Unión Europea

La UE pone la vista en tres citas electorales decisivas y en el inicio del 'Brexit'

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

La marejada empezó a hacer zozobrar el barco europeo a finales del pasado mes de junio, con la victoria del Brexit en el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE. El resultado de la consulta, aunque ajustado, fue un duro golpe para Bruselas, que había advertido por activa y por pasiva de las consecuencias que tendría esta decisión.  Y la preocupación aumentó: ”La Unión Europea no se encuentra actualmente en su mejor forma. (…) Hay indicios que apuntan a que nos encontramos en parte ante una crisis existencial”, alertó a mediados de septiembre ante el Parlamento Europeo el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, durante su discurso sobre el Estado de la Unión.

Sin embargo, la consulta en el Reino Unido sólo fue el pistoletazo de salida de un año negro en el Viejo Continente. A la imposición del leave en las urnas a comienzos del verano, se sumó el rechazo del sistema de cuotas de reubicación de refugiados en el referéndum de Hungría, la victoria de las tesis antiestablishment y proteccionistas de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EEUU y la caída, a comienzos de diciembre, del Gobierno italiano de Matteo Renzi después de que se impusiese el no en el referéndum sobre las reformas constitucionales. Con estos mimbres se cerró lo que algunos ya definen como annus horribilis en suelo europeo.

Pero la marejada todavía no ha cesado y se puede prolongar durante 2017. El proyecto europeo tiene, al menos, tres exámenes importantes que está obligado a aprobar si quiere mantenerse a flote: las elecciones en Holanda, Francia y Alemania. Sin embargo, no son los únicos asuntos que estarán sobre la mesa a lo largo del próximo año. El proceso de desconexión del Reino Unido, la situación económica y política en Grecia e Italia y la primera toma de contacto con la nueva Administración Trump serán algunos de los temas a los que se tendrá que enfrentar la Unión Europea.

Holanda, Francia y Alemania

Doce años después de que Países Bajos y Francia pusieran en cuestión el proyecto europeo al rechazar en referéndum una Constitución comunitaria, ambos países, a los que se suma también Alemania, vuelven a estar bajo el foco por los procesos electorales que celebran este año. En opinión de los expertos consultados por infoLibre, estas citas con las urnas son la principal prueba de fuego que tendrá que superar la UE si quiere enterrar de una vez el fantasma del euroescepticismo. Ante la subida exponencial en las encuestas de partidos como el Frente Nacional francés de Marine Le Pen o el Partido por la Libertad holandés de Geert Wilders, habrá que ver si las formaciones europeístas tradicionales son capaces de mantenerse firmes.

Ignacio Molina, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma e investigador en el Real Instituto Elcano, sostiene que las elecciones en Holanda son “la primera piedra de toque” que nos mostrará “si la vacuna contra el euroescepticismo ha funcionado". El politólogo advierte que estos comicios pueden influir en el resultado de las formaciones ultranacionalistas y eurófobas en suelo francés y alemán. “Una victoria de Wilders en Holanda puede dar impulso a Marine Le Pen en Francia”, añade.

En una línea similar se pronuncia Ignacio Jurado, profesor de Ciencia Política en la Universidad de York. En conversación con este diario sostiene que los comicios más importantes serán los que se celebren en los Países Bajos porque, en su opinión, es donde "el centro de gravedad de la política más puede girar hacia posiciones abiertamente euroescépticas". "Aunque sólo sea por competir con la formación de Wilders", añade. Según los últimos sondeos, el partido ultranacionalista es la primera fuerza en intención de voto. Las encuestas le pronostican entre 29 y 33 asientos en el parlamento holandés, una cifra con la que superaría, por separado, tanto a los liberales de derecha como a los socialdemócratas, que actualmente gobiernan en coalición.

En Alemania y Francia, sin embargo, no vaticinan que se vayan a producir sorpresas. "No creo que los grandes partidos europeístas vayan a tener ningún problema para continuar en el Gobierno", señala Carlos Carnero, director gerente de la Fundación Alternativas y exeurodiputado. El caso germano es, sin duda, el que menos les preocupa. Los últimos sondeos sitúan en cabeza a la CDU de Angela Merkel, seguida por los socialdemócratas y el partido ultranacionalista Alternativa por Alemania (AfD). Sin embargo, a esta última formación sólo se le estima entre un 13% y un 14% de apoyos en las urnas. "Me costaría ver que Merkel no saliera relativamente bien de los comicios", apunta Jurado.

