Muros sin Fronteras

Obama se pone el casco

El secretario de Estado de EEUU, John Kerry.

Al menos John Kerry ha sido más directo que Colin Powell, quien en febrero de 2003 representó una burda pantomima ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Su objetivo era demostrar que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva. Powell compartió pruebas falsas a sabiendas que lo eran. Aquella noche, Powell hundió su carrera política. El periodista Ricardo Ortega definió lo ocurrido en una excelsa crónica emitida en directo por su cadena, Antena 3. Su enfoque desagradó sobremanera al Gobierno Aznar; tanto que Ortega fue despedido meses después.

Kerry no ha necesitado reunir al Consejo de Seguridad, ni hacerse con tubitos mágicos ni mostrar dibujos y fotografías sobre supuestos laboratorios rodantes. El secretario de Estado ha dictado sentencia sin esperar al informe de los inspectores de la ONU, que el lunes visitaron el lugar del ataque químico, donde recopilaron pruebas y realizaron análisis de sangre a los afectados.

Hay un procedimiento que conviene respetar, al menos para no poner en riesgo a los funcionarios de la ONU

Francia y Reino Unido tienen muchas ganas de entrar en acción en una zona que conocen bien, pues ellos son los responsables del desaguisado actual en Oriente Próximo.

Ocurrió lo mismo en Libia donde interpretaron de forma libérrima la resolución 1973 que no autorizaba el derrocamiento de Gadafi, solo la protección de los civiles. No debieron importar tanto esos civiles cuando estos países –y España, entre otros– vendieron armas a Gadafi en 2009.

Las prisas de Kerry demuestran que EEUU no va a pasar por el Consejo de Seguridad, en teoría el garante de la legalidad internacional. Los cinco países con derecho de veto en este alto organismo de la ONU, los responsables de la ética en la guerra y en la paz, son también los principales exportadores de armas. EEUU, el primero.

¿Otra promesa rota por Obama? El plan es repetir la vía Kosovo: formar una coalición o algo que se pueda presentar como una acción de la llamada comunidad internacional y lanzar unos cuantos misiles Tomahawk, ya veremos dónde y con qué fin. Lo importante es no dejar mal al presidente que delimitó unas líneas rojas sin tener un plan claro para el caso de que el régimen las sobrepasase. El plan no son los objetivos militares, sino saber qué se quiere hacer en Siria, cuál es el mapa que se busca.

Obama debe presentar pruebas

Obama debe presentar pruebas

La respuesta es clara: no existe dicho plan, todo es improvisación aunque algunos vean manos negras y conspiraciones. Acumulamos fracasos por no tener una estrategia: Afganistán, Irak, Somalia. Tampoco existe plan alguno cuando se mandan miles de cascos azules, como sucedió en Bosnia-Herzegovina, Liberia, Congo o Sierra Leona. Se mandan cascos azules para que parezca que se hace algo sin que se sepa, ni se quiera, cambiar la realidad que condujo al odio y a la guerra.

Las causas de aquellas guerras siguen latentes. No se ha solucionado ningún problema estructural. El objetivo de la inmensa mayoría de políticos no es resolver, es ganar elecciones. La lógica y los precedentes indican que el ataque químico cerca de la capital lo llevó a cabo el régimen de Bashar el Asad. Le Monde le acusó de un ataque anterior y hay informaciones de otros, siempre a pequeñísima escala, para no levantar sospechas. Puede que esta vez se les fuera la mano. Pero en una guerra no existen lógica ni límites y es posible que los rebeldes hayan utilizado algún tipo de gas para provocar un ataque internacional que les salve de su difícil situación militar. Es lo que defiende Rusia, el gran patrocinador de Asad.

El problema es que es muy difícil que los rebeldes dispongan de este tipo de armas o que se hayan hecho con ellas en su avance contra Asad. ¿Quiénes son los buenos? Los buenos siempre son las víctimas, a las que ya hemos fallado en los dos últimos años. Habrá ataque en cuanto salgan los inspectores y lo recomiende el Estado Mayor de Barack Obama. Será limitado para evitar quedar atrapados en la tela de araña. Siempre se sabe cómo empiezan las guerras, pero nunca se sabe como terminan. Pregunten a John F. Kennedy. Buena suerte, comandante en jefe Obama.

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