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'Sara Khitta', misteriosos comandos especiales que han permitido el rápido avance talibán

Militantes talibanes patrullan tras tomar el control de la casa del gobernador y la ciudad de Ghazni.

Jean-Pierre Perrin (Mediapart)

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Los talibanes han cambiado bastante desde el punto de vista militar. Aunque el grueso de sus batallones sigue estando constituido por estudiantes salidos de las madrasas (escuelas religiosas) pakistaníes y por campesinos que a veces no tienen otra elección que unirse a ellos, han aparecido nuevas unidades en sus filas, unidades que han permitido, en los últimos días, la conquista rápida de casi la mitad de capitales de provincia afganas –en el momento en el que se ha editado este artículo–, entre ellas ciudades tan importantes como Herat, Kandahar o Ghazni.

Aunque están aún lejos de constituir la parte esencial de los talibanes, esos comandos son sin embargo una mala noticia para el ejército afgano en vista de su profesionalización. Los talibanes les llaman Sara Khitta, que se puede traducir como el grupo rojo, la unidad roja o la unidad del peligro.

Una foto publicada en Twitter por el portavoz de los insurgentes, Zabihullah Mujahid, muestra a miembros de uno de esos comandos entrenando en una montaña nevada. Cada combatiente va bien equipado, con casco, uniforme, botas, rodilleras y dispone de un fusil de asalto americano. Según varios oficiales del ejército afgano, los combatientes de Sara Khitta cuentan incluso con gafas de visión nocturna incorporadas a sus armas, lo que permite a los francotiradores hacer estragos durante la noche entre las filas gubernamentales. En otras fotos se les ve, durante el entrenamiento, llevar camisetas con la sigla de los Sara Khitta. Se les reconoce también por una bandana roja que da a entender su pertenencia a ese grupo de élite.

Esas fotos, lo mismo que un vídeo de 70 minutos titulado La caravana de los héroes, son usadas por los talibanes principalmente con fines propagandísticos, porque los comandos tienen también por misión ayudar a reclutar nuevos voluntarios demostrando que los “estudiantes de teología”, significado de talibán en lengua árabe, son también unos combatientes modernos y con capacidad para derrotar al ejército afgano, incluidas sus fuerzas especiales. Esa propaganda les sirve también en el exterior de Afganistán para mostrar sus capacidades operativas.

Nada comparable con los seminaristas fundamentalistas de los años 1990 a 2010, formados a toda prisa y que salían a luchar a veces durante sus vacaciones escolares, de ahí el nombre de talibanes estacionales, sin uniformes de camuflaje, solo vestidos con el tradicional chalwar kamiz y el turbante de rigor y armados con rústicos kalashnikov.

En ese mismo tuit, el portavoz de los talibanes indica el nombre de su misterioso jefe, que no parece afgano: Ammar Ibn Yasser, descrito como “el muyahidin de los muyahidines”. Su predecesor, Bilal Zadran, murió en un ataque americano el 1 de diciembre de 2017, en la provincia de Helmand, al sur del país.

Pero no se sabe nada importante sobre los Sara Khitta, ya que la propaganda talibán les muestra sólo en fotos y vídeos y no revela nada más, ni siquiera sus efectivos. Los responsables talibanes, aparte del portavoz, no están autorizados a hablar. Esa voluntad de guardar secreto sobre el grupo es parte de una estrategia que les hace aún más temibles.

Se sabe, no obstante, que una de sus bases se encuentra en Paktîkâ, al este de Afganistán, una provincia fronteriza con Pakistán. El señor de la zona es Sirajuddin Haqqani, uno de los miembros del triunvirato que dirige a los talibanes y el responsable de todas las operaciones militares de la organización. También es el dirigente talibán más próximo ideológicamente a Al-Qaida. Y también es, y no es incompatible dentro de la estructura jerárquica del movimiento, el hombre del Inter-Services Intelligence (ISI, rama militar de los servicios secretos pakistaníes, que llevan los asuntos afganos). Por eso hay sospechas sobre la implicación del ISI o de Al-Qaida en el entrenamiento de los Sara KhittaSara Khitta. Sus fotos y vídeos se pueden ver en la web de la organización territorista, The Voice of Jihad.

