Los diablos azules

Stalin también fue cruel con su hija

Stalin también fue cruel con su hija

Podría haber optado por escribir una biografía más convencional, pero Monika Zgustova, nacida en Praga en 1957 y residente en España desde los años ochenta, quería ver al personaje desde dentro. El personaje no es otro que Svetlana, apellidada Stalin de niña, Alliilúyeva de joven y Peters en su edad madura. “Es cierto”, comenta Zgustova, “que Las rosas de Stalin está escrita en tercera persona, pero contiene muchos elementos y recursos de la primera persona, como la abundancia de cartas de Svetlana en esta biografía novelada. Se trata de una historia vital fascinante que me persiguió desde que leí las dos autobiografías que publicó la hija pequeña del dictador soviético. Cuando Svetlana Stalin murió en Wisconsin en 2011, a los 85 años, me pidieron que escribiera algunas necrológicas para varios periódicos y a partir de ese momento aumentó mi obsesión por su figura. De tal modo que en los últimos cuatro años he estado absorbida por la novela”.

Amada por su padre cuando era una niña, torturada psicológicamente por Stalin cuando alcanzó la adolescencia, crecida con todos los privilegios de la élite de la URSS y, más tarde, marginada tras la muerte del tirano en 1953 y la llegada al poder de Nikita Jrushev, exiliada en India y en Estados Unidos, la vida de Svetlana refleja como pocas las tensiones del régimen soviético (1917-1991) y los conflictos de la Guerra Fría. En realidad, más que una vida fueron varias vidas. “Fue una persona muy viajera, apasionada y entregada en cuerpo y alma a la gente que amaba: a sus parejas, a sus hijos... Podría decirse que Svetlana probó diversas identidades en una vida infeliz, pero muy rica”. En opinión de Monika Zgustova, el monstruo de Stalin sólo se comportó como un padre cariñoso durante la infancia de Svetlana.

Por el contrario, el líder comunista le robó su adolescencia al obligarla a vestirse como una vieja, al insultarla por fea y al apartar a su novio de ella y mandarlo al Gulag, entre otros castigos. “El dictador también aplicó el terror y la crueldad a su propia familia”, afirma la autora de Las rosas de Stalin (Galaxia Gutenberg). “Todo ello explica que fuera hasta el final de sus días una mujer acomplejada y siempre atravesada por la contradicción de odiar profundamente a su padre y, a la vez, añorar la ternura que Stalin volcó en ella durante su infancia. De hecho, Svetlana siempre buscó figuras masculinas paternales y no resulta extraño que el gran amor de su vida, el comunista indio Brayesh Sing, fuera bastante mayor que ella”.

A pesar de su dimensión histórica y de la magnitud de sus crímenes la figura de Iósif Stalin (1878-1953) y su etapa al frente de la URSS son relativamente poco conocidas en Occidente hasta el punto de que se considera al georgiano una especie de “dictador menor” en comparación con Adolf Hitler. “Aunque mató a más gente que Hitler”, explica Zgustova, “los nazis perdieron la Segunda Guerra Mundial y Stalin la ganó junto a los aliados occidentales. Ya se sabe que la Historia la escriben siempre los vencedores”. Al igual que otros escritores, esta autora hispano-checa, traductora y novelista, opina que "los intelectuales occidentales fueron muy indulgentes e incluso justificaron los crímenes de Stalin contra los pueblos de la antigua URSS. No obstante, las nuevas generaciones en Occidente ya se han acercado más a la verdad histórica de un tirano despiadado y despótico”.

Gran conocedora del mundo eslavo y traductora de importantes autores rusos, Monika Zgustova se muestra tajante cuando declara: “Los rusos no están preparados para la democracia ni han tenido periodos democráticos en su Historia. Solamente en las ciudades importantes encontramos una minoría ilustrada con conciencia democrática”. Tras recordar que algunos sectores en Occidente confiaban, hace unos años, en que Vladímir Putin emprendería reformas democráticas, la escritora hispano-checa señala: “Por el contrario, Putin arrastra a Rusia a una pequeña guerra fría, a una política nostálgica de la Unión Soviética y de la época de los zares”.

Monika Zgustova, autora de Las rosas de Stalin. Las rosas de Stalin

Monika Zgustova habla y escribe en checo, ruso, inglés, castellano y catalán y llegó a la narrativa desde la traducción, una actividad que no ha abandonado y que le ha permitido publicar en ediciones españolas a los mejores escritores de su país natal, como Milan Kundera o Bohumil Hrabal, entre otros. Junto a la meticulosidad que utiliza para sus traducciones, Zgustova añade a su literatura la racionalidad de sus frecuentes artículos periodísticos en El País, La Vanguardia y otros diarios y también la intuición, “una cualidad básica para las novelas”, en palabras de la escritora. Inmersa en los últimos años en la biografía de Svetlana, la autora de Las rosas de Stalin, un libro riguroso y ameno al mismo tiempo, subraya los paralelismos entre la hija del dictador soviético y ella misma. “Yo también huí de la Checoslovaquia comunista, junto con mis padres y mi hermano, a través de India para pedir allí asilo político en la Embajada de Estados Unidos. De 60 personas que viajamos a India en una visita turística, sólo cuatro regresaron a Praga”.

Más tarde, la vida de Monika Zgustova también ha sido muy viajera tras residir unos años en Estados Unidos y enamorarse después de España, en general, y de Cataluña, en particular. Quizá por esas semejanzas escribir una biografía novelada de Svetlana Stalin se había convertido en una necesidad para Monika Zgustova.

 

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