Los libros

El poeta alumno y maestro

Portada de Poesía (1997-2017), de Fernando Valverde.

Elvira Sastre

Poesía (1997-2017)Fernando ValverdeVisorMadrid2017Poesía (1997-2017)

 

Fernando Valverde es un poeta joven que, sin embargo, acumula toda la experiencia de sus maestros. No lo sabe todo de la vida, pero sí de la poesía, y eso se refleja en sus poemas.

Su poesía es oportuna, y digo oportuna porque soy de la opinión de que volver es necesario para poder avanzar, y eso es lo que se consigue con la lectura de su obra. No miento si digo que uno debe regresar de vez en cuando para encontrar los motivos que le han llevado al sitio donde está e ir, así, formando su propio camino. Cuando uno lee los poemas de Fernando encuentra nostalgia, un deseo que no acaba de culminarse, están llenos de "y si..."; no obstante, uno no termina incompleto, sino que los recuerdos quebrados que aparecen en los versos de Valverde le ayudan a llenar esos vacíos inevitables que dejan el tiempo y los trayectos.

Son poemas por los que han pasado muchos años, y eso se percibe en esta antología que reúne 20 años de su poesía. El Fernando Valverde de 1997 mostraba ya en su poética una manera distinta de contemplar el mundo. Una mirada que sólo tienen los mejores poetas. Parece que le gustaba hurgar en las grietas y encontrar algo parecido al oro. No le importaba no conseguirlo: el puro intento significaba ya algo importante, algo que le llevaría a seguir escribiendo poemas con esa calidad que sólo tienen los escritores que son lectores (aunque esto debería suponer una redundancia), con el plus de que Fernando no sólo lee poesía, sino que la aprende. El poeta desprende esa luz amarilla de los libros más antiguos de la biblioteca, huele a sabiduría y su truco está en el mismo lenguaje: Valverde es maestro de lo suyo y de lo demás. Lee, aprende, escribe y enseña: ese es su camino. De este modo, el lector no sólo lo lee, sino que acumula su experiencia de sabio joven casi sin darse cuenta. Eso es lo que lo convierte en uno de mis poetas de referencia: la capacidad de enseñar teoría a través de la práctica, como ya lo hicieran dos de sus maestros, Ángel González o Luis García Montero.

¿Existe un país más afortunado que aquel que tiene maestros poetas? Parece que, tristemente, el nuestro dormita desde hace tiempo y no le da la gana abrir las puertas de las aulas a las nuevas voces que, cansadas de demostrar una valía que se ve por sí sola, buscan otros sitios donde puedan sentirse escuchadas. Por este motivo, Fernando Valverde tuvo que ponerse las alas y viajar hasta Norteamérica, donde enseña literatura en Emory, una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, igual que tantos otros poetas españoles. Si me lo permiten, debo confesar que hubiera dado lo que fuera por tenerlo de profesor.

Sin embargo, como nostálgico empedernido que es, siempre en constante viaje, no se olvida de su país y nos deja ahora esta antología, editada por Visor, para que podamos seguir aprendiendo de su palabra que reúne todo lo necesario para perdurar: la sabiduría de la experiencia y las ganas de la juventud. Un poeta imprescindible que cumple en Poesía (1997-2017) la promesa que nos hizo en su anterior libro, La insistencia del daño, que no es otra sino la de una poesía necesaria que no está reñida con la edad sino con la maestría. Fernando Valverde lleva años ocupando un lugar destacado en mi librería. Ahora, con esta obra, se ha ganado un sitio en mi corazón.

*Elvira Sastre es poeta. Su último libro, Elvira Sastre La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida (Visor, 2016). 

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