Brexit

Los diputados laboristas someterán este martes a Corbyn a una moción de censura

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El terremoto político provocado por la salida de Reino Unido de la Unión Europea dinamitó el endeble liderazgo de Jeremy Corbyn al frente del Partido Laborista, cuyos diputados someten este martes su continuidad a una moción de censura que, a pesar de no ser vinculante, evidencia que perdió el apoyo del grupo parlamentario.

La votación constituye la culminación de una cadena de dimisiones de su equipo más próximo como consecuencia de las dudas de la gestión de Corbyn durante una campaña del referéndum que, finalmente, no logró movilizar a su electorado natural, lo que condujo a Reino Unido a la puerta de salida por un margen de apenas cuatro puntos.

Aunque el líder reaccionó esta jornada con nombramientos procedentes de la hornada de nuevas incorporaciones a la Cámara de los Comunes tras las pasadas generales, su autoridad resultó notablemente dañada a raíz de la sucesión de renuncias de más de dos tercios de los 31 integrantes del denominado gobierno en la sombra.

Corbyn censuró estos movimientos como "maniobras internas corroboradas" y avanzó ya que se presentará a cualquier potencial batalla por el liderato, una posibilidad certera ante las evidencias de que entre un 65 y un 70% de los parlamentarios están dispuestos a votar en su contra mañana.

La falta de confianza no sólo en un grupo parlamentario que nunca había aceptado su ascenso de buen grado, sino en su propio equipo, conduce ahora, una vez confirmado un divorcio de la UE al que el Laborismo se oponía oficialmente, a un contraataque para forzar su caída.

Estrategia de caída

La estrategia se basó en una sucesión de renuncias que aspiran a forzar la defenestración de un dirigente que, aunque en septiembre de 2015 había asumido el bastón de mando con reticencia, ahora manifiesta estar resuelto a continuar.

La primera bala, de hecho, había partido de la trinchera de Corbyn, quien ayer de madrugada cesaba al portavoz de Exteriores, Hilary Benn, una influyente voz en el partido desde los años de Tony Blair y Gordon Brown, por las dudas expresadas sobre su capacitación como líder.

Su despido animó a otros integrantes del gobierno en la sombra a reaccionar para deshacerse de un dirigente venerado por las bases, pero severamente cuestionado por el aparato orgánico y por el propio equipo con el que debería gobernar si el Laborismo se hiciese con el poder.

En Reino Unido, la oposición debe contar con una estructura orgánica fundamentada en este gobierno en la sombra, una brigada de diputados que reflejen la composición del Ejecutivo. En consecuencia, los nombramientos han de proceder necesariamente del grupo parlamentario, lo que no ayuda a Corbyn, objetado por la mayoría de quienes cuentan con un escaño en la Cámara de los Comunes.

El histórico resultado del 23 de junio fue el desencadenante que prendió la mecha, pero el descontento que reinaba desde hace meses generó una situación insostenible tras la percibida falta de implicación del dirigente laborista en la batalla por mantener a Reino Unido en la UE. La derrota no sólo provocó el Brexit, sino que, crucialmente para el partido, demostró la desafección de los votantes tradicionales y la pérdida de sus bastiones naturales.

Maniobras

Por ello, en las horas posteriores a la conclusión del escrutinio, las maniobras para orquestar un motín comenzaron en una oposición que había abierto una nueva era en septiembre de 2015, cuatro meses después de su segunda derrota electoral. El mismo viernes en que se confirmó el divorcio de Bruselas, dos diputadas habían sembrado ya el germen de una moción de confianza que mañana decidirá el futuro de la oposición.

No obstante, la rebelión no es homogénea, puesto que una petición por internet que defiende su continuidad recibió el apoyo de cientos de miles de firmas, que confirman el respaldo que el dirigente laborista todavía recibe en un sector de la ciudadanía que demostró una notable implicación política. Así, esta misma jornada está convocada una manifestación de apoyo en el exterior del Parlamento.

La elección de Corbyn hace nueve meses había sido bienvenida por sus rivales políticos, que consideraban una rémora electoral a quien hasta entonces había sido un diputado raso conocido por su actitud crítica con la dirección. De hecho, el más inesperado de los candidatos había decidido presentarse a la pugna por el liderazgo exclusivamente para introducir en el debate una agenda anti-austeridad.

Su apuesta por "otra clase de política" movilizó a un sector de la ciudadanía hasta entonces desconectado de la política y el número de afiliaciones a una formación que todavía trataba de resolver el debate sobre su identidad en el Reino Unido post-crisis se dispararon.

Gestión cuestionada

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Su gestión fue cuestionada desde el inicio y su autoridad había quedado muy dañada en diciembre, cuando numerosos diputados, entre ellos el propio Benn, despedido la pasada madrugada, votaron en contra de la dirección en la crucial decisión de autorizar los bombardeos al Estado Islámico en Siria.

El referéndum fue la última gota, un desenlace que, ya antes de la confirmación del Brexit, era previsible, puesto que Corbyn siempre había constituido una de las voces más críticas con la UE en un Laborismo habitualmente pro-Bruselas.

Su posición ante la consulta era, por tanto, incómoda y él mismo complicó su posición al asegurar que su apoyo era "de cero a diez, de un siete con cinco", si bien el responsable de la campaña oficial del Laborismo a favor de la permanencia, Alan Johnson, acusó al líder y a sus asesores de "ir en contra del resto del partido".

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