Medios comunicación

Pedro Jota, el hombre que nunca se conformó con ser sólo periodista

Pedro J. Ramírez, en noviembre de 2013 presentando los cambios en su periódico.

"Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco"

(Viejo proverbio griego; aparece al principio de la película Corredor sin retorno, en la que un periodista, para ganar un Premio Pulitzer, entra como enfermo en un manicomio y termina perdiendo la razón)

Corredor sin retornoentra como enfermo en un manicomio y termina perdiendo la razón

Pedro Jota es un periodista brillante, muy brillante. Pedro José Ramírez Codina es un hombre muy soberbio y, en consecuencia, muy ambicioso. Lo primero le llevó a dirigir Diario 16 antes de cumplir la treintena. Lo segundo, al despido del periódico que creó y situó el segundo de España en difusión.

El año en que murió Franco entra en Abc como cronista político. Tiene 24 años, acaba de regresar de una estancia como profesor de español en Estados Unidos, y muestra un desparpajo inhabitual en un oficio acartonado por décadas de censura y dictadura. Durante cinco años firma crónicas políticas más parecidas a las que leía al otro lado del océano, que a las redactadas por las veteranas plumas de aquí. Sigue a los principales políticos emergentes en viajes y campañas electorales y fruto de esa experiencia publica Así se ganaron las elecciones de 1979, un libro que no es sino un gran reportaje, escrito con brío, buenas fuentes, y primeras muestras de una personalidad convencida de la propia valía.

En 1980, Pedro Jota tiene 28 años y es nombrado director de Diario 16, un periódico nacido de la pujante Cambio 16, revista semanal clave en el final del franquismo y la Transición, y de tendencia socialdemócrata. Pedro Jota impone su impronta en el rotativo, con portadas llamativas y firmas de algunos importantes reporteros capaces de descubrir historias de perfil político y económico escandaloso.

Pedro Jota vive la década de los ochenta desde la atalaya de Diario 16: el frustrado golpe del 23-F; el juicio militar en Campamento (del que es expulsado por presión de los golpistas) y el primer y arrasador triunfo socialista, que inicia casi tres lustros de Gobierno de Felipe González. Son años en que el terrorismo etarra es constante noticia; atentados, secuestros, extorsión a empresarios, dominan las primeras páginas. Muchos –entre ellos Pedro Jota– piden que "se haga algo", que se luche contra ETA por "todos los medios". Y empiezan a aparecer noticias de operaciones ilegales antiterroristas –primero, y durante bastante tiempo, en El País; más tarde (y con nuevos datos), en Diario 16–, asesinatos de miembros de ETA en Francia, secuestros, incluso matan a un médico (Santiago Brouard) de Herri Batasuna, en su consulta en Bilbao. Pronto se habla de los GAL como autor de los delitos. Más tarde, ya en 1987, aparece el nombre de Amedo, como uno de los miembros de esa organización. Melchor Mirrales y Ricardo Arques, por orden de Pedro Jota, llenan cada día las páginas de Diario 16 con nuevas revelaciones, que el Gobierno socialista acoge de mala manera. El 7 de marzo de 1989, dos días después de la publicación de un editorial muy duro contra el PSOE y el Gobierno, el presidente del Grupo 16, Juan Tomás de Salas, destituye a Pedro Jota de la dirección del periódico.

'Watergate' particular

La más que probable intervención socialista en su despido reafirma la impronta de Pedro Jota: hasta ahora buscaba su Watergate particular, quería ser Pulitzer. Tras la afrenta buscará ser Hearst, el hombre que desde la prensa provocaba una guerra, o nominaba al próximo presidente. El 23 de octubre sale a la calle El Mundo del siglo XXI, fundado en pocos meses y que desde el primer ejemplar se convierte en un ariete contra el felipismo. Pedro Jota obtiene en el juez Baltasar Garzón, que se ha hecho cargo de la investigación sobre el GAL, un aliado estratégico. Su nuevo periódico se llena de nuevas revelaciones, al tiempo que divulga los asuntos de corrupción interna del PSOE: Filesa, y el caso Juan Guerra, prestan soporte fundado para que caiga Felipe González.

Llegan las elecciones de 1993, y el PSOE vuelve a ganar (aunque sin mayoría absoluta, como en las anteriores); Garzón ha ido en sus listas y la investigación de los GAL se ha detenido con las condenas a los policías Amedo y Domínguez. Pero Pedro Jota no para. Tras el disgusto inicial urde nuevas iniciativas. Aprovecha su cercanía a José María Aznar para provocar, en su propio domicilio, encuentros con el líder de Izquierda Unida, Julio Anguita. Nace la pinza, una alianza estratégica entre derecha y comunistas, sin más programa en común que el fin del felipismo. Enseguida, Baltasar Garzón vuelve, desairado, de su incursión política y retoma el sumario del GAL. Se producen encuentros, a varias bandas, entre el secretario general del PP, Francisco Ávarez-Cascos, el juez, los expolicías Amedo, y el propio Pedro Jota. La confluencia de intereses se traduce en cientos de folios de sumario aportados por Amedo y Michel Domínguez; decenas y decenas de "exclusivas" en El Mundo (retribuidas con treinta millones de pesetas, según reconoció el expolicía), y una campaña de acoso y derribo parlamentario resumido por un "Váyase, señor González".

