DESDE LA TRAMOYA

Lo poco que ha cambiado la información con Internet

El Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo, de la Universidad de Oxford, acaba de publicar su informe anual sobre el periodismo digital. Y sí, claro, se nos cuenta en él cómo ha cambiado el consumo de información gracias a Internet. Es evidente que el ciudadano que pasa por la mañana por el quiosco, paga un euro y pico por su periódico y se pone a leerlo mientras toma un café y fuma un cigarro es una especie en extinción. También sabemos que audiencias de veinte millones de españoles viendo la tele, como podía suceder cualquier día de principios de los años 80, no volverán jamás. El informe, que se ha realizado simultáneamente en nueve países, comienza describiendo esos cambios: “La información se está haciendo más movible, más social y más inmediata… Las audiencias cada vez más quieren las noticias en cualquier soporte, en cualquier formato y en cualquier hora del día.”

Sin embargo, hay síntomas de que en esencia la gente sigue queriendo, necesitando y apreciando lo mismo. Cuando se pregunta de quién se fía uno más, aparecen los medios tradicionales muy por encima de las “redes sociales”, que tienen un índice de credibilidad muy bajo. Puede que las multitudes sean muy inteligentes, pero la gente se fía poco de ellas. El informe muestra también que son cada vez más (aunque aún pocos) quienes están pagando por la información que reciben en Internet, un buen dato para los periodistas que ya se daban por desahuciados. Puede que el llamado “periodismo ciudadano” de fotito de móvil y comentario en forma de comentario en la web sea muy glamuroso y atractivo para la ciberutopía, pero lo cierto es que se sigue apreciando (y cada vez más, de nuevo, pagando) el artículo escrito por quien sabe de lo que habla. 

Aquí manda la gente

Aquí manda la gente

De manera que con los estragos conocidos entre los periodistas, que ahora escriben literalmente por una fracción del precio que aplicaban antes, lo cierto es que, veinte años después del nacimiento de Internet, ya podemos confirmar lo que siempre supimos. Necesitamos a alguien que seleccione lo que se puede considerar importante. Necesitamos también que nos lo cuenten con ciertas garantías. Necesitamos que nos lo interpreten y nos lo pongan atractivo. Eso no lo puede hacer la multitud. Sólo pueden lograrlo unos cuantos escogidos. Fueron en tiempos los magos, los sacerdotes o los gurús. Más tarde los intelectuales y los filósofos. Recientemente se les sumaron los periodistas. Veremos su comentario en una tableta o en unas gafas o en un plástico plegable… pero la esencia sigue siendo la misma: unos pocos guían u orientan, los demás, la inmensa mayoría, siguen o se dejan orientar.

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