Corrupción

El desprecio de Christine Lagarde a la democracia

Christine Lagarde

Laurent Mauduit (Mediapart)

La exministra francesa de Finanzas Christine Lagarde se adentra en una zona de turbulencias y corre el riesgo de arrastrar con ella al Fondo Monetario Internacional (FMI), que dirige. Este jueves 23 de mayo, tal y como reveló Mediapart, Lagarde ha prestado declaración ante los magistrados de la Corte de Justicia de la República, lo que puede conllevar su imputación por “falsedad y malversación de fondos públicos”, en el marco del caso Tapie.

Lagarde acudió a declarar a primera hora de la mañana y, según ha podido saber Mediapart, es posible que la declaración continúe durante este viernes. De producirse la imputación de la directora del FMI, la repercusión sería enorme porque el escándalo Tapie, asunto político-judicial que en Francia es noticia desde hace casi cinco años, alcanzaría una dimensión planetaria. Y lo más asombroso de esta historia es que se sabe desde hace mucho que la historia de Christine Lagarde es, de principio a fin, la de la negación de la democracia.

Dicha negación se produce ya con el nombramiento de Christine Lagarde al frente del FMI. La Justicia no está investigando ahora un asunto cuya gravedad desconocía. ¡No! Es exactamente al revés. Si la Justicia ha acelerado la investigación y ha llevado a cabo numerosos registros en estas últimas semanas es porque se conocía la gravedad del caso antes de que la exministra presentase su candidatura a directora gerente del FMI y su implicación en el caso también estaba documentada.

El 21 de mayo de 2011, el caso Tapie alcanzó una nueva dimensión, después de que Mediapart hiciese público el informe secreto que el Tribunal francés de Cuentas había elaborado. A la luz de este informe, Christine Lagarde pronto supo que algún día tendría que rendir cuentas ante la Justicia, dadas las numerosas irregularidades constatadas.

"Fiasco DSK" y "fiasco Lagarde"

Cuatro días más tarde, el 25 de mayo de 2011, durante una rueda de prensa, la propia Christine Lagarde presentó su candidatura a la dirección del FMI, vacante tras el caso Sofitel de Nueva York, protagonizado poco antes por Dominique Strauss-Kahn. La implicación de Lagarde en el caso Tapie es tan clara que Mediapart le pregunta directamente ese 25 de mayo de 2011, en esa rueda de prensa, por su voluntad, contra viento y marea, de optar a dirigir el FMI, con el riesgo añadido de poner en el disparadero el nombre de Francia, ya manchado por el caso DSK, dado que era posible que se iniciaran diligencias judiciales en su contra.

Paralelamente, se hace patente el desprecio a la democracia que muestra en esa misma época Nicolas Sarkozy, al respaldar la candidatura de Christine Lagarde. En esa época, sabe que después del “fiasco DSK”, Francia podría volver a estar en el punto de mira por el “fiasco Lagarde”.

Es verdad que en un primer momento Nicolas Sarkozy duda y rechaza apoyar a la candidata porque sabe que el riesgo de se produzca una nueva crisis mundial es grave. Sin embargo, después de varios días de reflexión, termina cediendo. Lagarde, que teme que la Justicia prosiga en sus investigaciones, cree que si se instala en Washington logrará que los magistrados no se atrevan a mover ficha, que no quieran asumir la responsabilidad que supone desestabilizar a una institución financiera tan poderosa como el FMI. Además, Sarkozy quiere agradecer con su apoyo a la ministra de Finanzas su obediencia en el caso Tapie, hasta el punto de haber firmado todos los documentos y asumir la responsabilidad penal.

Así las cosas, Sarkozy respaldó la candidatura de Lagarde por razones evidentes. El resto de esta farsa ya es conocido: la candidata se convierte en directora gerente del FMI y logra un contrato de trabajo que le impone, sin inmutarse, reglas éticas muy estrictas. La directora debe “respetar las normas éticas conforme a los valores de integridad, de imparcialidad y de discreción”, precisa su carta de compromiso, publicada en la página web del FMI.  El contrato le obliga a evitar “cualquier conducta indebida” y según conocimos entonces, participará en una formación en ética. Visto con distancia, este desprecio a la democracia aparece todavía más grave que la lista de mentiras y de irregularidades que podrían imputársele a Lagarde y que no ha dejado de aumentar.