Un poco más apretadas están las encuestas en Francia. Aunque Marine Le Pen está fuerte, los expertos recuerdan que en suelo galo existe una salvaguarda: la segunda vuelta. El último sondeo de BVA estimaba que Los Republicanos de François Fillon y al Frente Nacional de Le Pen saldrían de una primera votación muy igualados –en torno al 24% cada uno–. Sin embargo, en la segunda cita con las urnas, Fillon se impondría a la líder de la extrema derecha gala con el 67% de apoyos. Sin embargo, con estos datos sobre la mesa, Molina avisa: "Puede darse el caso de que parte de los votantes de izquierdas se sientan atraídos por el Frente Nacional en una segunda vuelta".

Primeros pasos hacia el 'Brexit'

El segundo escollo importante al que tendrá que hacer frente la UE el próximo año se sitúa en Reino Unido. Tras la victoria del Brexit en el referéndum del mes de junio, la primera ministra británica, Theresa May, anunció el pasado mes de octubre que en marzo de 2017 activará el artículo 50 del Tratado de Lisboa para dar comienzo al proceso de desconexión –que culminaría en 2019 en caso de que ambas partes no acordasen una prórroga–. "Y una vez que se active el artículo, comenzará un proceso de negociación más fluido", apuntó May.

Sin embargo, ese calendario no es definitivo. Todavía quedan algunos cabos por atar en suelo británico después de que en noviembre la Corte Superior sentenciase que el artículo 50 no lo puede activar May sin la aprobación del Parlamento. El Gobierno recurrió ese fallo y ahora tendrá que ser el Tribunal Supremo el que decida, en una sentencia que se espera para el mes de enero. En este sentido, el Ejecutivo ya ha tomado el pulso a la Cámara de los Comunes. A comienzos de diciembre, Westminster aprobó una moción para iniciar el proceso de desconexión con la UE antes de que finalice el mes de marzo.

Sea en el primer trimestre o más tarde, lo cierto es que quedan por delante dos años de intensa negociación. Un diálogo que puede cerrarse de dos formas: con una salida dura –lo que se ha definido como hard Brexit– o con una desconexión un poco más suavizada –soft Brexit–. Si Reino Unido opta por la primera vía, Molina tiene claro que desde la UE se adoptará una "posición firme y cohesionada". Sin embargo, si opta por una negociación más amplia, el investigador del Real Instituto Elcano cree que las conversaciones van a ser mucho más complejas: "Cada Estado buscará el acuerdo que mejor le venga con el Reino Unido. En ese caso, se pueden producir tensiones".

En este sentido, Jurado recuerda que si bien el Ejecutivo británico ha mandado alguna señal dejando entrever un hard Brexit, el Parlamento británico parece estar "mucho más a favor de una salida blanda". En este juego de posiciones, el politólogo sostiene que la UE, por su parte, tratará de adoptar "una postura dura" con el objetivo de dejar claro "que no va a permitir en el futuro otros casos como el de Reino Unido". Para Carnero, "tiene la sartén por el mango" en esta negociación: "O usted se va con todas las consecuencias o, si se quiere mantener en algunos asuntos, como el mercado interior, se tiene que adaptar a esas normas".

Urnas 'en el aire' en Italia y Grecia

Italia, por su parte, cerró 2016 con la caída del Ejecutivo de Matteo Renzi tras la victoria del no en el referéndum sobre la reforma constitucional. Y abrirá 2017 con un nuevo Gobierno, encabezado por Paolo Gentiloni, y varios temas en el tintero. Asuntos delicados en materia económica, como el rescate del banco toscano Monte dei Paschi di Siena. Pero también en materia política: es necesaria una reforma de la ley electoral –la actual (Italicum) se refiere sólo a la Cámara de Diputados, pero no al Senado– que reciba el visto bueno del Constitucional y que abra la vía a la convocatoria de elecciones. 

