Muros sin fronteras

El controlador armado (II)

El miedo produce fantasmas y la ignorancia los agiganta. El negocio de las armas convencionales, que mueve 70.000 millones de dólares al año, depende de la cantidad de miedo en circulación. Solo así se explica que un país arruinado como Grecia fuera uno de los cinco principales importadores mundiales entre 2004 y 2008. Su principal suministrador en aquella época era Alemania, que ahora lidera el ajuste y un cierto castigo calvinista a los excesos del sur.

El miedo de Grecia lo alimenta Turquía, que también gasta millonadas en defensa. Corea del Sur, el cuarto importador mundial en el mismo periodo, se retroalimenta del miedo de Corea del Norte, lanzada estos días a una peculiar campaña de imagen con amenazas de ataques nucleares a diestro y siniestro.

Entre los grandes compradores de armas se encuentran país que ocupan las primeras posiciones entre los grandes violadores de los derechos humanos: Arabia Saudí, China, Egipto, Pakistán, Siria, Argelia e Israel.

Los fabricantes de armas ligeras –las que puede transportar una persona–han logrado reducir su peso y dimensiones; también acortar la distancia entre el gatillo y la culata. No es progreso, es para que las puedan disparar los niños. Los menores de 18 años son, en la terminología dominante, un gran mercado: más de 200.000 esclavizados por guerrillas y Ejército.

No sé si el martes fue un mal día para los fabricantes de armas. La tercera versión del borrador de tratado, que mejoraba la segunda que alimentó mi pesimismo la pasada semana, es esperanzadora.

Tras siete años de lucha encabezada por varias ONG, entre ellas Oxfam y Amnistía Internacional, y miles de activistas en todo el mundo, la ONU ha aprobado por 154 votos a favor, tres en contra y 23 abstenciones un Tratado que regulará este comercio que se movía en una opacidad escándalos.

Las armas de fuego son responsables de la muerte de 2.000 personas cada día. La industria armamentística produce suficientes balas como para matar dos veces a la población del planeta. Las armas ligeras son responsables del 60% de las violaciones de los derechos humanos. El nuevo tratado quiere poner coto, un cierto orden al mercado de la muerte.

Ha votado a favor el EEUU de Barack Obama, enfrascado en una compleja batalla con la derecha republicana y el lobby de la Asociación Nacional del Rifle. La Casa Blanca desea limitar la venta de armas en su país, sobre todo las de asalto. Para que el Tratado entre en vigor es necesario que sea ratificado por 50 países. No será fácil para Obama lograr el apoyo del Congreso.

Imponer cordura a un mercado que se basa, como decíamos al principio, en el miedo, representa un desafío para aquellos que se lucran del fanatismo y la estupidez humana. Votó a favor España, uno de los diez principales exportadores.

Entre las abstenciones destacan Rusia y China (dos de los seis principales exportadores). También optaron por esta solución India. Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Votaron en contra Corea del Norte, Irán y la Siria de Bashar el Asad, los tres mejores de la clase en represión y violación de los derechos humanos. Argumentan que el tratado es una herramienta que permite la injerencia. El miedo, la propaganda, la mediocridad, la ignorancia son otras armas que matan a millones. Carecen de un tratado porque son un universales y de ellas depende el gran casino.

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