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Derechos humanos

Los niños soldado, un desafío pendiente en 17 territorios del mundo

Un niño sostiene un arma.

infoLibre

Los conflictos armados se ceban especialmente con los más vulnerables y, en 17 países o territorios, grupos armados o ejércitos aún continúan reclutando a niños para implicarlos en tareas de combate o cometer todo tipo de abusos sobre ellos, en contra de la normativa internacional y de los principios más básicos de los Derechos Humanos.

Con motivo del Día Internacional contra la Utilización de Niños y Niñas Soldado, que se celebra el 12 de febrero, organizaciones como Alboan, Amnistía Internacional, Entreculturas, Fundación El Compromiso y Save the Children han lanzado un llamamiento para recordar que se trata de un desafío pendiente.

Más de 230 millones de menores viven en zonas afectadas por conflictos y, por tanto, en riesgo de verse directamente implicados en la lucha. No en vano, se calcula que existen más de 50 grupos armados en el mundo, algunos de los cuales –Estado Islámico por ejemplo– luchan por incrementar su influencia más allá del territorio que controlan actualmente.

La ONU confirmó la utilización de niños soldado en Afganistán, Birmania, Colombia, Filipinas, India, Irak, Israel y Territorios Ocupados Palestinos, Malí, Nigeria, Siria, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Tailandia y Yemen. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estima que hay hasta 300.000 niños soldado en todo el mundo.

Los niños se convierten en un "blanco fácil" para los grupos armados, como alertan las ONG, que ven a los menores "más vulnerables y menos conscientes del peligro al que se exponen". Para muchos, de hecho, sumarse a una lucha que incluso es ajena termina siendo una salida a situaciones de pobreza extrema y sin perspectivas de futuro.

"La milicia puede proporcionar protección, comida y un sustituto a la familia", advirtieron las organizaciones firmantes del manifiesto, en el que lamentan que los niños terminan quedándose sin una infancia a la que tienen derecho.

Más que soldados

Los niños integrados en grupos armados no siempre participan activamente en las hostilidades, sino que en algunos casos terminan convertidos en "mensajeros, guardaespaldas, detectores de minas, cargadores, vigías, cocineros o fabricantes de bombas". Las niñas, por su parte, pueden verse obligadas a contraer matrimonio o terminan como "esclavas sexuales".

El grupo nigeriano Boko Haram, que juró lealtad a Estado Islámico, ha intensificado en los últimos meses la utilización de jóvenes mujeres como terroristas suicidas. "Las niñas se ven forzadas a inmolarse en lugares públicos o frente a objetivos concretos tras negarse, por ejemplo, a contraer matrimonios forzados o a convertirse al islam", advirtieron las ONG.

En el caso de Irak, el último informe del Comité de los Derechos del Niño de la ONU recoge que muchos de los menores que viven en territorios controlados por Estado Islámico u otros grupos armados terminan convirtiéndose en reclutas.

Sin embargo, no existen datos exactos de cuántos serían los "cachorros del califato", como los denomina la organización suní, que no duda en presumir en sus vídeos de la utilización de niños para la comisión de todo tipo de crímenes, incluidas las ejecuciones.

Un futuro

La portavoz de Misiones Salesianas, Ana Muñoz, recordó que "el lugar de los niños no es el frente sino el patio y la escuela" y, por este motivo, su organización intenta brindar apoyo a los menores utilizados como soldados en conflictos.

"Recuperar a estos chicos no es una tarea sencilla, pero hay que apostar por ellos. Hay que cambiar sus dinámicas y que conozcan otro lenguaje que no sea el de las armas y la violencia", defendió Muñoz en un comunicado.

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Misiones Salesianas destacó que hay "cientos de casos" de recuperación en un centro de Medellín (Colombia) donde trabajan con antiguos guerrilleros como Manuel. "Mi fusil era mi mejor juguete y he tenido que aprender a jugar al balón", ha relatado.

La situación se repite en República Centroafricana, donde los misioneros han iniciado un programa de desarme en el que participan alrededor de un centenar de menores. Uno de los responsables del Centro Don Bosco en Damala (Bangui), Desiré Adjeckam, explicó que "todos se arrepienten" de haberse unido a grupos en los que entraron bien porque "no sabían que hacer en la vida" o porque fueron "manipulados" u "obligados".

UNICEF calcula que entre 6.000 y 10.000 niños se unieron a grupos armados desde que estalló el conflicto en República Centroafricana en 2013. Sólo en el último año, y gracias al acuerdo firmado por diez de estas facciones, la agencia ha promovido la desmovilización de cientos de estos jóvenes.

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