En paralelo, en el verano de 1994 nace la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI) –el denominado por Juan Luis Cebrián Sindicato del Crimen– de la que forman parte Luis María Ansón (Abc), José Luis Gutiérrez (Diario 16), Antonio Herrero (Cope), José María García, y un largo etcétera, que culmina con Pedro Jota. En definitiva se trata de un frente antifelipista y pro PP, para oponerse a González y a Prisa.

En 1996 Aznar gana las elecciones. Y Felipe González deja la política, pero las revelaciones de Amedo, y su compañero Michel Domínguez, provocan que José Barrionuevo y Rafael Vera ingresen en prisión. En contra de los deseos explícitos de Pedro Jota, la X de los GALX no se despeja y su vendetta contra Felipe queda inconclusa. Tampoco cuaja el gran sueño de un imperio mediático antiPrisa, con el director de El Mundo a la cabeza. Jose (como él le llama), una vez en el Gobierno no termina de confiar en Pedro Jota y encarga esa tarea –con resultados ruinosos, por cierto– a uno de sus compañeros de pupitre, el ya instalado en Telefónica, Juan Villalonga.

Mientras, El Mundo se ha afianzado como segundo diario nacional, pero siempre por detrás de El País (en aquella época su director solía repetir: "Hay que competir con El País, para ganar al El PaísAbc"). También en ese momento Pedro Jota se enfrenta a un asunto personal muy delicado: se ha difundido un vídeo de contenido sexual con él como protagonista. Aunque casi ningún medio publicita el asunto, Pedro Jota denuncia la trampa en la que había caído y se auto nombra "víctima de los GAL". La sentencia que condenó a los autores de la grabación no impidió el deterioro de la imagen del periodista. Un deterioro al que contribuyó su actitud ante la huelga general del 20 de junio de 2002 cuando, para evitar que los piquetes impidieran la distribución del periódico, los ejemplares fueron cargados en furgones policiales y llevados hasta un lugar desde donde se pudieran repartir, hecho que fue denunciado por un miembro de la redacción y que ocasionó varios litigios, que culminaron en el Tribunal Constitucional.

Otro asunto privado, con polémica pública, y aún no resuelto, es el de la piscina que mando construir en su casa de Baleares, apropiándose de terreno que pertenece a la comunidad. Denuncias de vecinos y de miembros de la izquierda política no han conseguido hasta el día de hoy el derribo de la instalación.

Los 'conspiranoicos'

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Tras los atentados del 11 de marzo del 2004, y hasta la actualidad, Pedro Jota y El Mundo se han empecinado en la denominada teoría de la conspiración, que niega investigaciones policiales y resoluciones judiciales, para sostener a machamartillo la implicación de ETA. El desacuerdo en esta y otras cuestiones con el actual Gobierno de Mariano Rajoy, no ha hecho sino aumentar en estos dos últimos años. Las medidas frente a la crisis económica, la respuesta al desafío soberanista catalán, la situación de ETA y víctimas del terrorismo, han sido algunas de las cuestiones que han recibido fuertes críticas en las cartas semanales que hasta ahora publicaba el ya exdirector de El Mundo. Pero ha sido el caso Bárcenas, y las revelaciones y comentarios sobre las cuentas del Partido Popular, las que han llevado a una ruptura total entre Pedro Jota y el Ejecutivo, tal y como se escenificó en la última convocatoria pública del diario a la que no acudió ni un solo miembro del Gobierno.

Este desencuentro político se ha unido a los malos resultados económicos, y al fracaso de las iniciativas lanzadas en los últimos meses para reflotar un negocio lastrado por la merma de ingresos publicitarios. Todo ello ha ido provocando que los propietarios italianos de Unidad Editorial fueran perdiendo la confianza en Pedro Jota. Ya en el intento de fusión con Abc quedó claro que se veía en el ahora despedido un problema, en lugar de una solución, lo que redundó en el predicamento de Antonio Fernández-Galiano, el presidente del grupo, como interlocutor único, al menos en estos momentos.

Desencuentro político y malos resultados económicos han culminado con la salida del hombre que fundó el diario. Un periodista que nunca se conformó con ser solo eso, y que fracasó en sus intentos de encarnar al ciudadano Kane.

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