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‘Regreso a Ítaca’, de Leonardo Padura y Laurent Cantet

'Regreso a Ítaca', de Leonardo Padura y Laurent Cantet.

Sonia Asensio

Regreso a ÍtacaLeonardo Padura y Laurent CantetTusquetsBarcelona2016

El sábado 2 de mayo de 2015, en el 18º Festival de Cine Francés en Cuba, se estrenó en la mítica sala Charles Chaplin de La Habana Regreso a Ítaca, una película dirigida por el cineasta Laurent Cantet y con guion compartido del propio Cantet y del periodista y escritor Leonardo Padura, inspirado en unos pasajes del libro La novela de mi vida, escrito por el segundo en 2002. Ahora Tusquets edita el guion novelado del filme, con varios textos de apoyo de sus autores.

Regreso a Ítaca es una suma de cuatro secuencias. En la primera de ellas, el prestigioso director y guionista de cine Laurent Cantet (La clase, 2008) nos contará cómo y por qué surge el desafío de rodar esta película en un país, Cuba, tan diferente y lejano en cultura e idioma a Francia, y en una ciudad, La Habana, que confiesa haber conocido antes de poner un pie en ella gracias a toda la obra publicada de Leonardo Padura. Son extremadamente interesantes las reflexiones personales de Cantet de lo que significa crear en un país ajeno a uno mismo y la constatación de que sentimientos universales como la amistad se definen del mismo modo en cualquier sitio, sobre todo si esa amistad se ha forjado maltratada por lo que pudo significar la Cuba de la Revolución, de los eslóganes, los ideales y la realidad.

En la segunda secuencia, leemos el guion de la película, pero sin el formato propio de este tipo de de textos. Los autores deciden presentarnos en estas páginas la historia novelada, literaria, de cinco personajes: Amadeo, Aldo, Tania, Rafa y Eddy, cinco amigos que han quedado al atardecer en la azotea de uno de ellos para celebrar el reencuentro del primero, Amadeo, que ha regresado a Cuba tras 18 años de exilio.

La azotea, desde donde se observa el mar más allá de los muros del Malecón, se convertirá en el espacio de confesión, de catarsis, de estos amigos que se conocen de toda la vida, que se extrañan y se culpan y se lastiman y se beben hasta el amanecer no ya todo el ron que la conversación merece sino también todas las lágrimas de cinco vidas rotas por la migración, el dolor, la añoranza, la nostalgia, la soledad, los fracasos y, sobre todo, el miedo. Y con todo, el lector siente envidia de esta amistad enorme, la amistad que se escribe en la vida con palabras mayúsculas y que es capaz de superar cualquier escollo. Porque recordando a Amadeo y sus días de inmigrante cubano sabemos que su camino hacia Ítaca fue largo, es cierto, pero que los buenos amigos lo son en la distancia y en el regreso.

Leonardo Padura nos cuenta en la tercera secuencia cómo participó en este proyecto. Inicialmente iba a ser una de las siete pequeñas historias que componenla película coral Siete días en La Habana. Inmerso en este plan conoció a Cantet —por deseo de este último— y de esta relación de duro trabajo y de amistad nace la necesidad de convertir el corto inicial en largometraje, de contar la historia de nuestros cinco personajes añadiendo palabras y silencios, de soñar con Ítaca.

Nuestra novela termina con el guion, de nuevo novelado, para este corto del filme Siete días en La Habana. Leonardo Padura significa la palabra y los personajes. Todos conocemos de algún modo al Conde. A todos se nos agarró el Flaco. Amor y dolor por Cuba. Pero también charla y ron y refresco de cola. Alrededor de una mesa desvencijada… ¿La novela cubana debe ser política?¿La literatura debe optar por el compromiso y ser la memoria de un país o de una época?¿La poesía debe sólo hablar de amor, de la noche, del mar o ser la voz de la ciudadanía? Caballero… ¡tremenda conversación!

Sirva hoy este homenaje a un trabajo extraordinario para rendir tributo a todos los festivales que nos acercan el buen cine y, por qué no, la buena literatura, de forma desinteresada.

Leonardo Padura: "Por lo que escribo, me toca vivir entre balaceras"

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Padura cita a Raymond Chandler: “El arte básico del cine es el guion; es fundamental, sin él no hay nada…”. Idea que defiende el Festival del Cine y la Palabra, CiBRA, de la ciudad donde vivo, Toledo. Gracias a todos los que trabajan en este Festival y en tantos otros, el cine, las buenas historias están más cerca de todos nosotros. Hay semanas en nuestro país en las que el cine no sólo es gratis sino que, además, es un regalo.

*Sonia Asensio es profesora de Literatura.Sonia Asensio

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