Errores que beneficiaban a Tapie

Una nota confidencial, desvelada recientemente por Mediapart, arruina por completo su posibilidad de su defensa. Este nota, de la que la Corte de Justicia no tenía conocimiento, deja en evidencia que Lagarde optó deliberamente por permitir que se iniciara un procedimiento de Tapie con Crédit Lyonnais, aún a sabiendas de que sería contrario a los intereses del Estado y de los contribuyentes.

En resumen, esta nota confirma que Lagarde cometió importantes errores que beneficiaban al empresario Bernard Tapie. Esta nota hecha pública por Mediapart data de 2005. Para comprender su importancia hay que dar algunos pormenores del caso Tapie. Desde el 25 de febrero de 2005, Thierry Breton era ministro de Finanzas. En esa época, cuanto asumió el cargo, el caso Tapie no había tenido mucha repercusión. El consorcio CDR, la estructura pública en la que se agruparon los activos malos de Crédit Lyonnais, ganó su primer juicio contra Bernard Tapie y aguardaba la apelación del empresario sin esperar sorpresas.

Cuando el Tribunal de Apelación se pronunció el 30 de septiembre de 2005, llega el seísmo al Ministerio. La sentencia recogía que Crédit Lyonnais cometió varios errores al revender el grupo Adidas en 1994 en nombre de Bernard Tapie y que este salió perjudicado. El Tribunal condenó a CDR a pagar 135 millones de euros a Tapie –135 millones que se serían en realidad 145 por un fallo recogido en la sentencia–. Poco después se creó un comité de sabidos que recomendó al Gobierno de Sarkozy que bajo ningún concepto permitiese que ese dinero fuera a parar a manos de Bernard Tapie. Sin que Lagarde siguiese ese consejo.

Epílogo con Hollande

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Ahora Lagarde deberá explicar por qué dio su visto bueno a dirimir el caso por la vía del arbitraje, en contra del criterio de los técnicos y de la Agencia de las participaciones estatales, que consideraban que el arbitraje podría ser ilegal. En cambio, Lagarde consideró que el arbitraje era un proceso “amistoso”, con numerosas ventajas. Si Lagarde hubiese actuado de buena fe debería haber dado instrucciones a los representantes del Estado o haber introducido dos condiciones imperativas: el compromiso expreso de que la indemnización no superara los 145 millones y que Tapie no saliese vencedor. Obviando sin vergüenza ninguna las recomendaciones de los tres sabios, en el arbitraje, Tapie obtuvo una indemnización de 403 millones de euros, de los que 240 a 300 han ido a parar integramente a sus bolsillos.

Si Lagarde hubiese estado mal informada o, en el improbable caso de que no se cumplieran sus órdenes, habría podido hacer algo el 8 de julio de 2008, al día siguiente de conocerse el montante que debía recibir Bernard Tapie. Pudo recurrir la decisión. Cometió un tercer error, cuando en otoño de 2008 supo que uno de los árbitros no había comunicado su participación en tres arbitrajes previos con el abogado de Tapie. Lagarde tuvo ahí una última ocasión de respetar la opinión del consejo de sabios. Podría haberse anulado el arbitraje y recuperar así los 403 millones. Lagarde no sólo no lo ha hecho, sino que ocultó al Parlamento que se habia descubierto este motivo de anulación.

Ahora, ¿es posible su continuidad al frente del FMI de ser imputada? El epílogo de esta historia tiene lugar con François Hollande en el Gobierno. Según Le Monde, durante un encuentro en el Elíseo en marzo Hollande le garantizó su apoyo con independencia de lo que suceda. La moraleja provisional de esta historia la da un exfiscal de la Corte de Casación, Jean-Louis Nadal: del principio al final del caso Tapie, Lagarde incumplió la ley.

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