Prepostcapitalismo

Cantaba Antonio Vega que “lo mejor de nuestra vida fue que aprendimos a mentir y no sentir temor”. Y tiene razón.

Estamos en el “prepostcapitalismo”, es decir, en el previo del nuevo fin de un sistema en el que señalar a otro con el dedo es una manera de auto-inculparse, de un mundo en el que el crimen tiene forma de democracia, de un modelo en el que nos defendemos de las pelotas de goma lanzando legañas. De una mierda pinchada en un palo.

Técnicamente, se dice recesión al movimiento de una mano hacía atrás tomando impulso para arrear un guantazo. Somos campeones del mundo de los presos pesados. Miren a Bárcenas, un hombre que ejemplifica la idea de que la única manera de solucionar los problemas de España es la goma de borrar.

La Parábola de los talentos de San Mateo acaba así: “Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado. Al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera. Allí habrá llanto y crujir de dientes...” .

En España a las tinieblas le llamamos pensión.

Manejan el país como si condujeran un coche robado. Muchos dicen mucho, pero nadie dice nada. Recibimos una y otra vez la misma instrucción: “Cuando quiera vuestra opinión, ya os la daré”. Somos el producto de su estulticia, somos quienes pagan sus sueldos, quienes enseñan a sus hijos, quienes les ponen la mesa, no deberían pasarnos por alto, si no quieren caer aún más bajo.

Amigo, su espalda sostiene el injusto sistema, pregúntese si también lo hace su conciencia. Nunca hemos tenido hambre, sino ganas de comer, esa es la ventaja de quienes antes nos gobernaban y ahora nos someten. No debemos permitir que en sus propuestas se nos exima de la responsabilidad de construir nuestra propia sociedad. Piénsenlo y si lo consideraran necesario, paseen la conciencia de hombres y mujeres libres que un día serán, como los hombres y mujeres que un día pensaron que podrían ser.

Eso o revisen su extracto bancario.