Turquía

“La brutal respuesta policial ha sido clave para unir a todos los sectores del país”

Akgun Ilhan, en una imagen publicada en su blog.

Sólo un día después de que se originaran las movilizaciones que llevan una semana sacudiendo la situación política y social turca, Akgun Ilhan, de 39 años y doctora en ecología política, se acercó al lugar en el que empezó todo. Sin embargo, no era ni mucho menos su primera protesta en el parque Gezi –cuya defensa ante la construcción de un centro comercial prendió la llama– ni en la plaza de Taksim. Con una larga trayectoria de activismo a sus espaldas, Ilhan trabaja en la "Campaña por el derecho al agua" en su país, esta mujer turca observa con ilusión cómo su país se ha levantado para pedir más derechos. Cree que la brutal respuesta policial ha sido clave para convertir una protesta ecologista en un movimiento de oposición a las medidas del Ejecutivo. 

¿Por qué se decidió a participar?

Este proyecto [la creación de un centro comercial sobre un parque de Estambul] me afecta en muchos sentidos: directa e indirectamente. Cada día paso por el parque de camino al trabajo. Y ver esta construcción ha sido una lástima. Es la matanza de la tierra, la violación de mi derecho a caminar por una zona verde. Pero lo más relevante es que las autoridades quieren matar dos pájaros de un tiro con este proyecto. Por un lado, quieren aburguesar la plaza Taksim y sus alrededores para generar más dinero. Por otro, "limpiar"  la plaza de su contexto social que es la cultura de protesta. Este es lugar habitual de reunión de grupos que se manifiestan y expresan su oposición al sistema. El Gobierno quiere convertir esta zona en un gran centro comercial en el que poder controlar y manipular a la gente.

Todo comenzó por la defensa de un parque pero, ¿qué hay detrás de esta protesta?

Al principio había una treintena de personas que protestaban de forma pacífica contra la destrucción de los árboles del parque Gezi. La mayoría eran ecologistas e intelectuales enfadados con los proyectos de destrucción de la naturaleza y la sociedad. Aunque lo hacían de forma pacífica, la actuación policial fue brutal. Los agentes usaron gas y agua a presión para reprimir a los concentrados. Eso abrió los ojos a mucha gente y en dos días la protesta se convirtió en algo masivo. Gente harta de tanta violencia física y psicológica quiso mostrar su disgusto con el Gobierno, que se ha convertido en la hegemonía de un hombre; el primer ministro Erdogan.

En los últimos años Erdogan ha intentado controlar a la gente como si fuera un arquitecto de la sociedad. Más de una vez anunció que cada familia turca tenía que engendrar al menos tres hijos. Él lo decide todo. La gente está harta de ser objeto de sus discriminaciones y de su actitud autoritaria. La violencia estatal contra la defensa de los árboles ha abierto a la gente una ventana de oportunidades para expresarse. La mayoría de la gente que protesta contra el régimen de Erdogan sólo quieren disfrutar de sus derechos. Quieren decidir por ellos mismos tomar o no alcohol, cuántos hijos quieren tener o poder ir a la mezquita o ser ateos sin ser discriminados por ello. 

¿Hay un objetivo concreto? ¿Hasta cuándo se mantendrá la acampada? 

El objetivo de la mayoría es tener más derechos democráticos. Nada más. También hay algunos grupos que quieren ver que el Gobierno renuncie. Pero bajo mi punto de vista muchos quieren que el parque Gezi se mantenga. Otros demandan que los detenidos durante las protestas sean puestos en libertad y que el Gobierno pida disculpas.

Ahora que el vicepresidente ha pedido perdón a los heridos, ¿cree que se desinflará la protesta?

Primavera turca

Primavera turca

Creo que no. La brutal respuesta estatal ha sido clave en reunir a gente de casi todos sectores del país. 

¿Cree que hay un intento de Erdogan por islamizar al país y eso ha impulsado las protestas?

Sí y no. Erdogan tiene un proyecto social para Turquía en su cabeza. Y ese proyecto tiene muchas referencias del islam y de la forma en que él ve al islam. Una de ellas es el alcohol. Quiere ser el único líder de esta sociedad y por ello define cualquier oposición como antiislámica. Cada vez hay menos gente –incluyendo sus adeptos– que aceptan que él sea el "único líder". 

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