seguidores de Hillary Clinton, esta investigación ha sido llevada a cabo por un agente secreto británico retirado que trabaja para una "firma de investigación" de Washington. La prensa estadounidense precisa que este espía de Su Majestad sería considerado como "competente y fiable, con mucha experiencia en Rusia". Redactada hace varios meses, su nota de 35 páginas contiene alegaciones, a priori, explosivas.

Para empezar, que "el régimen ruso ha mimado y asistido a Trump desde hace cinco años. El objetivo, aprobado por Putin, consiste en alimentar las divisiones y las fracturas en la alianza occidental". Después: "Hasta ahora, Trump ha rechazado las tentadoras propuestas inmobiliarias que le ha ofrecido Rusia con el objetivo de acercarle al Kremlin. Sin embargo, él y su circulo han aceptado la oleada regular de informaciones de los servicios de inteligencia de parte del Kremlin, especialmente sobre sus rivales políticos, demócratas u otros". A continuación, el golpe final: "Ex altos oficiales de los servicios de inteligencia rusos afirman que el FSB (el sucesor del KGB) ha puesto en un compromiso a Trump a través de sus actividades en Moscú, hasta el punto de poder chantajearle. Según varias fuentes fiables, habría participado en Moscú en actos sexuales perversos que fueron organizados y filmados por el FSB".

Las agencias de inteligencia constituyen un poder subterráneo preponderante en Washington

Esta nota no ha sido utilizada por sus patrocinadores, pero ha circulado este otoño entre múltiples periodistas y políticos. La mayoría no ha publicado nada, como lo han admitido  CNN y The New York Times, porque no ha conseguido verificar estas alegaciones de forma independiente. Únicamente la publicación mensual de izquierdas Mother Jones ha mencionada este informe y el semanario Newsweek lo utilizó para un artículo titulado: "Porqué la Rusia de Putin apoya a Trump", sin obtener demasiado eco.

Sin embargo, las agencias de inteligencia americanas han juzgado este informe suficientemente pertinente, o amenazador, para comunicar su existencia y su contenido a la Casa Blanca, al Congreso y a Trump, debilitando una vez más la entronización del nuevo presidente de Estados Unidos, que tendrá lugar en una semana, quien obtuvo cerca de tres millones de votos menos que su rival. Y, desde el martes 10 de enero, el mundo entero ha tenido acceso a este documento, todo gracias a que varios medios de comunicación han sido informados de su existencia y a que la web Buzzfeed terminase por publicarlo, recibiendo en el camino las críticas de sus compañeros de profesión que estiman que las informaciones no han sido verificadas.

Donald Trump no ha perdido ni un solo segundo para denunciar una manipulación en su cuenta de Twitter: "FALSA INFORMACIÓN – UNA VERDADERA CAZA DE BRUJAS".  Algunas horas más tarde (esta vez sin mayúsculas): "Las agencias de inteligencia no deberían haber autorizado la filtración al público de estas falsas informaciones. Otro golpe, el último, contra mí. ¿Vivimos en la Alemania nazi?" El mal ya está hecho, y su relación con la burocracia de Washington no se va a arreglar, así lo advierte Trump, cuando en este último mensaje afirma que se trata del " último golpe". 

 

Durante su campaña presidencial, el magnate inmobiliario se ha burlado regularmente de las agencias de inteligencia, situando en el centro de sus críticas las falsas conclusiones sobre las armas de destrucción masiva que, en teoría, tenía Saddam Hussein en 2003. Más recientemente, Trump ha puesto en duda las declaraciones de los diferentes jefes de las agencias de inteligencia que acusan a Rusia de un pirateo informático extensivo. Incluso el director nacional de inteligencia, James R. Clapper, se rebeló ante el Congreso: "Hay una diferencia entre el escepticismo y la denigración". Si Trump pudo vilipendiar y eliminar a sus adversarios durante la campaña electoral a golpe de intimidación y de golpes bajos, contando con la movilización de sus seguidores, ahora se encontrará con un adversario mucho más poderoso y resiliente en Washington. Las agencias de inteligencia conforman un poder subterráneo preponderante en Washington, que cuenta con lazos muy sólidos con las empresas privadas, los diputados, el establishment republicano y los periodistas.

"Si el mundo de los servicios de inteligencia ha decidido revelar que considera seriamente el informe del ex espía británico, es que ha decidido responder a Trump con su misma moneda – confía a Mediapart un ex diplomático americano que trabaja actualmente en una empresa privada de seguridad–. O que quiere advertirle de que no debe ir demasiado lejos en sus críticas, o porque los rusos tienen realmente elementos sobre el nuevo presidente y esto inquieta a los servicios secretos". La predilección de Trump por las mujeres está comprobada, sus afinidades con el Kremlin de Vladimir Putin, también, tanto como sus acuerdos y sus tentativas de inversión con las figuras poco o nada netas del antiguo espacio soviético.

Trump: "Voy a ser el mayor productor de empleo que Dios ha creado nunca"

Trump: "Voy a ser el mayor productor de empleo que Dios ha creado nunca"

Además, los servicios secretos rusos conservan una vieja tradición de Kompromat, una palabra que significa específicamente tener entre manos un material comprometedor sobre una figura pública para hacerla callar o para denunciarla. Si Trump ha sido tan ingenuo como para aceptar juegos sexuales en la suite presidencial del Ritz Carlton de Moscú, como indica en su informe el ex espía, no cabe la menor duda de que el FSB está al corriente. Los dos meses y medio de transición entre Obama y Trump son solo el aperitivo de los futuros cuatro años de presidencia, apostamos que la embarcación estadounidense va a navegar en mares agitados. _____________

Versión y edición española : Irene Casado Sánchez.

Más sobre este tema
stats