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Los libros

‘Diccionario enciclopédico de la vieja escuela’

Diccionario enciclopédico de la vieja escuela  Javier Pérez Andújar

Juan Carlos Sierra

Diccionario enciclopédico de la vieja escuela

Javier Pérez AndújarTusquetsBarcelona2016

Recuerdo que, cuando era niño, en las tardes tórridas del sur, una vez agotado cualquier divertimento doméstico posible –inalcanzables, para complicar la situación, las piscinas públicas o privadas con tarifas propias de jeques árabes, los primitivos videojuegos o el esparcimiento al aire libre por razones meteorológicas obvias—, uno de mis pasatiempos preferidos en aquel tiempo infinito y abstracto consistía en coger un diccionario, mejor enciclopédico, y abandonarme al azar de sus páginas para bañarme en las playas de Borneo o refrescarme contemplando el paisaje lunar e islandés de los campos de géiseres. Este juego infantil e inocente, valga el pleonasmo, es el que en cierto sentido nos propone Javier Pérez Andújar con su último libro, tanto en el fondo como en la forma; y no solo a aquellos que nos educamos en esa vieja escuela a la que se alude en el título y que matábamos las horas más vivas de nuestra infancia buscando nombres imposibles y destinos improbables.

Como reza el título de este volumen, efectivamente estamos ante un diccionario en toda regla, con su orden alfabético, con sus entradas en negrita, con sus referencias a otros artículos y con una descripción de la realidad muy particular —¿qué significan si no las palabras definidas en un diccionario?—. Este original formato puede llegar a descolocar a los habituales de la literatura del de Sant Adrià del Besòs, pero no los defraudará, porque en cada una de las entradas que componen este libro se encuentra a Pérez Andújar en estado puro y, diríamos, de gracia.

El material del que está hecho este diccionario enciclopédico procede de textos publicados anteriormente por el autor catalán en prensa o en blogs, más algunos inéditos creados expresamente para la ocasión. Supongo que todo lo escrito para ser leído con fecha de caducidad deja un regusto extraño en el escritor y una carpeta en el ordenador con olor a cementerio. Habitualmente esos textos sueltos suelen recopilarse en volúmenes más o menos acartonados con un título que intenta, aunque no siempre lo consiga, proporcionar unidad a las motivaciones dispersas del devenir de esta modalidad de escritura a salto de mata. Sin embargo, Pérez Andújar ha decidido darle vida a todos esos cadáveres de su ordenador bajo la estructura de un supuesto diccionario que, por una parte, proporciona coherencia y originalidad al conjunto y además, como ya apuntamos antes, trata de mostrar una visión muy personal de la realidad.

El universo retratado en este Diccionario enciclopédico de la vieja escuela se compone fundamentalmente de cine —espectacular la entrada titulada King Kong—, de música —“Te lo digo por Radio Futura, que es la vieja lengua que utilizamos los amantes de mi quinta” (p. 433)—, de una ideología escorada a la izquierda, de literatura por supuesto, pero sobre todo de cómics. No he hecho un cálculo, ni siquiera aproximado, pero tengo la impresión de que, al menos, un cincuenta por ciento de las páginas de este diccionario tienen que ver, por activa o por pasiva, con el mundo del tebeo. En este sentido, hay que señalar la carga sentimental, casi nostálgica, que para toda una generación —esa vieja escuela del título— significan estos cuadernos, pero destaca especialmente el esfuerzo de Pérez Andújar por dignificarlos, por otorgarles el lugar que se merecen dentro del mundo de la cultura. Estoy seguro de que el escritor catalán estaría totalmente de acuerdo el cierre del pequeño ensayo de José María Conget, otro gran especialista y degustador de cómics, La aventura estética de los tebeos: “el tebeo no es un arte alternativo: es un arte”, porque en definitiva gran parte de las entradas dedicadas al cómic en este libro se empeñan en demostrarlo.

Como ya se ha indicado, tras la escritura de este particular diccionario existe una voluntad de mostrar una visión del mundo que aquí se concreta en una moral ciudadana, en una ética política, basada en una tradición muy marcada, la de la izquierda clásica, la de aquellos que siguen pensando, no sin razón, en la actualidad de la lucha de clases, si no como motor de la historia, sí como constatación de un hecho que la ideología neoliberal predominante ha tratado de borrar flagrantemente de la conciencia de los que más la sufren. De aquella vieja escuela política, siempre enfrente de la moral nacionalcatólica de los años de plomo de la dictadura y de sus ramalazos posteriores en el periodo democrático, Pérez Andújar hace bandera en este libro, pero no desde la añoranza, no desde la perspectiva del abuelo Cebolleta —véase Vázquez 2 (p. 429)— que narra sus batallitas mirando por encima del hombro la abulia del presente, no desde el tópico de la vieja guardia izquierdista que defiende que cualquier tiempo pasado fue mejor, al menos en cuanto a la movilización social se refiere, sino con la piel erizada al contempla las plazas públicas otra vez rebosantes de juventud reivindicando la tradición utópica de la izquierda.

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Hasta aquí, todo muy diccionario enciclopédico, aunque no todo tan de la vieja escuela. Afortunadamente en un solo aspecto difiere del marco genérico del que se ha servido el autor para ordenar el material disperso en el tiempo digital de su oficio de escritor. Me refiero a que Pérez Andújar ha optado por su prosa de siempre, tan personal, en vez de adaptar el conjunto al estilo frío, aséptico, racional y, a veces, algo anticuado del "Dícese de…", "En Argentina…", "Acción y efecto de…" propio de un diccionario al uso. Por muy interesantes que resulten las entradas, esa manera de narrar cansaría al lector, igual que me fatigaban los diccionarios que consultaba de niño en mitad del aburrimiento veraniego. Ojalá entonces me hubiese encontrado con una enciclopedia tan amena con esta, tan juguetona con los significados y los significantes, tan rica en dilogías y en analogías fonéticas, tan digresiva pero tan ringkomposition, tan furiosamente tierna y enamorada; en definitiva, tan Pérez Andújar y tan poco Salvat, Espasa o Larousse.

*Juan Carlos Sierra es profesor de Literatura.Juan Carlos Sierra

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