Alemania

¿Qué fue de los 140 jóvenes españoles abandonados en Érfurt?

Raquel es uno de los casos que ha encontrado trabajo y no piensa abandonar Alemania.

Belén Kayser

Han pasado más de cuatro meses desde que un grupo de 140 españoles llegó a Érfurt con una falsa promesa de trabajo bajo el paraguas de la denominada formación dualun grupo de 140 españoles llegó a Érfurt con una falsa promesa de trabajo . Muchos vivieron durante semanas en el sótano de un antiguo edificio esperando la oportunidad prometida en Madrid, Canarias o Castilla-La Mancha.

Su lucha, que comenzó en septiembre por la presión de los medios de comunicación, llegó hasta el Parlamento regional de Turingia. Se firmó un acuerdo de buenas prácticas y se buscó trabajo a todos. Pero el 13% de los que llegaron se han vuelto a España y muchos de los que quedan no ven resuelta su situación. Algunos no han recuperado lo invertido, siete han sido despedidos y algunos han decidido buscar trabajo por su cuenta. Incluso el Centro de Bienvenida reconoce casos “que rozan la ilegalidad”. “Hemos salvado la cara”, explican desde la Embajada española, “pero el balance no es ideal”.

Álvaro, licenciado en ADE de 28 años, mira a Érfurt con decepción. “Yo iba a trabajar de administrativo en un hotel –cuenta–. Eso es lo que me dijeron, pero no ha sido así, solo he llegado a camarero”. Este joven no es el único que ha dejado el proyecto de formación dual que le trajo a Alemania el pasado septiembre. Según cifras oficiales, de los 128 jóvenes que marcharon a Turingia a trabajar en oficios, unos 17 se han vuelto y ya se habla de nuevas bajas. “Ha habido un fuerte choque entre expectativas y realidad”, asegura un portavoz del Centro de Bienvenida de Érfurt, “y el nivel de alemán es una barrera demasiado grande”. La Embajada reconoce que “hubo errores” en el desembarco de los chicos y que este año se repetirá el programa “pero con cambios”. Habrá más clases de alemán, pero, eso sí, ya no se incluye el pago del billete de vuelta.

“A mi me han despedido por ponerme malo”, cuenta Carlos A., un joven hostelero de 26 años que pelea con uñas y dientes por quedarse en Alemania “sí o sí”. Su caso ha movilizado a los sindicatos. “El médico no me atendió, porque la empresa no me había tramitado la tarjeta sanitaria y la europea caducó”, explica. “Me echaron”. En Alemania los sindicatos tienen buena fama, son una fuerza de gran influencia. Pero ni la traductora ni los trabajadores del caso de Carlos pudieron ayudarle. “Fuimos a la conciliación y perdí”, se lamenta. “No me readmitieron y ahora estoy buscando otra empresa en la que poder seguir mi formación, que estaba en marcha”, explica. La Embajada cuenta siete despidos entre los españoles, y asegura que trabaja “para conseguirles nuevos trabajos”.

La Junta de Extremadura y la de Andalucía también forman parte del programa Mobipro y enviarán en 2014, al igual que Madrid, más jóvenes a Alemania. Desde Extremadura, que tiene a varios jóvenes trabajando desde el primer día, se muestran convencidos de que “de errores como el de Érfurt se aprende” y que los siguientes programas estarán más controlados. “Nosotros no somos una gran capital, así que el seguimiento de los que se van es más preciso”, subrayan. Preguntada sobre las previsiones para el programa que viene, la legación española asegura estar tomando medidas para controlar la calidad del programa. El portavoz de Trabajo asegura que “esta vez no habrá intermediarios”, aunque ASEARCO vuelve a estar al cargo del programa de Madrid. “Son empresarios, como la CEOE, no hay problema”, explican.

Sofía E. y Raquel P., ambas licenciadas universitarias, se recorrieron Europa en coche para llegar a Érfurt y cuando llegaron, como tantos otros, se encontraron sin trabajo y sin clases de alemán. También respondieron a la oferta de Sphinx Consulting, empresa que trabajaba con la Junta de Castilla-La Mancha en el programa. Dicen estar “felices e integradas”. Trabajan en un hotel a diez minutos de casa y su piso les encanta. Reciben clases particulares de alemán por parte de un vecino que se ofreció voluntario cuando la noticia de los “140 de Érfurt” saltó a los medios. Pero esas semanas a la espera de una resolución y un trabajo les han salido caras. “Hoy el INEM alemán le ha escrito a Sofía diciéndole que no le pagan los dos primeros meses”. “Yo no estoy aquí para hacer dinero, estoy aquí para aprender, pero tampoco para gastar mis ahorros”.

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"Algunos pensaron que esto era una Erasmus"

Muchos son los jóvenes que, a pesar de tener una carrera universitaria, se arriesgaron a partir a Alemania para empezar a estudiar de nuevo. Cambiar de vida para, tiempo después, y una vez aprendido el idioma, aspirar a trabajos de más cualificación y mejor pagados. Algunos, como Raquel, productora audiovisual de profesión, aceptan la transición. Pero no todos, pues en el camino hacia “trabajar de lo que has estudiado”, dice el Centro de Bienvenida, “las barreras del idioma son muy altas”. Desde la embajada aseguran que “no es suficiente” el número de horas dedicadas al estudio del idioma en el programa. “Hay gente que lo va a empezar a pasar mal”, asegura Ángel de Goya, responsable de Trabajo de la embajada. “Si tras cuatro meses no han aprendido mínimamente el idioma, no están en condiciones de recibir órdenes”. Raquel está de acuerdo: “Han pasado los cuatro meses de prueba de nuestros contratos y mucha gente aún no sabe nada de alemán, no se integran”.

“Yo me intento integrar, salir con mis compañeros, hablar alemán”, asegura Domingo L., de 33 años y uno de los cabecillas de la revolución que se vivió en septiembre. Ahora tiene un trabajo que le “flipa” en Érfurt, pero sigue sin encontrar piso. “Nos ponen muchos problemas, por no tener avales ni el idioma a un nivel adecuado”. Se muestra convencido de que hay que informar bien a la gente de que “aquí” no se puede sobrevivir sin alemán. “Es necesario, si quieres quedarte aquí, no hay más opción”. Pero considera que es importante venir con la idea “de que venimos a currar, no de fiesta”. Es frecuente este comentario entre los españoles en Turingia. Raquel también lo comparte. “Algunos han pensado que esto era una Erasmus”.

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