Nada más recibir el encargo de formar Gobierno, Gentiloni tuvo que escuchar cómo varios partidos de la oposición pedían la convocatoria inmediata de elecciones. Y esta puerta la dejó abierta unos días más tarde el ministro de Trabajo, Giuliano Poletti, al ser preguntado por el referéndum que se ha planteado sobre la reforma laboral de Renzi. El próximo mes de enero se conocerá si el Constitucional italiano considera legítima la consulta, lo que podría suponer un nuevo varapalo para el Partido Democrático. "Si hay elecciones generales antes de la consulta ya no existe el problema. Es obvio que el referéndum sobre la reforma laboral sería aplazado", dejó caer Poletti.

Para el director general de la Fundación Alternativas, una cita con las urnas anticipada en Italia no sería un problema. "El Partido Democrático sabe que si llevan bien la actual campaña y el Gobierno italiano no comete ningún error, están en condiciones de ganar", sostiene Carnero. Molina, por su parte, señala que en el país la situación económica "es muy mala", lo que explica que todo lo que tiene a su alrededor el Partido Democrático "es muy euroescéptico". Y pone como ejemplo el caso de la Liga Norte, Forza Italia –el partido de Berlusconi– o el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), encabezado por Beppe Grillo y que está al alza en los sondeos.

Pero los expertos también ponen el foco en Grecia. Con la segunda revisión del tercer rescate paralizada y con el Fondo Monetario Internacional (FMI) pidiendo más medidas de austeridad, el país heleno cerró el año con la decisión del Mecanismo Europeo de Estabilidad de suspender temporalmente las medidas de alivio a la deuda griega. Este golpe en la mesa se dio después de que el Ejecutivo de Alexis Tsipras anunciase una paga extra a los jubilados con las pensiones más bajas, la contratación de 5.000 médicos y el bloqueo de la subida del IVA de 2017 en algunas islas del Egeo. Tres medidas que, según interpretaron algunos medios, abrían la puerta a un posible adelanto electoral.

Carnero señala que "ni el FMI ni la UE tienen ningún interés en que Grecia vuelva a ser un problema". "Y eso lo sabe Tsipras, que aprovecha para darse algún margen de maniobra", añade el exeurodiputado. "Syriza ha bajado mucho la popularidad porque no han podido cumplir con lo que prometía. Si hubiera elecciones anticipadas, parece que podría perder el poder", apunta Molina. A comienzos de diciembre, un sondeo de la cadena privada Skai daba a Nueva Democracia un 32% de los votos, casi el doble de los que estimaban para la formación de Tsipras. 

Primera toma de contacto con Trump

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Pero los problemas no se quedan en casa. El foco también estará puesto en EEUU. Durante el 2017 la UE tomará el pulso a la nueva Administración Trump, muy crítica con algunos aspectos clave para las autoridades comunitarias. En este sentido, Bruselas tendrá que ver cómo gestiona el rechazo que el presidente de EEUU ha mostrado contra los tratados comerciales –está en cuestión que el TTIP acabe llegando a buen puerto– y contra el actual reparto del gasto militar en la OTAN

"Trump se ha convertido en un enchufe en el que no entra la clavija europea", señala Carnero, que añade que, "aunque va a ser muy complejo", la UE debe preservar en su relación con EEUU "todos los avances obtenidos durante la época Obama". "La reconfiguración geopolítica, con Rusia intentando liderar más en política internacional y con una nueva posición de EEUU, obliga a ver cómo se sitúa la UE en este nuevo panorama internacional", añade Jurado.

Para Molina, la victoria de Trump tiene dos lecturas. Una mala: "El TTIP ha muerto o, al menos, quedará muy descafeinado". Y una buena: "Nos obliga a hacernos mayores en materia de seguridad, política exterior y defensa". Algo que, sostiene, es un "buen incentivo" para que la Unión Europea empiece a avanzar en la construcción del tan avanzado ejército europeo. "Trump obliga a la UE a ser y a actuar como un poder global. Relevante en el mundo y autónomo", sentencia Carnero.

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