Cambio de técnicas, cambio de estrategia

La creación del grupo se remonta a 2015, pasando rápidamente a jugar un papel importante en la reconquista de la provincia de Helmand por los talibanes, lugar sacrosanto de la cultura de la adormidera, que habían perdido el año anterior, aunque infligiendo grandes pérdidas a las fuerzas americanas y británicas que les echaron de allí.

“No podemos negar que los talibanes cambian sus técnicas (de combate) y que este nuevo grupo se inscribe en su nuevo enfoque y nuevas tácticas. Ahora están bien equipados y fuertemente armados”, había advertido ya el general Abdul Raziq, jefe de la policía de la provincia vecina de Kandahar.

Esta “unidad del peligro” ha sido creada claramente imitando a las fuerzas especiales occidentales. Pero, según Bill Roggio, un experto en estrategia militar del periódico americano especializado en jihadismo The Long War Journal, se les debe comparar más con las tropas de choque o con los comandos de contacto con el enemigo que con la fuerzas especiales, cuya misión es intervenir en la retaguardia y en las comunicaciones.

Si las fuerzas de los talibanes han cambiado, su estrategia también. En 1996, cuando los talibanes tomaron el poder y vencido al comandante Massoud, partieron del sur de Afganistán en dirección Kabul. Habían avanzado también en dirección norte, que para ellos era tradicionalmente hostil por el hecho de que allí se concentra una parte importante de población persahablante (los talibanes son sobre todo Pashtun). En esa parte del país fue donde la resistencia había sido más importante.

Pero esta vez han lanzado su ofensiva desde el norte, para sorpresa del campo gubernamental, impidiendo así que se formaran fuerzas hostiles. Su empuje es tan impresionante como fulgurante, sin duda por el agotamiento y la desmoralización del ejército afgano. Ahora controlan la provincia de Badakhashán (norte de Afganistán), que fue el cuartel general de las fuerzas anti-talibanes entre 1996 y 2001, y el feudo indiscutible del difunto presidente afgano Burhanuddin Rabbani, asesinado por los talibanes en 2011.

Luego, como si quisieran atrapar totalmente el país en una ratonera, los talibanes se han dedicado a controlar los principales puestos fronterizos del país con Irán, Turkmenistán, Tajikistán, Pakistán y Uzbekistán, después de haber tomado, el domingo pasado, Sheberghan, bastión del jefe guerrero uzbeko, general Abdul Rachid Dostom, quien ha dicho que se esperaba la caída de la ciudad de 180.000 habitantes, pero no tan rápidamente.

Dostom, cuya alianza con el comandante Ahmad Shah Massoud provocó en 1992 la caída del régimen de Najibullah, a quien servía hasta entonces, es sin duda uno de los hombres más odiados por los talibanes. En diciembre de 2001, poco después de la intervención americana en Afganistán, Dostom había encerrado a cientos de prisioneros talibanes en contenedores, dejándoles morir por asfixia. De ahí el temor a que los rebeldes se venguen con la población, como ya hicieron en agosto de 1998 en Mazar-e-Sharif, retomando la ciudad de donde habían sido expulsados y masacrando entre 4.000 y 6.000 hazaras, una etnia de confesión chiita, que habían mostrado una feroz resistencia. Los cuerpos de aquellas víctimas estuvieron esparcidos por las calles durante días, pues los talibanes prohibieron a la población recogerlos.

Las fuerzas de Dostom, tristemente famosas por su crueldad pero en principio aún combativas, han tenido que abandonar la ciudad tras los ataques llevados a cabo al mismo tiempo en cinco frentes diferentes. Ni siquiera los bombardeos americanos les han permitido resistir.

“El gobierno afgano está amenazado con perder el control del norte que tiene un gran valor estratégico”, subraya Bill Roggio. “Sin el control del norte, van a perder la base de su poder importantes políticos afganos, señores de la guerra y responsables gubernamentales. Y sin el norte, el gobierno afgano tiene pocas posibilidades de sobrevivir a la ofensiva talibán”.

*El artículo original ha sido ligeramente modificado para incluir los últimos hechos acaecidos desde su publicación en Mediapart. 

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Traducción: Miguel López

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